VIKRA:
No sabía qué sucedía fuera de las paredes de esta cueva en la que el alfa Theron me había encerrado desde que llegué para advertirle de los planes de sus enemigos. Mi propósito principal había sido claro desde el inicio: encontrar la manera de acercarme a Claris. Convencerla de huir conmigo al mundo humano, donde estaríamos a salvo de todos los males que aquí nos acechaban.
Desde aquella noche en que nuestras mentes se encontraron, estaba convencido de que éramos almas destinadas a unirnos. Esa conexión había sido tan pura, tan poderosa, que no dejaba espacio para la duda. Pero desde entonces, algo había cambiado. Nuestro vínculo, ese hilo invisible que nos había mantenido unidos, parecía haberse desvanecido. Día tras día intentaba alcanzarla, buscar su presencia en el vacío de la distancia, llamarla con cada parte de miCLARIS:Mi alfa me había mostrado una puerta hacia su mundo sobrenatural, mejor dicho, hacia “nuestro” mundo. Soy una licántropa con grandes poderes. No nací como loba; fui creada por la Diosa Luna y enviada para ayudar al alfa más poderoso, que resultó ser Kieran Theron, a restablecer el equilibrio. Ahora comprendía mi misión, mi verdadera naturaleza, y estaba aprendiendo lo que significaba ser una loba. No estaba aprendiendo de los adultos de la manada, quienes aún me observaban con recelo, sino de los cachorros, que me aceptaron sin prejuicios. Era con los más pequeños con quienes comenzaba a entender, paso a paso, lo que implicaba esta nueva existencia. Kieran había sellado a mi loba. Ella sabía perfectamente lo que era ser una loba, mientras yo, Claris, la humana, no lo comprendía. Quería que, a través del cuerpo de Lúmina, a
LÚMINA:Todavía los albores del amanecer no habían aparecido cuando sentí que me liberaban. Abrí los ojos lentamente, y allí estaba mi Alfa frente a mí, con una gran sonrisa dibujada en el rostro. Irradiaba orgullo y expectativa, una mezcla que me llenó de alivio y renovación. —Buen trabajo, mi Luna —saludó Atka, tranquilo, recibiéndome como un abrazo cálido dentro de mi mente—. Tu humana ya sabe lo que es ser una loba. Lo demás se lo enseñarás tú, como debe ser. Inmediatamente sentí a Claris conectada conmigo, su presencia flotando en mi mente. Cerré los ojos por un segundo, agradeciendo silenciosamente el tiempo que había necesitado para aprender. Me dirigí a Kieran, con atención completa, lista para saber qué venía ahora. —Gracias, mi Alfa. Te dije q
KIERAN:Mi mente estaba completamente enfocada en lo que estaba sucediendo. Lúmina demostraba su valía frente a la manada utilizando todos sus poderes y dominio de los elementos, pero ahora era mi turno de mostrarles lo que significa ser un Alfa con su Luna a su lado. La manada observaba, expectante. Percibía los susurros como un zumbido constante que irritaba. Los guerreros más fuertes de nuestra manada se adelantaron, con sus músculos tensos y listos para atacar. Podía sentir como la duda aún persistía en sus corazones. Escuchaba con claridad cada uno de sus pensamientos: ¿Es esta realmente nuestra Luna? ¿Sigue siendo digna de nuestro Alfa con su magia? ¿No será una bruja? Solté un gruñido bajo que cortó cualquier murmullo. No era necesario encontrar sus miradas. Ellos sabían que mi paciencia tenía límites. M
ALFA VORN:Me quedé mirando al espía postrado delante de mí, incapaz de asimilar del todo lo que estaba escuchando. Lo que decía desafiaba la lógica. La manada Nox Venators siempre había sido un ejemplo de fuerza inquebrantable, conocida por su lealtad absoluta al Alfa de Alfas, Kieran Theron. Sin embargo, un detalle captó mi atención que no podía pasar por alto mientras el espía continuaba hablando. —Y su fuerza creció… Si antes era imponente sin su Luna, ahora que ella apareció, su poder es algo que jamás he visto. —La admiración emanaba de cada palabra—. Y si viera cómo reaccionó su lobo, mi Alfa… ¡Fue asombroso! Con un simple movimiento, Atka lanzó a uno de sus mejores guerreros contra un árbol como si fuera una hoja. Y su Luna… ¡Es la loba más hermosa y poderosa que he pre
KIERAN:Me mantenía firme, con los brazos cruzados sobre el pecho, mientras los representantes del consejo discutían frente a mí. En mi interior, el orgullo y la preocupación se debatían en un pulso constante. Por un lado, estaba orgulloso de mi Luna. Lúmina había demostrado con contundencia por qué la Diosa Luna la había destinado a mí. Pero la batalla apenas había comenzado y sus errores aún pesaban demasiado. Cada vez que recordaba las consecuencias de su decisión de no advertirme sobre las visiones, un nudo se formaba en mi pecho. Habían muerto buenos guerreros. Hombres leales, cuyas familias ahora veían a Claris con desprecio y rabia. No los culpaba. Sin embargo, observarla sanar a los heridos con una precisión y rapidez impresionantes, con mi ayuda, los había dejado en silencio; incluso los más airados comenzaban a dudar d
KIERAN:La tensión en el aire parecía ceder, aunque solo un poco. Claris inclinó la cabeza en una muestra de gratitud humilde, pero el temple en sus ojos denotaba determinación. Era la misma humana que había entrado en mi despacho cuando mi beta la contrató como mi asistente, decidida a todo con tal de no perder su trabajo. No había cambiado en ese aspecto. Pero la Claris que ahora estaba frente a mí mantenía aquella valentía y coraje, aunque al mismo tiempo era diferente: más consciente de su papel, más fuerte. —Gracias —dijo serenamente, mirando tanto al consejo como a los integrantes de la manada reunidos—. Prometo demostrarles que su confianza en mí no será en vano. No lo haré porque quiera ser aceptada apresuradamente, sino porque amo a esta manada y haré todo lo que esté en mi poder para protegerla y trabajar por su b
CLARIS:Estaba desconcertada; cada palabra, cada movimiento se sentía cargado de tensión y significados ocultos que no alcanzaba a comprender del todo. Miré a mi Alfa, quien parecía estar estudiando cada una de mis reacciones con sus ojos entre grises y dorados, fijos en mí, insondables. ¿Qué era esto? ¿Celos u otra prueba? La incertidumbre me carcomía, pero era consciente de que no tenía tiempo para analizar en profundidad los sentimientos ni los motivos de Kieran. Había una realidad apremiante frente a nosotros que no podía ignorar: el alfa Vikra otra vez había puesto su vida en peligro y estaba casi segura de que lo había hecho por mí, motivado por la obsesión de creer que yo era su pareja destinada. Me volví hacia Vikra, esperando su respuesta. Pero en lugar de hablar con claridad, comenzó a reír. Su risa era en
CLARIS: Vi cómo Vikra cayó de rodillas. Bajó la cabeza, como si de repente toda fuerza lo hubiera abandonado. Incluso desde la distancia, podía percibir la renuncia en su postura, ese instante en el que comprendió que su obsesión había sido desvanecida por la realidad. La mano de Kieran comenzó a acariciar el lado de mi cuello, haciéndome olvidar. La conexión entre nosotros fue inmediata. Era como si Atka y Lúmina estuvieran coreando juntas una victoria silenciosa, y me dejaban a mí saborearla. Mi Alfa ronroneó en aprobación al ver cómo ladeé la cabeza buscando el contacto de su mano. Yo era su Luna. Él era mi Alfa. Y con esa resolución palpitando en mi interior, supe que no había espacio para nada más en mi corazón ni en mi destino. La reja de la celda se cerró co