KIERAN:
Después de decirles a las mujeres que al día siguiente estaríamos ocupados y que el doctor Gael, responsable de nuestro orfanato, las llevaría a dar un recorrido, estuvieron de acuerdo, especialmente al ver a mi primo, que era un encanto de persona; y era entendible, era un omega.
Las dejamos con él y nos fuimos de inmediato, sintiendo sus miradas clavadas en nuestras espaldas. Pero teníamos que saber; no era algo que podíamos dejar para después. El vuelo fue rápido, a pesar de que duró unas cuantas horas. Al llegar, ya teníamos listos los autos que nos llevarían cerca del lugar, así como los guías. Unos lobos se ofrecieron a acompañarnos. No íbamos solos; llevamos a un cuerpo de élite de nuestros guerreros. Cuando estábamos en el bosque, dejamos todo atrás y nos convertimos en lobos. Atka aCLARIS:Habíamos recorrido todo el hermoso orfanato. Era un imponente edificio que contaba con todas las comodidades y más. Las habitaciones no eran compartidas; cada niño tenía la suya, y los hermanos ocupaban unas más amplias juntos. Lo mejor de todo era que cada una estaba decorada según sus gustos.—Vaya, esto es fantástico —exclamó Clara emocionada—. ¿Se fijaron que hay un pabellón para cada edad?—Me di cuenta de que hay hasta adultos —dije asombrada; era increíble. Me giré hacia el amable doctor Gael, quien nos acompañaba—. ¿Hasta qué edad los tienen aquí?—Hasta que logran independizarse. Algunos deciden quedarse a trabajar aquí; nadie está obligado a irse —respondió Gael con orgullo.La calidez con la que el doctor Gael hablaba sobre el orfanato era contagiosa, y no pud
KIERAN:La densa niebla que nos rodeaba parecía palpitar al ritmo de nuestros corazones. Cada paso que dábamos reverberaba con un eco de desafío, como si el suelo mismo nos susurrara que siguiéramos adelante. A nuestro alrededor, la magia se entrelazaba con el aire, formando hilos dorados que titilaban bajo la luz tenue del crepúsculo.—¡No se acerquen! ¡El Alfa Kieran Theron ya domina el poder Carmesí y el Místico! —escuché una voz que me pareció extrañamente familiar. Era Chandra Selene, la hija del alfa Aleh. ¿Qué hacía ella allí?—Atka, dime si me equivoco, ¿es Chandra? —pregunté a mi lobo.—¡Lo es! —contestaron los tres lobos: Atka, Magnus y Roan—. Es la hija del alfa dos lobos del norte. ¿Cómo…?Solo podía haber una explicación para eso: o era una
CLARIS:El silencio momentáneo que siguió a mi pregunta me impresionó; mis hermanas no solían hacer eso. Estaba llena de incertidumbre y curiosidad; era la misma pregunta que nos envolvía a todas como un abrazo inesperado. Clara y Elena intercambiaron miradas, esas que solo pueden compartir hermanas en momentos de complicidad y comprensión.—No podemos sacar conclusiones apresuradas, Claris —dijo finalmente Elena, tratando de parecer neutral—. No conocemos a Kieran, pero dudo que si tuviera una relación con ella, te hubiera llevado a su casa y te estuviera pidiendo una relación. No empieces a sabotear tu propia vida antes de que ni siquiera inicie.Clara asintió con la misma serenidad que siempre intentaba transmitir. Vino corriendo y pasó su brazo por mis hombros.—Claris, ¿no dijiste que te volvía loca? Disfruta, por una vez en tu vida, de un hombre com
CLARIS:Nos alejamos rápidamente por el pasillo principal, tratando de desaparecer entre la multitud que llenaba el mercado aquel día. Elena soltó un suspiro de alivio, aunque el nerviosismo aún relucía en su mirada.—Esos Craon son problemáticos —dijo en voz baja, mirando brevemente hacia atrás, como si esperara ver sus sombras todavía persiguiéndonos.—Sí, pero al menos parece que Kieran estaba pendiente de nosotras —respondí, tratando de apaciguar las dudas que todavía revoloteaban en mi mente. Me había gustado mucho que nos cuidara, aunque eso me hiciera sentir vigilada.—¿Les dijiste que nos sigan? —preguntó Clara, con curiosidad y un toque de preocupación.—No exactamente —confesé, sintiendo un leve rubor en mis mejillas—. Aunque de alguna manera, siento que Kieran siempre s
KIERAN:Todo era muy confuso en este orfanato en medio de la selva. Pregunté por los cuidadores y me dijeron que eran dos mujeres que habían muerto tratando de sacar a los niños del fuego; no había nadie más. Luego miré a mi Beta, Fenris, que todavía esperaba por mi respuesta. —¿Por qué me lo preguntas si sabes la respuesta? —dije, sintiéndome de pronto muy cansado y molesto—. Los llevaremos a la manada; los brujos sabrán qué hacer con ellos y nos dirán si son reales o si son como los demonios que acabamos de ver hace un rato. Fenris asintió y comenzó a organizar todo junto a Rafe. Quería salir de allí cuanto antes; estaba seguro de que nos estaban vigilando. Cada poro de mi piel me lo advertía. Tomé mi teléfono, asombrado de que funcionara en medio de aquella espesa selva.
CLARIS:Me quedé observando el teléfono con incredulidad. Si los guardias no eran de Kieran, entonces, ¿de quién? Miré a Elena y Clara, que esperaban que les contara todo, lo cual hice en breves palabras. —Dice que mandará a Gael por nosotras. Pero creo que mejor nos escabullimos. ¿Qué opinan? Tengo miedo —dije al ver su expresión de desconcierto. —Podemos llamar a tu amigo, Elena. Me refiero al científico Jerry. —Ya se fue de la ciudad. Tenemos que arreglarnos solas; no podemos confiar en nadie —dijo, pensativa. Estábamos en una tienda de lencería en la tercera planta. Ahora sabíamos que los guardias que nos habían salvado de los Craom eran en realidad otros que nos estaban siguiendo, y no quería que ellos nos atraparan. Podía ver cómo estaban distribuidos por las tie
ALFA KIERAN THERON:El olor me golpeó como una descarga eléctrica, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi piel se erizó al reconocerlo: era mi propia esencia, pero más dulce, más intensa, entrelazada con algo más que no podía identificar. Imposible. Esto solo ocurría cuando... ¡No! Después de cientos de años esperando, ¿por qué ahora? Mis músculos se tensaron por instinto y, antes de poder procesarlo conscientemente, ya estaba corriendo. El aroma me guió más allá de los límites de la manada, hacia una vieja casa de piedra y madera en las afueras del pueblo. El edificio, rodeado de pinos centenarios, había sido ocupado recientemente por tres humanas. Podía oler sus esencias entremezcladas con el aroma a pintura fresca y cajas de cartón. Mi lobo Atka se agitaba en mi interior, desesperado por irrumpir en la casa, pero tres siglos de control me mantuvieron anclado al suelo. No podía simplemente entrar y asustar a los humanos. ¿Cómo era posible que mi esencia estuviera allí?
CLARIS: Las náuseas me asaltaron de nuevo mientras organizaba los documentos en mi escritorio. Era la tercera vez en la mañana y ya no podía disimular. Corrí hacia el baño, sintiendo la penetrante mirada de mi jefe siguiendo cada uno de mis movimientos. Al pasar junto a él, pude ver cómo arrugaba su nariz con ese gesto de disgusto que tanto lo caracterizaba.Después de tres meses trabajando en este pueblo perdido, conocía bien esa expresión. El señor Kieran Thorne, un hombre huraño de rutinas y cualquier alteración lo perturbaba visiblemente.—Necesito salir temprano hoy —anuncié cuando regresé, limpiándome discretamente el sudor de mi frente—. Tengo una cita médica. Él apenas levantó la vista de sus papeles, pero pude notar cómo sus hombros se tensaban. Después de un silencio que pareció eterno, asintió secamente. Caminé presurosa mirando mi reloj con miedo de demorarme demasiado. Mientras esperaba, suspiré pensando en que no era tiempo para enfermarme ahora. Mi madre y mi pobre h