CAPÍTULO 1 INSEMINACIÓN
POV DE AMELIA

—¿Está lista, señorita Carter?

Preguntó la doctora Marie mientras me encontraba recostada en la silla, esperando para ser inseminada.

—Estoy lista, doctora. —respondí bastante nerviosa.

La Dra. Marie me explicó que introduciría un catéter fino en mi vagina hasta llegar al útero. Luego, inyectaría el semen del donante, que estaba almacenado en un tubo de ensayo, a través del catéter. Me dijo que el procedimiento era rápido y sencillo, pero que podría causar una leve molestia o dolor. También me advirtió sobre los posibles riesgos de sangrado, infección o embarazo múltiple. Asentí, tratando de no pensar en lo peor.

Estaba nerviosa, ansiosa, esperanzada y asustada al mismo tiempo. Era mi última oportunidad de cumplir mi sueño de ser madre. Sentía mi corazón latir con fuerza, mi respiración agitada y el sudor corriendo por mi frente. Intentaba calmarme, rezando para que todo saliera bien. Pensaba en mi futuro hijo, en cómo sería, lo mucho que lo amaría y cómo lo educaría. Deseaba tanto darle una vida feliz.

Apreté con fuerza la mano de Jake, quien me acompañaba como siempre, ya que era mi mejor amigo. Nos conocimos en la universidad, estudiamos y nos graduamos juntos. Decidimos trabajar los dos como médicos genetistas, atendiendo pacientes e investigando en un laboratorio propio, donde analizábamos las causas y posibles curas de enfermedades genéticas.

Él siempre había estado a mi lado, apoyándome, animándome y haciéndome reír. Era un profesional ejemplar, un hombre íntegro y un amigo leal. De mi parte era la mejor y más solicitada médica genetista de todo el estado de Washington, pero ahora estaba aquí temblando de miedo por no poder generar una vida.

—Todo saldrá bien, Lía. Pronto mi sobrino estará creciendo fuerte en tu barriga. —dijo Jake.

Él me miraba con cariño, tratando de calmarme y llamándome por el apodo que me puso. Era una persona maravillosa. Le sonreí nerviosa y apreté su mano, asintiendo con la cabeza y creyendo que todo saldría bien. Tenía que ser así. Tenía fe en que esta vez quedaré embarazada.

El procedimiento comenzó. Estaba muy ansiosa. No veía la hora de tener a mi hijo dentro de mí. Jake no soltó mi mano en ningún momento, amaba a mi amigo y hermano. Después de una hora, la Dra. Marie terminó el procedimiento. Todo había salido muy bien. Me llevaron a una habitación y tuve que quedarme todo el día, internada solo por precaución. Pero al final de la tarde me dieron el alta. Jake pasó todo el día haciéndome compañía en el hospital y mimándome para que me sintiera más tranquila.

—¿Estás segura de que no quieres quedarte en mi casa o en la de mis padres?

Preguntó mientras empujaba mi silla de ruedas por el pasillo del hospital. Jake insistió en que no caminara, estaba super protector. Quien nos viera pensaría que era mi esposo. Suspiré y respondí con gentileza.

—No quiero molestarlos a ti o a tus padres. Estaré bien, solo necesito descansar unos días. Tengo a María, que podrá ayudarme. —comenté tratando de tranquilizarlo.

María era la cocinera y vivía conmigo. Había trabajado para mis padres. Cuando ellos fallecieron y la traje para que se quedara conmigo. Como era testaruda, solo aceptó quedarse si era como mi cocinera. Pero la veía como una segunda madre y la he tratado con ese cariño.

—Solo no insisto porque sé que María te cuidará muy bien. —Por fin cedió. Me llevó a casa y pasó la noche allí por precaución. Por la mañana, Jake se fue.

Habían pasado treinta días desde mi fertilización in vitro. Volví a la clínica cinco días después para hacerme un ultrasonido y saber si había ocurrido la implantación. Para mi alegría, los óvulos se habían fijado en el útero. Ahora solo quedaba esperar para saber si estaba embarazada.

En los últimos días había tenido algunos síntomas: un leve cólico abdominal, lo que me puso nerviosa y llamé a la Dra. Marie, quien dijo que era normal. Pasaba cansada y con sueño, dolor de cabeza leve, pero persistente y mis senos estaban hinchados y adoloridos. Estos síntomas me hacían muy feliz.

Mañana tenía una consulta para saber si me encontraba embarazada. Al día siguiente, llegué a la clínica sola, ya que Jake tenía trabajo en el hospital y no podía acompañarme. Esperé sentada en la recepción a ser atendida. Pronto una enfermera vino a llamarme.

—Señorita Carter. —Me llamó la enfermera.

Me levanté y la seguí hasta el consultorio de la doctora, en cuanto entré, fui recibida con una sonrisa.

—Buenos días, doctora. —saludé a la médica.

—Buenos días, señorita Amelia. ¿Cómo ha estado? —Me preguntó.

—Bien, dentro de lo posible. —respondí un poco ansiosa.

—¿Cómo así? —indagó, extrañada por mi respuesta.

—He tenido algunos síntomas. Dolor de cabeza, un poco de cólico, mis senos están hinchados y adoloridos, y tengo mucho sueño. —relaté lo que sentía.

—Entiendo. Primero haremos un ultrasonido y un examen de sangre para saber si está embarazada. No quiero adelantarme, pero con esos síntomas es posible que sean señales de embarazo. —informó.

Mi corazón dio un salto de alegría solo de oír eso. Una enfermera me sacó sangre y fui a la sala de ultrasonido. La Dra. Marie dijo que tan pronto terminara el ultrasonido transvaginal, el examen de sangre estaría listo.

—¿Lista? —Me preguntó.

—Sí. —respondí nerviosa. Había llegado el momento de la verdad.

Puso gel en el aparato y lo introdujo en mí. Empezaron a aparecer imágenes que no sabía interpretar. Pasaron algunos minutos y la doctora estaba callada y concentrada. Este silencio me estaba matando.

—¿Y entonces, doctora? —rompí el silencio, sin poder soportar la espera.

—Felicidades, está embarazada. La fertilización fue un éxito. —comentó Marie.

Empecé a llorar, finalmente tendría a mi bebé. La doctora me dio un pañuelo y continuó el examen. Comenzó a mirar la pantalla del monitor y sonrió.

—¿Qué pasa? —Me puse aprensiva de inmediato.

—Bueno, estoy viendo que tendrá cuatrillizos. —dijo ella sonriendo feliz.

Abrí los ojos de par en par y me quedé asustada, pensé que había oído mal. Pero ante su sonrisa, confirmé que había oído bien.

—Cuatrillizos, eso es... es maravilloso. He sido muy bendecida. Gracias, Dios mío. — sonreí feliz con este regalo.

—Esto sucede a menudo cuando se hace fertilización in vitro. A veces nuestras pacientes llegan a tener hasta siete hijos. —explicó Marie.

—Vaya, parece que me quedaré en cuatro. Muchas gracias, doctora, por todo. —comenté sonriendo y muy agradecida a la doctora Marie que me había atendido.

—Es un placer poder proporcionarle esta alegría. —respondió ella.

Después del ultrasonido transvaginal, vimos el examen de sangre que dio positivo, por supuesto. La doctora me hizo algunas recomendaciones y me indicó un médico obstetra. Me despedí de la doctora y salí del consultorio. Pero cuando caminaba por el pasillo, choqué con alguien. Levanté la mirada y vi al hombre más guapo que había visto en mi vida.

Pedí disculpas, pero él me miró con asco y enojo. Ni siquiera se molestó en responder y se alejó como si yo fuera un saco de basura. Me quedé indignada, pero decidí dejarlo pasar. No iba a arruinar mi día por un maleducado.
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