EMBARAZADA DE UN ALFA POR ACCIDENTE
EMBARAZADA DE UN ALFA POR ACCIDENTE
Por: Opala negra
PRÓLOGO
POV de MAGNOS.

Una enfermedad cayó sobre el mundo sobrenatural. No se conoce su origen, pero sabemos sus consecuencias y sus objetivos: nosotros los licanos, los hombres lobo y los lobos. Mi raza está perdiendo la capacidad de tener cachorros. Machos y hembras se estaban volviendo estériles a medida que transcurría el tiempo.

Esta maldita enfermedad quería diezmar mi raza, pues una manada sin cachorros era un presagio del fin. ¿A quién dejaremos nuestro legado? El mundo de los lobos se estaba derrumbando y en busca de una solución, buscamos en varias partes del mundo. Mi manada era la más fuerte y evolucionada tecnológicamente entre todas las demás.

Soy el alfa, el rey de los licanos de la manada Aulladores Negros. Pero muchos nos conocen como Aulladores. Evolucionamos en conocimientos antes que las otras manadas y antes que los humanos, estos ni sueñan con nuestra existencia, excepto aquellos que tienen permiso, gracias al vínculo de compañerismo.

Pero era algo raro que sucediera, solo había ocurrido dos veces en nuestra historia. Y aun así era visto por muchos como un mito. Pues los humanos no eran bienvenidos en nuestro mundo sobrenatural. Sin embargo, teníamos que respetar la regla en caso de que un humano sea el compañero de alma de un lobo. Los compañeros eran sagrados, dados por nuestra diosa suprema Luna.

No obstante, volviendo a la enfermedad, no sé por qué estábamos siendo castigados con ella, pero no dejaré que mi manada muera. Entonces nuestros científicos tuvieron la brillante idea de congelar los óvulos y espermatozoides para garantizar la prosperidad. Así, cuando descubramos la cura, podremos tener nuestros cachorros mediante fertilización in vitro.

Sufríamos esta enfermedad desde hace diez largos años, ningún cachorro había nacido desde entonces. Nuestras muestras se encontraban sanas, lo cual era una excelente noticia. No sé cómo funcionaba esta maldición, pero la venceré, por el bien de mi manada. Yo, Alfa Magnos, también tuve que congelar mis muestras, espero algún día tener cachorros con mi compañera de segunda oportunidad, cuando ella aparezca.

La diosa Luna me lo prometió en sueños, mientras sufría por la pérdida. Yo tenía una Luna, ella no soportó el sufrimiento de perder a nuestro cachorro y se quitó la vida. Todo lo que sentía por mi excompañera era rabia y desprecio. Catia fue débil, no pensó en nuestra manada, ni siquiera cuando se suicidó.

No pensó en las consecuencias de dejar a una manada sin una Luna. La odiaba por su debilidad y egoísmo. Catia, tan pronto como se suicidó, perdió el derecho a tener un funeral digno de un licano. Ordené que la enterraran en un cementerio humano, pues ya no era digna de estar junto a nuestros muertos.

Cuando apareció la maldita enfermedad, todas las hembras embarazadas perdieron a sus cachorros, incluida mi débil compañera, pero a diferencia de la mía, ninguna otra se quitó la vida. Quitarse la vida era un gran pecado a los ojos de nuestra diosa. Por esta razón, la diosa Luna me prometió otra compañera muy especial, y desde entonces sigo esperando.

Estaba en mi oficina, resolviendo problemas de ataques de lobos solitarios, además de la enfermedad, todavía tenía que lidiar con estos perros callejeros. Mis días consistían en lidiar con problemas de la manada y también cuidar de las empresas humanas que poseía. Pues sí, tenía que mantener la manada de alguna manera, así que fundé algunas empresas.

Y también tenía que garantizar la seguridad de mi gente, así que con el dinero compré una propiedad del tamaño de la mitad del estado de Oregón, Estados Unidos. La propiedad se encontraba en uno de sus bosques, el Creek. Mis tierras llevaban sello de reserva ambiental, ningún humano tenía permiso para entrar y mi gente puede vivir tranquila.

Aquí en el territorio de mi manada, existían otras cuatro que vivían en el área a una distancia de quinientos kilómetros. Estas eran pequeñas y vulnerables, así que les permití vivir en mis tierras, siempre que no interfirieran con mis reglas para mi manada ellos podían seguir sus propias reglas, no me importaba.

También teníamos las manadas fuera de mi área de cobertura, pero que se encontraban bajo mi protección. Y por supuesto, existen aquellas que eran rivales, sin contar a los suicidas queriendo meterse conmigo. Fui interrumpido de mis pensamientos por golpes en la puerta.

—Adelante. —dije.

Mi beta Iván entró y no tenía una cara buena. Aunque bien, él siempre mantenía esa expresión de crueldad. Pero era fiel. Si no lo fuera, ya le habría arrancado la cabeza.

—Alfa…

—¿Qué pasó Iván? —Ya pregunté previendo problemas. Cosmo estaba impaciente en mi mente.

—Lo siento mucho, alfa Magnos, pero alguien invadió el santuario y robó sus muestras, señor.

Iván habló y dio un paso atrás con la cabeza agachada. Pude oír y sentir a su lobo aprensivo con la reacción del mío. Lancé el escritorio lejos, y se hizo añicos contra la pared quedando en varios pedazos, causando un estruendo muy fuerte, ignoraba si toda la manada lo había oído.

Todo lo que pensaba era en mi semen que fue robado, mi oportunidad de tener cachorros algún día. Mi respiración estaba descontrolada, mis uñas empezaron a crecer. Mi lobo Cosmo gruñó y quería despedazar a todos. Mis huesos empezaron a crujir, podía sentir mi transformación ocurriendo. Sentí una energía pulsando en mi cuerpo, una fuerza primaria que clamaba por libertad.

Respiré hondo y me concentré en mi esencia animal. Sentí mi piel rasgándose, mis huesos quebrándose, mis músculos expandiéndose. Respiré profundamente con el dolor y, al mismo tiempo, con éxtasis, mientras mi cuerpo se moldeaba en una nueva forma. Crecí en altura y anchura, mis brazos y piernas se volvieron gruesos y peludos, mis manos y pies se transformaron en garras afiladas, mi rostro se alargó en un hocico lupino, mis dientes se convirtieron en colmillos amenazadores, y mis ojos brillaban con un fuego salvaje.

Me había convertido en un crino, un hombre lobo imponente y temible, listo para enfrentar cualquier desafío. Iván se arrodilló debido a mi dominación que estaba al máximo como consecuencia de mi ira. Mi forma crino tomó el control, mitad lupina, mitad hombre. Un crino era una forma híbrida entre humano y lobo, que algunos licanos podían asumir.

Es una forma poderosa, feroz e intimidante, que los licanos usaban para combatir a sus enemigos o defender su territorio. Mi ropa estaba destruida, mi cuerpo cubierto de pelo. Estiré mi cuerpo haciendo crujir los huesos y poniéndolos en su lugar.

—Voy a matar a quien se atrevió a tomar lo que es mío. —dije con mi voz monstruosa.

Mi voz sonaba diferente por ser la mezcla de la voz de Cosmo y la mía. Salí de la oficina y sentí a Iván detrás, pero manteniendo una distancia segura. Todos en el camino se fueron arrodillando y encogiéndose de miedo. Pues solo usaba esta transformación cuando teníamos un caso muy grave. No era un ser bueno, me consideraba cruel y sádico, y empeoré con la muerte de mi excompañera traidora, pero era un alfa justo. Sin embargo, en este momento, quien se interponga en mi camino, podía ser aún más cruel y alguien morirá hoy. Ya hacía tiempo que no comía carne de traidor.
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