CLARIS:
Kieran se había marchado, devolviéndome el control y volviendo a anular a Lúmina. No era justo para ella. No había cometido ningún error; todo era mi culpa. Intenté organizar mis pensamientos y tomé un baño rápido; el agua apenas lograba calmar la confusión que latía en mi mente.
Necesitaba ayuda, necesitaba respuestas. Me dirigí apresuradamente a la habitación de mi guardiana, Elena, quien me había criado y siempre tenía la solución a mis dudas. Ella era la única capaz de ayudarme. Abrí la puerta esperando encontrarla, pero la habitación estaba vacía.Corrí hacia la habitación de Clara. Mi hermana era una Loba Lunar empática, la única que podía entender las emociones. Si alguien podía decirme cómo enfrentar a Kieran y Atka, era ella. Sin embargo, al abrir la puertaKIERAN:La culpa me atormentaba. Había confiado en Claris, en su capacidad para cuidar a nuestros hijos, pero el estado de los cachorros hablaba por sí mismo. En silencio, escuché cómo le respondía a cada pregunta que Gael le hacía mientras inspeccionaba a los pequeños. Su tono era vacilante, lleno de confusión y miedo, pero algo en sus palabras me indicaba que no tenía respuestas reales, como si la cuestión fuera mucho más profunda.Gael, después de un rato de observarlos en silencio, se giró hacia mí. Su rostro, generalmente seguro, estaba cubierto de una sombra de pánico, y cuando habló, su tono fue grave, cargado con una urgencia que me erizó el alma. —Kieran, saca a Lúmina ahora mismo. No es algo que comieron. Es que están desconectados de su madre. Claris no solo te rechazó a ti al ne
CHANDRA SELENE:Sentía que todo comenzaba a salirse de mi control desde mi alianza con Sarah. Aunque siempre fue reconocida como una alfa poderosa y se desempeñaba como la Luna de la manada Nox Venators, había algo en ella que me incomodaba. Kieran Theron la consideraba su hermana, o al menos él mantenía esa apariencia, dejándola desempeñar ese papel sin cuestionamientos. Sin embargo, la realidad era muy distinta. Sarah nunca lo miró como un hermano, y ahora aseguraba algo que confirmaba sus intenciones: los cachorros de Kieran no eran de Claris… eran suyos.Esa revelación alteró mis planes. Sarah seguía aspirando a convertirse en su Luna, igual que yo. Pero era esencial recalibrar mis prioridades. Mi interés por Kieran nunca estuvo del todo motivado por él como hombre, sino por el poder que representaba ser su compañera. Y si eliminar a Sarah era un paso necesa
CLARIS:Kieran me devolvió el control de mi cuerpo tan rápido que necesité unos segundos para asimilarlo. Mi instinto me llevó inmediatamente a acercarme a mis hijos, que descansaban apaciblemente. Me quedé observándolos, intentando encontrar algo de calma en su quietud. Alcé la vista hacia mi madre, Elena, quien me miraba con una combinación de impotencia y tristeza que no hacía falta traducir en palabras. —Mamá... —La llamé con la urgencia de quien busca respuestas inmediatas. Había tantas cosas que necesitaba entender, tantas preguntas que necesitaban una guía, una solución, una luz. Sin embargo, antes de que pudiera articular una sola, la voz de Rafe resonó en la estancia, interrumpiéndonos. —Elena, sígueme. Tenemos que cumplir la orden del alfa. Vi cómo su mirada cargada de pesar se
KIERAN:La furia mezclada con impotencia crecía dentro de mí. Cada vez era más evidente que debía educar a Claris, enseñarle su lugar, pero no estaba dispuesto a hacerlo a expensas de mis cachorros. Sin embargo, mi mente no podía enfocarse completamente en ella; había una amenaza que se cernía sobre nosotros y que aumentaba con cada día. Esta vez no podía permitirnos huir. Era el Alfa de Alfas y esta vez no lo iba a hacer.Nos movíamos cubiertos por la oscuridad, sigilosos, hasta alcanzar el límite del territorio de la manada. Sabía que este era el punto crítico, el lugar donde se había reportado presencia de lobos cazadores. Lo que encontramos confirmó los informes: eran numerosos. Y, para empeorar las cosas, parecían haber establecido su campamento en las tierras de la manada de Vorn, el Alfa de los lobos del norte. —Vamos a acercarno
CLARIS: Era la primera vez que Kieran me trataba así, como lo que realmente era: una bestia salvaje. Había leído innumerables novelas sobre hombres lobo, y en casi todas los alfas maltrataban a las humanas. Había tenido suerte, hasta entonces. Kieran siempre me había tratado como una reina, pero seguía siendo obstinado. Se negaba a aceptar la vida en la ciudad, y aunque lo amaba, yo no estaba dispuesta a vivir en medio del bosque salvaje. Mucho menos a entregarme a una vida de loba. Tal vez la mitad de mi sangre era sobrenatural, pero eso no significaba que lo aceptara. Mis propios deseos, sin embargo, no tenían peso aquí. Este no era mi terreno; era el de Kieran. Estaba en desventaja, y lo sentía en cada mirada, en cada palabra que dejaban caer las lobas. Pero no pensaba renunciar. Tenía que ser estratégica, pensar en los niños. Ellos merecían algo mejor. Les d
KIERAN: Toda mi vida, en las relaciones que había sostenido con las lobas, jamás fui tan complaciente. Ellas se desvivían por ganarse mi atención, buscando ser elegidas como mi Luna. Pero con Claris, que finalmente resultó ser mi Luna, fue diferente. Después de descubrir la verdad, la traté como a una reina. Le di todo lo que quiso, la cuidé y la complací como si fuera el tesoro más preciado de mi vida... porque lo era. ¡Ella era mi Luna! Sin embargo, Claris continuaba negándose a aceptar su verdadera naturaleza, la de ser una loba. No quería vivir la vida que nos correspondía. Su rechazo me había empujado a tomar una decisión que me carcomía por dentro. Había sellado el lobo de mis hijos. ¡Eso era inaceptable! Pero si permitía que Lúmina, la loba de Claris, fuera liberada... el riesgo era enorme. Aunqu
KIERAN:Mis manos se cerraron en torno al tejido de su ropa, arrancándolo sin vacilar, exponiéndola a la luz tenue del dormitorio. Su jadeo ahogado resonó en el aire cargado, una mezcla de indignación y una emoción más profunda que negaba con todas sus fuerzas. —¡Kieran! —gritó, intentando retroceder, pero yo ya la tenía completamente atrapada contra el colchón. —Deja de luchar contra lo inevitable, Claris. —Solté un gruñido bajo, cargado de deseo y frustración. Me empujó con sus manos colocadas en mi pecho con fuerza, la suficiente para que cualquier otro cayera, pero yo no me moví ni un milímetro. La fuerza de su resistencia despertaba algo aún más feroz en mí y en mi lobo. No había sumisión en sus ojos, solo desafío, solo esa rabia contenida que me volvía l
KIERAN:Me miraba desafiante, con los labios ensangrentados y apretados, gritando que no quería ceder, pero sentí el ligero temblor de su cuerpo cediendo, traicionándola. Ella jadeó cuando bajé mis labios a su cuello, besando la piel suave donde mi marca aún palpitaba con un brillo tenue, llamando a ser renovada. —Puedes odiarme si necesitas hacerlo —susurré entre dientes mientras lamía la curva de su cuello, dejando que mi aliento caliente la alcanzara—. Pero no puedes cambiar lo que somos. Tu humana puede resistirse, pero tu loba ya lo sabe. Ella me acepta, Claris. Tú también lo harás. Claris arqueó el cuerpo, atrapada entre el placer insoportable de mi reclamo y la lucha por mantenerse firme, su orgullo humano resistiendo. Pero yo no iba a detenerme. Atka rugió en mi pecho, y sin más vacilación, mordí su cuello, renovando