Nohemi se encontró a sí misma en una especie de calabozo. Era un sitio extrañamente cálido, con paredes de piedra, entre las que crecían enredaderas y helechos, estos últimos colgaban del techo y tenían unas bonitas y diminutas flores amarillas que expelían un olor agradable y apaciguador.El piso era una cama de grama suave que hacía cosquillas entre sus dedos, la brisa mecía los helechos con suavidad, rozando de vez en cuando la punta de su nariz con una sensación cosquilleante.Lo que le daba la sensación de calabozo eran las barras metálicas que cubrían las distintas celdas; dentro solo había penumbras, pero la pelirroja sabía que en cada una de ellas se encontraba algo escondido, era peligroso, salvaje y oscuro.«Yo conozco este lugar…»Sí, eso era lo más desconcertante de todo; ese sitio extraño era familiar para ella.Deslizó sus dedos por la pared de roca, sabiendo que iba a encontrar musgo de un vívido color esmeralda que expelía un brillo mágico que iluminaba tenuemente todo
―Te estamos protegiendo.Esas fueron las palabras que el doctor Turner le dijo antes de marcharse. Nohemi intentaba por todos los medios comprender qué quiso decir con eso, no era una mujer muy imaginativa en realidad, así que su razonamiento solo alcanzó a concluir que todo se debía al CEO de Midryt.Eso hizo que se asustara mucho.En un rapto de coraje aupado por el alcohol, le dio un puñetazo, frente a un montón de testigos; incluso si él la había acosado noches atrás, solo era su palabra contra la del magnate. ¿Y quién era ella? Solo una estudiante de postgrado, sin familia ni contactos.Una hora después regresó el camarero para recoger las bandejas con la comida, la pelirroja a duras penas tocó la fruta, su único sustento durante esos largos minutos fue el café, que solo sirvió para ponerla más ansiosa; pero no pudo comer nada, su estómago no era capaz de recibir alimentos.Su teléfono sonó, la pantalla le informó que Brian la estaba llamando, le llevó menos de un minuto rechazar
―Lo que voy a contarte es poco creíble, por decir lo menos ―comenzó Zeke, su tono de voz pausado buscaba tranquilizarla―. Pero está relacionado al ensayo clínico del medicamento que tú y tus compañeros están desarrollando.Nohemi frunció el ceño, su curiosidad pudo más que sus nervios, así que tomó asiento.―¿A qué se refiere, señor Karras? ―indagó la pelirroja. Él hizo una mueca.―¿Podrías llamarme Zeke? ―pidió en voz baja―. Cuando me llamas señor Karras siento que estás trazando una línea para que no me acerque a ti.―No somos cercanos ―le recordó ella de inmediato, tal vez un poco agresiva―. Aunque lo había visto antes, la primera vez que hablamos fue durante la presentación de hace dos días ―explicó sintiendo algo de pena por la expresión dolida en su rostro―. Yo… yo tengo problemas para acercarme a las personas. Incluso en el laboratorio, puedo contar con los dedos de mis manos el número de personas a las que soy cercana en verdad y creo que me sobraría una mano…Zeke asintió, es
Nohemi consiguió un poco extrema esa respuesta, lo miró en shock por unos segundos antes de hablar.―¿Es en sentido literal o un eufemismo para decir que dejan de existir como humanos?―Ambas ―respondió él con mucha calma, tanto que hizo que a ella se le acelerara el corazón por la ansiedad―. Una vez que no podemos volver a ser humanos significa que nuestra consciencia a muerto, y lo único que le queda al therion es ser asesinado para que no haga más daño.»Cuando ya solo queda la bestia no hay modo de razonar con esta, seguirá sus instintos más básicos, y a diferencia de un animal normal, los theriones son violentos por naturaleza.»Aprisionarlos es un destino más cruel que la muerte… ―sentenció sombrío.La pelirroja recordó su sueño de la noche anterior, un nudo se cerró en torno a su garganta; era horrible pensar que debían morir, tanto como permanecer encarcelados por el resto de sus vidas, sabiendo que no podían comprender por qué les hacían eso.―Eres más resiliente de lo que im
Calvin no sabía qué hacer primero, si mandar acomodar la puerta destrozada o ir por Camerina al aeropuerto.Era obvio que simpatizaba con su jefe y amigo, en especial sabiendo todo los altos y bajos por los que Zeke Karras pasó casi desde su nacimiento. Verlo en ese estado le causaba felicidad y algo de vergüenza, después de todo, él pasó por lo mismo cuando su vínculo se formó, a pesar de que encontró a su basherte desde muy joven.No obstante, era un contraste chocante entre el la Bestia Karras, el CEO frío, indiferente y despiadado en los negocios, y este nuevo Zeke, amable, dulce y amoroso, que miraba con calidez a la mujer dormida sobre su cama.¡Zeke nunca dejó que ninguna mujer durmiera en su cama!Las pocas interacciones de índole sexual que tuvo, las hizo todas en hoteles o en clubes, con mujeres a las que no vio de nuevo una vez satisfizo sus necesidades.―Cof, cof… ―tosió llamando la atención de su jefe―. Camerina debe estar bajándose del avión en este momento ―le informó.
Nohemi contempló a la joven mujer que tenía frente a sí, su ceño se frunció un poco, tratando de aclarar la confusión de su cabeza.A primera vista, la jovencita le parecía que apenas alcanzaba sus tempranos veinte, desde la piel hasta la forma en que vestía, todo en ella destilaba juventud. Excepto sus ojos.Su mirada escondía siglos de conocimiento.A la pelirroja le recordaron un poco a Charles, de hecho, por una fracción de segundo, al verlos juntos, creyó que eran familia. Posiblemente padre e hija, una idea inverosímil tomando en cuenta que el doctor Turner no tenía esposa ni familia; por eso decidió quedarse con él en primer lugar, porque ambos estaban solos en el mundo.―¡No lo puedo creer! ―exclamó Camerina con emoción―. ¡De verdad eres tú!―¿Yo? ―preguntó desconcertada―. ¿Quién soy? ―inquirió Nohemi, sin embargo, en ese instante sus rodillas cedieron una vez más.Gracias al firme agarre de Zeke no terminó en el piso.―Camerina, hablaremos después de comer, ¿de acuerdo? ―no f
Un silencio denso e incómodo se adueñó de los presentes. Nohemi no sabía por qué, pero su instinto le decía que esa afirmación lanzada por la mujer llamada Camerina, tenía unas implicaciones profundas, que cambiarían el resto de su vida.Su reacción inmediata fue negarse, pero dudó. ¿A qué se estaba negando exactamente?―Eso tiene sentido ―dijo con lentitud, Zeke.―Es imposible ―cortó Charles―. Tengo veinte años conociéndola, viví con ella durante diez años, Nohemi jamás demostró acti… ―se detuvo de inmediato y frunció el ceño, como si comenzara a contemplar las cosas desde otra perspectiva.Dos emociones predominaron en Nohemi, cada una luchando a muerte dentro de su ser. Excitación y pánico. Eran dos serpientes que se enredaban entre sí, buscando sofocar a la otra, enterrando sus colmillos de forma violenta, con la única intención de aniquilarse.―Saben, sería buena idea que me explicaran con claridad lo que está sucediendo ―exigió la pelirroja, apretando el tenedor con fuerza―. Sie
―Quiero irme a casa ―pidió en voz baja la pelirroja, que en el silencio de la habitación se escuchó con claridad.Camerina la miró con algo de compasión, sus ojos ―capaces de ver el vínculo― podían notar las fluctuaciones emocionales de la mujer. Comprendió que existían heridas sin sanar, producto de experiencias pasadas.En cambio, Charles, soltó un suspiro cansado; él mejor que nadie sabía la culpa que embargaba a Nohemi. Decidió contarles a ambos lo sucedido, porque estaba seguro de que ella no iba a hacerlo y los otros dos necesitaban comprenderla.Veinte años atrás pensó que eran tonterías las acusaciones de la abuela materna de Julie, después de todo, la mujer perdió a su única hija en un catastrófico accidente de autos.Para Zeke la situación era desesperante, dividido entre el deseo de hacerla protegerla y la necesidad de tenerla a su lado, por un instante no supo qué hacer.―Nohemi ―llamó el doctor Turner después de un rato, cuando los temblores del cuerpo de la pelirroja dis