¿Qué le diría? No Ryan, la verdad es que nos peleamos mucho últimamente, incluso ayer discutimos y él se fue del hotel, para luego llegar a no sé qué hora de la madrugada e irse más temprano de lo usual a su entrenamiento. (Por lo menos durmió en la cama).
—Todo bien. —respondí con completa naturalidad. Empequeñeció sus ojos, no se conformó con mi respuesta. Finalmente asintió.
—Ya veo.
Me quedé con mis dedos cruzados girando mis pulgares en su eje, rozando el uno con el otro. Quería preguntar. ¿Pensaría que soy infantil? abrí la boca pronunciando su nombre en forma de susurro.
—R
Bien. No sé cómo llegamos a esto. Pero sí, estábamos Mía y yo peleando con la mirada mientras veíamos quién resistía más tomando ese vino barato. (Por cierto, muy amargo y iu) Eso mientras Ryan nos observaba y traía bocadillos para que no termináramos vomitando.—¿Todo bien? —me preguntó ella ladeando la cabeza del mareo.—Perfectamente. —respondí. Aunque tal vez fue una mala elección de palabra, por que me trabé en elPer.Ryan me pedía con la mirada que me detuviera, pero no podía perder ahora. La rubia se ató del pelo de manera extravagante mientras se abanicaba los pechos moviendo su delgada blusa.—&ie
Bien. No existía una peor situación posible: Yo y Ryan, prácticamente tomados de la mano, de noche en la calle, Jack mirándonos, y mi gran mentira completamente expuesta. ¿Olvide decir que estaba más ebria que jamás en mi corta vida?Ryan soltó mi mano enseguida. Miré los ojos de Jack enfurecidos, iba a gritarme. Lo haría. Lo podía ver, y no sabía qué decir para impedirlo y escapar de este momento. Después de todo era verdad, le había mentido. Y con la peor persona implicada. Ese rubio lindo de ojitos verdes a mi lado, que me miró casi asustado con la situación, entendió enseguida que no le había contado sobre nuestro encuentro casual. Ni todas las demás veces que nos vimos.Jack pasó sus ojo
Fui a la habitación para ponerme mis botas y un abrigo antes de salir. Ya se me había hecho tarde, Ryan estaba sólo y de seguro preocupado por lo de anoche. Me pregunté cómo estará la rubia loca yendo a trabajar en la mañana temprano con esa resaca. ¿Por qué me preocupo por ella? En realidad no me importa. Le gané nuestro duelo de vino barato, así que muajaja. Se lo recordaría la próxima vez que nos encontremos.Caminé por el pasillo para encontrarme con Jack en la puerta, arreglado y listo para salir. Ladeé mi cabeza confundida.—¿Vas a algún lado? —pregunté con inocencia. Él sonrió.—Tienes que ir a visitar el rubio ese ¿
¿Ósea cómo? ¿Escuché bien? ¿Quería invitarnos a mí y ahora también a Jack a sus vacaciones con Ryan? ¿Acaso tenía sentido? esta rubia definitivamente estaba planeando algo malvado, y no quiero ser parte de ello.Terminamos los cuatro sentados en la pequeña mesa de madera, intercambiando miradas disgustadas con la situación. De alguna forma Mía había logrado sentarnos para conversar sobre su loca idea como si fuese posible. Hasta el momento Jack no ha dicho ni una sola palabra, y la rubia lo miraba tan fijo que comencé a patearla por debajo de la mesa.—¿Qué? —preguntó molesta. Achiqué los ojos. Ella sabía perfectamente a lo que me refería. Posó sus ojos -de nuevo- en
Siempre supe que llegaría el momento de contarles. Era obvio, no podíamos pasar más meses intercambiando palabras insignificantes por nuestro chat grupal. Todos sabemos que hay sucesos más importantes en nuestra vida, sobre todo si nos vamos a vivir lejos con nuestro novio famoso.—¿Emma?—Marc... hola.Escuchar su voz se convirtió en algo muy reconfortante para mi. Como volver a casa luego de unas muy largas vacaciones. Y fue precisamente en un momento vulnerable, en que me sentía confundida y extraña. Pensando en todas esas cosas que podría (o no) estar escondiéndome Jack.—¿Cómo estás? —preguntó. Enseguida sent&
Luego de horas en el auto, entre las peleas de los rubios de atrás, Mía cantando a todo pulmón y yo discutiendo con ella. Entendí que a Jack le urgían las ganas de dejarnos a mitad de la nada e irse de allí para volver a entrenar. Y es que era demasiado ruido. Ni siquiera cuando estoy con Ethan y Marc es de ese calibre, y eso que nosotros somos los adolescentes. El paisaje se volvió completamente blanco mientras nos acercábamos al centro de esquí. Nuestro camino era una pequeña pista rodeada de infinitos bosques nevados.—¡¿Quién de aquí es bueno esquiando?! —preguntó Mía de repente, levantando su mano.—A mi me gusta bastante. —admitió Jack.&md
—¡Emma! —me alcanzó con facilidad, tomó mi muñeca para detenerme y la soltó enseguida—. P-por qué... siempre huyes de mí.Miré la punta de su nariz enrojecida y tragué saliva. Tuve que recuperar el aliento antes de poder responderle. Mi garganta ardía con el viento helado. La nieve seguía cayendo feroz y mis manos quedaron tiesas del frío.—¡Es tu culpa! —exclamé. Él abrió los ojos indignado—. ¡Tú y tu coqueteo me tienen harta!—¿Qué dices? ¡No estoy coqueteándote!—¡Y lo de recién qué fue entonces! —estaba por dec
Las luces de linternas nos cegaron a los dos. Jack gritaba mi nombre. Parecía preocupado. Todo de repente pareció un sueño. ¿Y si en realidad nos morimos congelados e imaginamos todo el rescate? debía ser real, porque Mía nos regañó el resto del camino mientras cargaban nuestro auto con una grúa. La tormenta se había detenido por fin. Y el señor que nos salvó, nos gritó en alemán que somos unos turistas idiotas por no revisar el clima. Tiene razón.En pocos minutos llegamos al centro de esquí y al hostal. Estaba iluminado con cientos de luces, un lugar de película en medio de un espeso bosque. Parecía una ilusión incluso cuando por fin pude tomarme una ducha caliente en la habitación. Sumergí mi rostro en la tina y abracé mis piernas en