Al Rosewood London Palace, Luck llegó del brazo de Bianca Evans, a quien los paparazzis atacaron con preguntas sobre su relación con el empresario escocés.Luck poco y nada le había prestado atención al asunto y sus ojos azules se dedicaron a buscar a la mujer que lo había evitado por tres largas semanas. Si bien, hubiera sido fácil para él acorralarla en ese mismo sitio donde supo pasaba la mayor parte del tiempo, ultimando detalles para esa noche, por primera vez siguió el consejo de Adrián y esperó pacientemente a que llegara ese momento para disipar todas sus dudas en relación a Megan y la familia Casiragi.Cuando al fin su mirada la encontró, quedó obnubilado con la belleza de la mujer que lo había embrujado. Tenía puesto un vestido azul con finos tirantes y un profundo escote que dejaba ver su aterciopelada y blanca piel.—Además de talentosa, es hermosa. —Bianca lo sacó de sus pensamientos—. Te sugiero que cierres la boca y que disimules; su esposo no te quita la vista de encim
Desde la mañana en la que se había enterado de quién era en realidad, debió haber parado con ese tonto juego de liarse con ella para no resultar el completo iluso que estaba siendo en aquel momento.Después de la pasión que habían compartido, le pareció que ella fue sincera; lo había mirado a los ojos y respondido sin remordimientos que nunca le había mentido, cuando en ese instante le daba la espalda a cambio del puesto de presidente de la empresa de su esposo.Entonces, se arrepintió de haberla llevado a Milán sin esperar a conocerla mejor. Se lamentó por haberla conocido, por haberle hecho el amor en Edimburgo, en Milán y cometer el mismo error allí, perdiendo nuevamente el control con su sola cercanía.—Tiene que haber una explicación… —susurró Bianca a su lado.—Si quieres seguir haciéndote falsas ilusiones con ese hombre, adelante —le respondió—. Yo no pienso seguir siendo parte de este absurdo juego. Me largo… —masculló con la voz quebrada, dando media vuelta y caminando en dir
Esa noche, Luck decidió que no bebería para mitigar la presión que sentía en su pecho; emborracharse no le ayudaría en nada. Estaba exasperado y cansado por la última discusión que tuvo con Megan. Suspiró y se tumbó en la cama sin desvestirse, quedándose dormido al instante. A las pocas horas, se despertó con un terrible sentimiento de vacío. Se había enamorado de una mujer sin escrúpulos, que se le metió en el corazón y lo hirió de forma irreparable.No quería pensar en ella. Evocarla era como si le dieran un puñetazo en la boca del estómago, pero no lo podía evitar. Su fugaz relación con la nuera de su socia, se había terminado.Imaginársela reconciliada con su esposo, hizo que tomara la decisión de regresar a Edimburgo y, después de correr un buen rato para despejar su mente, llamó a Adrián. Mientras lo esperaba, se duchó e intentó trabajar, pero no pudo. Le era imposible concentrarse.—Al parecer, te has tomado con bastante calma lo de ayer —lo fastidió su amigo, bebiendo el caf
—¡Soy un imbécil!—Menos mal te has dado cuenta —refutó Adrián, rodando los ojos y resoplando con fastidio—. Siéntate, Luck.El susodicho hizo lo que le pidió y esperó pacientemente a que su amigo hablara.—Yo pienso que tú eres el problema y no los asuntos de esa mujer. Te vuelves inmaduro, inseguro y estúpido cuando se trata de ella y te desconozco. Nunca te había visto titubear tanto en una relación y cometer tantos errores. ¿Estás seguro de que Megan es la mujer indicada para ti? —cuestionó con toda la seriedad del mundo.Luck sonrió como un tonto, pensando en los besos de Megan, en su aliento erizándole los vellos de su piel. Sus ojos verdes que lo desarmaban por dentro y su seductora boca que, con un pequeño roce, lograba que le ardieran las entrañas. No pudo dejar de evocar sus pequeñas y suaves manos recorriendo su cuerpo que se quemaba bajo su tacto. Y su piel aterciopelada… ocuparía toda su vida besando su sedosa tez.Definitivamente, esa mujer se había adueñado de la mitad
Adrián palideció como pocas veces y cayó de golpe en el asiento que iba a ocupar frente a Luck, en el jet privado que los llevaría a Roma. Presionó con fuerza su móvil y ordenó de inmediato que el piloto cambiara de destino. Irían a Nueva York.—¿Pudiste convencerla? —preguntó Luck, tomando asiento frente a Adrián y abrochándose el cinturón.Acababa de subir al jet y ni siquiera se imaginaba los cambios de planes que había hecho su amigo.—No. Megan… —Adrián calló sin poder decir lo que había escuchado.—¿No quiere verme? —preguntó con desilusión Luck.—No lo sé, Cam… —musitó el rubio sin saber qué decir—. Megan… al parecer…Las pausas que hacía Adrián, exasperaron a Luck que comenzó a irritarse con la conducta impropia de su amigo.—No tienes que fingir conmigo; ya suponía que se negaría a verme.—No se trata de eso, amigo. Iremos a Nueva York a que resuelvas tus problemas con ella, antes de que sea muy tarde… —Adrián tragó con esfuerzo.—Adrián, nos conocemos de toda la vida, ¿qué m
—Megan, me he equivocado contigo y lo siento, lo siento mucho, de verdad —inició Luck.—Se puede saber, ¿qué te ha hecho cambiar de opinión? —cuestionó con sarcasmo.Luck respiró hondo porque sabía que no sería fácil que ella lo perdonara.—Adrián me contó del acuerdo de divorcio; lo vio en casa de tu amiga…—Y eso te convenció…Luck asintió.—Lo siento, Luck, pero ahora, quien ya no confía en ti, soy yo. Márchate, por favor. No me siento bien y lo que menos quiero es discutir contigo.—Megan, te juro que no volveré a tratarte de ese modo, pero entiéndeme. Tú no me dices nada, omitiste lo de tu prenupcial, ni siquiera mencionaste que serías presidenta y tuviste una semana para conversarlo conmigo, explicarme las pautas de ese contrato y evitar todo este malentendido entre nosotros. ¿No puedes ponerte en mi lugar? —interpeló con convicción, buscando convencerla de darle otra oportunidad.—No te dije nada del acuerdo que firmé hace cinco años, porque iba a renunciar a la presidencia por
—¿Embarazada? —inquirió, recordando que no había tomado precauciones ninguna de las veces que estuvieron juntos, y si ella estaba decidida a divorciarse, era porque no existía posibilidad de que ese bebé fuera de Derek.—Si dudas de mí… —susurró Megan, temiendo escuchar que le preguntara de quién era el bebé.—¿Cómo dudaría de ti? —increpó él, frunciendo el ceño—. Es mío, nuestro… seré padre… —musitó, incorporándose en la cama.—Te juro que no lo planeé. Me sorprendí tanto como tú cuando lo supe… —explicó ella.—¿Sabes lo que eso significa, Megan? —preguntó de repente, con una sonrisa malévola en sus labios—. Significa que debes casarte conmigo.Megan sonrió e hizo un gesto de resignación por lo poco que le duró el enfado. Una sonrisa bastó para que volviera a caer en las tretas del socio.—Todavía no firmé los papeles del divorcio… —dijo para molestarlo.—Cuando los firmes, nos casaremos.—Ni siquiera te he perdonado —insistió.—Dadas las circunstancias, no tienes más remedio que per
Tres meses después de su reconciliación, se casaron en una boda íntima a las afueras de Edimburgo, en la que estuvieron presentes los familiares de Luck y algunos amigos suyos.Megan llevó puesto un vestido de cuento de hadas. Fue un día lleno de sorpresas, y, cuando lo vio en el altar improvisado que se armó al aire libre, esperando por ella, su corazón dio un brinco de alegría.Ambos disfrutaron de la ceremonia y sonrieron radiantes para las fotografías.—Estás preciosa —le dijo Luck cuando al fin los dejaron a solas—. Te extrañé mucho… —La abrazó y le dio un delicado beso en los labios.Megan apenas había llegado el día anterior de Londres. Su agenda estaba muy apretada y había terminado de resolver compartir la presidencia con Derek, quien asumiría el control de la compañía cuando ella tuviera que tomarse un descanso por su maternidad.Si bien, en principio a Luck no le causó nada de gracia que siguieran trabajando juntos, que Bianca le compartiera la feliz noticia de que ella y e