Fui a la habitación para ponerme mis botas y un abrigo antes de salir. Ya se me había hecho tarde, Ryan estaba sólo y de seguro preocupado por lo de anoche. Me pregunté cómo estará la rubia loca yendo a trabajar en la mañana temprano con esa resaca. ¿Por qué me preocupo por ella? En realidad no me importa. Le gané nuestro duelo de vino barato, así que muajaja. Se lo recordaría la próxima vez que nos encontremos.
Caminé por el pasillo para encontrarme con Jack en la puerta, arreglado y listo para salir. Ladeé mi cabeza confundida.
—¿Vas a algún lado? —pregunté con inocencia. Él sonrió.
—Tienes que ir a visitar el rubio ese ¿
¿Ósea cómo? ¿Escuché bien? ¿Quería invitarnos a mí y ahora también a Jack a sus vacaciones con Ryan? ¿Acaso tenía sentido? esta rubia definitivamente estaba planeando algo malvado, y no quiero ser parte de ello.Terminamos los cuatro sentados en la pequeña mesa de madera, intercambiando miradas disgustadas con la situación. De alguna forma Mía había logrado sentarnos para conversar sobre su loca idea como si fuese posible. Hasta el momento Jack no ha dicho ni una sola palabra, y la rubia lo miraba tan fijo que comencé a patearla por debajo de la mesa.—¿Qué? —preguntó molesta. Achiqué los ojos. Ella sabía perfectamente a lo que me refería. Posó sus ojos -de nuevo- en
Siempre supe que llegaría el momento de contarles. Era obvio, no podíamos pasar más meses intercambiando palabras insignificantes por nuestro chat grupal. Todos sabemos que hay sucesos más importantes en nuestra vida, sobre todo si nos vamos a vivir lejos con nuestro novio famoso.—¿Emma?—Marc... hola.Escuchar su voz se convirtió en algo muy reconfortante para mi. Como volver a casa luego de unas muy largas vacaciones. Y fue precisamente en un momento vulnerable, en que me sentía confundida y extraña. Pensando en todas esas cosas que podría (o no) estar escondiéndome Jack.—¿Cómo estás? —preguntó. Enseguida sent&
Luego de horas en el auto, entre las peleas de los rubios de atrás, Mía cantando a todo pulmón y yo discutiendo con ella. Entendí que a Jack le urgían las ganas de dejarnos a mitad de la nada e irse de allí para volver a entrenar. Y es que era demasiado ruido. Ni siquiera cuando estoy con Ethan y Marc es de ese calibre, y eso que nosotros somos los adolescentes. El paisaje se volvió completamente blanco mientras nos acercábamos al centro de esquí. Nuestro camino era una pequeña pista rodeada de infinitos bosques nevados.—¡¿Quién de aquí es bueno esquiando?! —preguntó Mía de repente, levantando su mano.—A mi me gusta bastante. —admitió Jack.&md
—¡Emma! —me alcanzó con facilidad, tomó mi muñeca para detenerme y la soltó enseguida—. P-por qué... siempre huyes de mí.Miré la punta de su nariz enrojecida y tragué saliva. Tuve que recuperar el aliento antes de poder responderle. Mi garganta ardía con el viento helado. La nieve seguía cayendo feroz y mis manos quedaron tiesas del frío.—¡Es tu culpa! —exclamé. Él abrió los ojos indignado—. ¡Tú y tu coqueteo me tienen harta!—¿Qué dices? ¡No estoy coqueteándote!—¡Y lo de recién qué fue entonces! —estaba por dec
Las luces de linternas nos cegaron a los dos. Jack gritaba mi nombre. Parecía preocupado. Todo de repente pareció un sueño. ¿Y si en realidad nos morimos congelados e imaginamos todo el rescate? debía ser real, porque Mía nos regañó el resto del camino mientras cargaban nuestro auto con una grúa. La tormenta se había detenido por fin. Y el señor que nos salvó, nos gritó en alemán que somos unos turistas idiotas por no revisar el clima. Tiene razón.En pocos minutos llegamos al centro de esquí y al hostal. Estaba iluminado con cientos de luces, un lugar de película en medio de un espeso bosque. Parecía una ilusión incluso cuando por fin pude tomarme una ducha caliente en la habitación. Sumergí mi rostro en la tina y abracé mis piernas en
Sus gestos al hablar. Tiene más hábitos de los que parece. Sus manos se mueven cuando te está contando algo. Al rodar los ojos da la impresión que se tornan de un verde oscuro y luego vuelve al claro. Tiene un lunar bajo el ojo izquierdo, pero la mayoría del tiempo está escondido bajo sus pestañas claras.Ya olvidé de lo que hablamos.Su nariz y sus ojos se arrugan al reír. Lleva la cabeza atrás cada vez que algo le parece divertido. Luego vuelve, me mira de nuevo, como si estuviese analizando cada detalle en mi rostro. Pero no me incomoda. Me contó la vez que se hizo el tatuaje de fenix. Fue la primera vez que ganó una pelea oficial. Tenía dieciséis años.Lo olvidé de nuevo.
Caminamos por los pasillos los tres. Mía no soltó el brazo de Ryan mientras volvíamos a nuestras habitaciones. Al mismo tiempo lo golpeaba y se quejaba de su actitud con Jack.¡No lo provoques más! ¡Mira que para Emma y para mi es bastante incómodo que ustedes no se lleven bien! ¡Vinimos de vacaciones!le dijo. Haciéndolo disculparse con facilidad. Ellos entraron a su habitación entre risas y bromas. Me despedí con la mano y me detuve frente a mi puerta. La cena se había arruinado por completo. Y en parte fue porque yo salí corriendo. Abrí la puerta y me rodeó instantáneamente un silencio penetrante. De seguro muy distinto a como es enfrente.Me encontré a Jack mirando hacia el ventanal. Me detuve detrás de él y levanté mis talones de
—¿Cómo convenciste a Jack? —pregunté, tratando de no pestañear mientras Mía me delineaba.—No fue tan difícil en realidad. Sólo le dije que tu querías ir.—Qué mentira. —se alejó de mí y me miró atenta. Sacó una paleta dehighlightde su estuche y comenzó a palpar con una brocha.—¿No quieres entonces?—No lo digo por eso... —murmuré. Deslizó la brocha en mis pómulos y asintió orgullosa.—Perfecta. Vamos a divertirnos.Lo má