―Señor Karras, acaba de llegar el informe de asistencia de los organizadores del evento ―informó Calvin, tras leer el correo.
―¿Todos los invitados asistieron? ―preguntó Zeke, sin dejar de mirar su pantalla. Aunque estaba interesado en comprobar que todas las personas importantes estaban presentes, en ese momento tenía entre sus manos un proyecto que le robaba toda su concentración― ¿Huáng Kuan-yin se encuentra ya en el lugar? ―preguntó.
―Sí, señor ―respondió el secretario, mirando de nuevo la lista―. También se ha confirmado la llegada de Artyom Novikov. Según la gerencia del hotel, firmó su entrada el día miércoles y ha asistido a todas las ponencias desde ese mismo día.
―Excelente ―respondió el CEO, de manera mecánica.
―¿Excelente? ―indagó Calvin, frunciendo el ceño. Giró su cabeza para ver a Zeke, que continuaba concentrado en la pantalla―. También confirmamos que llegó el Pato Donald y Rico Mac Pato.
―Es una buena noticia, asegúrate que s
Nohemi había comenzado esa semana de relativo buen humor. A pesar de los nervios que iban en aumento a medida que la inauguración del evento se acercaba, siempre lo achacó a la expectativa de los buenos resultados y la promesa de la tercera fase de su ensayo clínico para el año siguiente. Sin embargo, cuando llegó el miércoles, casi todo se había esfumado dejando que la ansiedad creciente y la decepción se adueñaran de su cuerpo. El lunes confirmó que los Myers no fueron invitados a ninguno de los eventos, y a pesar de ello, conservó la esperanza de que Brian la acompañase a un par de lugares, como el coctel de bienvenida, la cena del día jueves y el baile de gala del sábado; no obstante, él le informó que, debido a los planes de expansión de Pharmyers, iba a viajar por todo el país, por al menos treinta días, comenzando el martes de esa semana. Por ende, no tenía tiempo para acompañarla al coctel del lunes. Su ausencia tiró por la borda todo el esfuerzo de l
Tyoma percibió un olor peculiar rumbo a los lavados, aunque era más correcto decir que había percibido con mayor claridad el perfume de piñas frescas bañadas con miel. Era un aroma agradable, atrayente, tentador.Lo había olido al entrar en el elevador, sin embargo, lo achacó a las cremas que las mujeres podrían haber usado; su olfato era demasiado bueno, tanto que podía volverse una pesadilla en el momento menos pensado.Pero cuando vio a la mujer pelirroja en la fila de los servicios femeninos, no solo comprendió que el aroma dulce y ácido pertenecía a ella, sino que adicionalmente había otro olor subyacente, uno que conocía muy bien, el aroma de la excitación.Gracias a su therion su sentido del olfato era excepcional, y tras haber disfrutado de cientos de mujeres en su vida, podía identificar sin equivocación cuando una hembra estaba necesit
Tyoma se enderezó al momento en que notó cómo su cuerpo reaccionaba a lo que acababa de decirle, frunció el ceño al verla; la piel sonrojada pasó de inmediato a un pálido espectral.No era el miedo que esperaba, ese que se parecía más a la timidez mezclada con vergüenza; la mujer frente a él estaba asustada de algo diferente.Era casi como si supiera…―Doctora Lund, ¿se encuentra bien? ―preguntó una voz masculina, interrumpiéndolos.Nohemi se giró en dirección al hombre y negó. Un brillo de alivió apareció en sus ojos.―No me siento bien, doctor Turner ―respondió con un hilo de voz, ella pensó que al menos no salió temblorosa―. Creo que bebí algo que me cayó mal.―¿Necesitas alguna medicina para el estómago? ―inquirió con interés, acercá
―Solo por hoy, Zeke, olvídate de buscar a esa mujer ―pidió Calvin, deteniéndose en las escaleras del avión privado que los llevaría hasta la ciudad donde se llevaría a cabo el evento―. No digo que lo olvides para siempre ―aclaró ante la mirada sombría y amenazadora que su amigo le lanzó desde su posición sobre la plataforma, desde allí se veía más imponente―. Solo por hoy, esto también es importante, incluso más importante que ella. Piénsalo, este proyecto cambiará la vida de muchas personas… podría cambiar tu vida… El tono solemne de su secretario fue un golpe de realidad, tenía toda la razón y no podía negarlo.En especial cuando Calvin continuaba rompiendo el protocolo para hacérselo notar.Sin importar que ellos fuesen amigos de toda la vida, ambos se comprometieron a que iban a trazar una línea muy clara entre ambos aspectos de su día a día; una cosa era el señor Wells, mano derecha del CEO Karras, y otra era Calvin, la única persona en todo el mundo que podía contenerlo y con q
―Pensé que nos correspondería una sala de conferencias más grande ―dijo Max, confirmando por última vez que la laptop que contenía toda la información de su presentación e investigación estuviese bien.―Escuché que Charles mencionó que la presentación de la segunda fase del Supresor Th será hecha frente a un grupo selecto de directivos ―respondió Nohemi, acomodando el cuello de su bata de laboratorio―. Incluso, no será grabada ni presentada al público.―Jummmm… o sea que otros se llevarán toda la diversión ―se quejó él, poniéndose de pie. Miró la parte posterior del cuello de la pelirroja, la tela de bata tenía un dobladillo extraño, así que se apresuró a acomodárselo.Nohemi sintió las manos y se envaró en su sitio, más que nada debido a la sorpresa por la forma en que su colega actuó.―Listo ―afirmó él, dándole un par de palmaditas en los hombros―. El cuello estaba doblado de una forma extraña.―¡Ah! Gracias…Desde la noche del miércoles la pelirroja se estaba sintiendo extraña; des
Tyoma se alejó de la sala de conferencias, siguiendo el mismo camino que la pelirroja. Zeke no logró identificar muy bien si el desagrado que experimentó por el comentario se debía a que él aseguraba que la doctora Lund era su vínculo o si era porque le disgustaba que su enemigo jurado demostraba interés en un valioso miembro de su equipo.Sin embargo, una sonrisa burlona se pintó en su rostro al recordar que la joven doctora no parecía interesada en el CEO Novikov, por ende, era muy probable que todo lo que escupió el imbécil de Artyom solo fuesen patrañas.―Zeke, querido, ¿te encuentras bien? ―inquirió una voz conocida por él. Apretó el puño dentro del bolsillo de su pantalón y se giró sobre sus pies, encarando a la atractiva mujer que llamó su atención.Darika se acercó hasta el hombre en un andar elegante, con sus rasgos exóticos y piel bronceada, la atractiva joven emanaba un aire regio y sensual. La expresión en su rostro era de preocupación, él sabía muy bien por qué era así, d
―Es un cretino ―escupió la pelirroja, justo antes de tomarse de un solo trago la copa que tenía en la mano. Todos sus colegas los esperaban en el bar del restaurante, a la expectativa de los resultados que iban a mostrarles. Casi todos ellos obtuvieron los resultados deseados, tal vez con sus pequeñas variaciones, que entraban dentro de lo esperado; no obstante, lo que más llamaba su atención era el Supresor Th. Megan era una de las investigadoras asociadas, su participación, aunque minúscula, era notable. Ella se encontraba en un estado de nervios palpable, porque sabía que sus dos colegas estaban enfrentándose a una jauría de feroces hombres de negocios, que siempre tomaban más en cuenta el peso del dinero que el valor de una vida. Por esa razón, su cara se puso mortalmente pálida cuando Nohemi llegó hasta ellos, le arrebató su bebida e insultó de forma tan apasionada a alguien. ―¿Pasó algo? ¿Nos rechazaron? ―preguntó la morena, mirando a Max. Este negó con la cabeza, y eso produ
La cabeza de Nohemi daba vueltas de una forma violenta; tanto así que no alcanzó a registrar lo sucedido ni entre los brazos de quién estaba.―¿Se encuentra bien, doctora? ―indagó Zeke, un tanto preocupado por la mujer.Ella levantó la cabeza, entrecerró los ojos, como si intentara identificar a la persona que tenía delante, tras una breve duda, sus ojos se abrieron sorpresivamente, y después de unos segundos confesó en voz baja:―Tengo ganas de vomitar.El hombre enarcó una ceja, con mucho cuidado apartó a la pelirroja, y luego dio un par de pasos hacia atrás, poniendo una distancia prudente entre los dos. Le pidió que le indicara el número de su piso y Zeke presionó la pantalla cuando escuchó su contestación.―¿Siempre bebe así? ―preguntó con cierto tono de reprimenda. No era apropiado que una de sus empleadas se comportara de aquel modo.―No en realidad… ―respondió.Nohemi también se alejó hasta el otro extremo del elevador, apoyó su espalda contra la pared metálica buscando algo d