KIERAN:
Sin decir palabra, uno de los guerreros levantó el brazo, señalando hacia el cielo con una mano temblorosa. Seguí su mirada, sintiendo cómo el aire se volvía más pesado, cada molécula cargada de tensión, como si el bosque contuviera la respiración en espera de que algo irremediable sucediera. Entonces lo vi.
Una luz plateada se extendía sobre nosotros, brillando con un fulgor inusual con las energías de la noche. Al principio, pensé que era una ilusión, tal vez algún truco del enemigo para desorientarnos, pero nada en esa luz tenía el desorden de algo creado para confundir. Se movía con una precisión casi viva, dibujando un perímetro perfecto a nuestro alrededor. La barrera se alzaba, creciendo lentamente hacia el cielo como una cúpula irrompible, envolviendo todo el territorio de la manada. El rCHANDRA:No podía creer que mi hermano Vorn le hubiera creído a Vikra. ¿Cómo podía confiar en ese inútil que nunca ha servido para nada? Ahora tendría que retrasar mis planes; el ataque debía ser pospuesto. Sin embargo, algo podía adelantarse: lo del rapto de los cachorros. Pero tenía que ser meticulosa, tenía que estar perfectamente planeado.Escogí a varios de mis guerreros más leales para acompañarme y realizar una visita estratégica a la manada del alfa Theron. Necesitaba ver con mis propios ojos lo que estaba ocurriendo en ese dominio y confirmar si era cierto lo que había contado mi hermano menor. Si en verdad los cachorros del alfa poseían un poder tan grande, podían convertirse en piezas cruciales para ejecutar el plan más ambicioso de mi vida: convertirme en la alfa más poderosa de todos los tiempos.
KIERAN:Recorrí todo mi territorio a máxima velocidad, buscando con desesperación el más mínimo rastro de las tres lobas lunares. Cada rincón fue revisado; cada sombra, interrogada por mis instintos de lobo, pero tanto la noche como el destino parecían decididos a ocultarlas de mi alcance. Cuando regresé a la plaza de la manada, frente a mi casa, los rostros tensos de mis guerreros me dijeron todo lo que necesitaba saber antes de hablar. Se habían reunido allí, con los mismos resultados frustrantes que yo había obtenido.—Mi Alfa —dijo, esforzándose por mantener su voz firme y clara—. Demetrios, el guardián del puesto del norte, informó que Chandra quiso entrar. Ese fue el permiso que mandó a pedir antes.Mi mirada se afiló al escuchar su nombre y me acerqué un paso más, exigiendo con mi sola pr
CLARIS:Abrí los ojos esperando ver a mi alfa junto a mí, pero, en su lugar, me encontré en medio de Clara y Elena. Mi corazón latió desorientado, como si el tiempo hubiera jugado conmigo, arrancándome de la realidad que conocía. ¿Qué había pasado? En mi mente, los fragmentos de una visión borrosa me guiaban, como destellos perdidos entre la oscuridad que luego me engulló. La sensación era tan confusa como inquietante. Sin pensar demasiado, tomé una mano de cada una y cerré los ojos nuevamente, buscando consuelo en el silencio, en el deseo de dormir un poco más, aunque la inquietud permanecía viva en mi pecho.Mientras intentaba hundirme en el sueño, mi alma clamaba con profunda desesperación. Deseé con todo mi ser que la manada estuviera protegida, fuera cual fuera la amenaza que acechaba desde las sombras. Había
CHANDRA:Vi cómo Sarah se retiraba junto al brujo y las brujas. Mi instinto, más afinado que nunca, me llevó a enviar a algunos de mis guerreros a seguirlos con suma discreción. Había algo en ellos, un aire inquietante, que dejaba claro que no debíamos perderlos de vista. Sin embargo, mi mente tenía otros asuntos apremiantes. Regresé a los límites del territorio de la manada Nox Venators para analizar lo que realmente sucedía allí.Cuando llegué a donde deberían estar los guardianes, lo que me recibió fue la soledad. No estaban, y el aire se sentía pesado, cargado de un silencio opresivo que me erizó la piel. Miré a mi alrededor, buscando alguna señal de vida. Pero no la había. Algo insólito estaba ocurriendo con la manada de Kieran que desafiaba toda lógica conocida. Entonces, dirigí mis pasos hacia la barr
CLARIS:Atenea me miraba con desconcierto, su mirada dorada escrutando todo a nuestro alrededor como si cada parte de la escena fuera un fragmento que necesitaba descifrar. Su resplandor lunar iluminaba la superficie sobre la que flotábamos, haciendo que la barrera vibrara en tonos aún más intensos. La tensión en su mirada inquisitiva no soltaba la mía, y el vacío de respuestas era como una sombra que no podía evitar.Ella era la loba lunar guardiana, la que debía saberlo todo, pero lo había olvidado. Ese hecho me inquietaba; Atenea estaba perdida, entonces realmente estaba sola en esto. Tantas preguntas vibraban en el aire alrededor de nosotras que apenas podía respirar. El miedo crecía como un fuego en mi interior al ver su reacción, y no podía negarlo. Era el caos que yo misma había desatado: divino, temible e irreversible.—No sé qu&ea
KIERAN:Después de dejar a mis hijos en compañía de Farel y Gael, me aseguré de que ambos quedaran tranquilos. Gael estaba inquieto. Su rango de omega lo llevaba a buscar refugio constante junto a mí, su alfa. A pesar de ser un médico excepcional, sus emociones solían desbordarse, y la traición de Sarah, su destinada, aún cargaba su espíritu con un peso indescriptible.Acepté su presencia porque, de alguna manera, su compañía me aportaba equilibrio; me hacía reflexionar con claridad cuando todo parecía derrumbarse a mi alrededor. La visión de Gael, pequeño y vulnerable, jugando con mis hijos como uno más de ellos, llenaba el hogar de una calma ilusoria, de una normalidad aparente que me ayudaba a seguir adelante.Los dejé con su risa fundida en el aire y me dirigí al despacho, seguido por Fenris. Ambos co
SARAH:Esto no me podía estar pasando. Llevaba tantos años planeando convertirme en la Luna de Kieran Theron, sacrificando más de lo que nadie podría imaginar, y ahora me encontraba atrapada en las garras de las brujas, envuelta en el horror de haber sido entregada al infame brujo infernal, Crimsonox. Nadie en su sano juicio pedía ayuda a ese lunático ni osaba enfrentarse a él. Todos sabían que aquel ser sombrío se apoderaba de las almas de los brujos que se vinculaban con la magia negra, absorbiendo sus vidas en un remolino de energía roja como una vorágine sangrienta.La misma energía carmesí que poseía Kieran, que pulsaba con fuerza cuando su aliento atravesaba el aire, como si luchara contra algo que nadie podía ver, ahora estaba bajo la mirada codiciosa de la bruja superior, Induaran, que, cegada por su avaricia, había decidido actuar. Yo habí
KIERAN:Salí junto a ellos para observar desde lejos lo que sucedía. Era cierto, estábamos completamente rodeados. Todos los seres sobrenaturales que coexistían con nosotros se habían reunido; sus figuras se amontonaban más allá de los límites de mi territorio, lanzando ramas y energías contra la barrera que nos protegía. Por un momento, vi cómo la barrera se expandía, engullendo cada intento hostil y obligándolos a retroceder. Tomó un color casi rojo, vibrante y furioso, pero después volvió a replegarse justo sobre los límites que demarcaban nuestra manada, recuperando su tono plateado antes de desaparecer de la vista.—Mi Alfa, ¿te fijaste? Creo que las tres lobas lunares están dirigiendo la barrera desde algún lugar —dijo Fenris, llamando mi atención.Ya había detectado aquel fenómeno: p