El pequeño Alejandro, la miró con seriedad, como si no le gustara lo que estaba haciendo Liana, entretanto, Ana Sofía se quedó viendo a la mujer con sospecha, por un momento los engranajes de su cerebro empezaron a activarse, incluso mil escenarios pasaron por su cabeza y múltiples preguntas, «¿Cómo conoce a Alejandro? ¿Por qué le habla con tanta confianza?», luego recordó que había llevado a Benjamín a la casa y algunas dudas se despejaron.—Señorita Liana, ¿Qué tema de conversación tendríamos nosotras? —interrogó Ana Sofía con sospecha.—Disculpe, no crea que existe alguna mala intención, solo quería hacerme su amiga, como Benjamín es mi amigo —respondió ella con aparente tranquilidad—. Por cierto, ayer lo vi en Wollemia, en el velorio del abuelo de los Grey ¿No le dijo nada? —inquirió.—¿Qué amistad puede tener usted con mi marido si no son del mismo círculo? Él es solo un hombre corriente, que se dedica a estar en la casa y hacer oficios del hogar, que aprendió jardinería y cuidad
Ante el silencio de Ana Sofía, los otros siguieron hablando en la mesa y despreciando a Benjamín.—Espero que no creas en él ¿Qué capacidad va a tener un hombre de su posición en traer a una eminencia en el campo de la medicina como el doctor Joan Terrab? —mencionó Jannin con saña.—¿Posición? ¿Qué posición tiene Benjamín? A menos que sé la del subsuelo —expresó con burla Tulio, ante la carcajada general de todos.—No es por presumir, pero ahora solo dos personas tenemos la capacidad de hacer mover al doctor Terrab y yo lo estoy haciendo para devolverle la belleza a Ana Sofía, porque quiero hacerla mi esposa —pronunció Preston con cierto aire de prepotencia que no pasó desapercibida para la chica.La aludida se quedó callada, mientras en su interior rogaba porque en verdad al día siguiente, Benjamín pudiera regresar con el doctor y callarle la boca a todos, no había nada que deseara más, estaba cansada de las constantes burlas, humillaciones, no se creía capaz de seguir soportándolas.
Benjamín no pudo evitar que su cuerpo se tensara, al escuchar a su cuñado, sin embargo, consideraba, que no tenía que darle ninguna explicación a ninguno de ellos, no valía la pena, solo eran unos idiotas queriendo demostrar que eran mejores a alguien a quien consideraban humilde, no digno de ellos, seguramente si se llegase a presentar con su verdadera identidad, se arrastrarían frente a él.—¿Vas a tener esperándonos toda la noche? ¿Dónde está el médico que quedaste en traer? ¿Acaso lo cargas en el bolsito roto que usas como equipaje? ¿o en el bolsillo de tu pantalón? —se burló Tulio, entretanto todos se reían a carcajadas.—Solo eres un mentiroso, quieres darte ínfulas de importancia, ¿A quién pretendes engañar prometiendo cosas que no vas a cumplir? —expuso molesto el padre de Ana Sofía.—Aparte de pobre, feo, inútil, también resultaste ser un charlatán —expuso Estela con desprecio.—¡Ya basta! Ninguno de ustedes tiene derecho a poner en tela de juicio o a cuestionar a Benjamín, p
Ana Sofía insistió en llevarlo al aeropuerto, aunque Benjamín, no quería que lo hiciera por miedo a que terminara descubriéndolo, no le quedó otra opción. —Está bien esposa, ya estoy listo —manifestó tomando el bolso que le preparó su esposa, lleno de la ropa nueva que ella empeñó en comprarle luego de darse cuenta de que eran poco las prendas que tenía. Comenzaron a realizar el recorrido en completo silencio, Ana Sofía lo prefirió así, no podía dejar de preocuparse porque temía que Benjamín no estuviera para el día de la operación, y «¿Si el médico no llegaba? ¿Y si Benjamín solo quiere deshacerse de mí?» las preguntas la incordiaban, causándole una sensación de amargura y de inquietud. Benjamín se dio cuenta de su preocupación y de las diversas expresiones que reflejaban su rostro. —Ana Sofía deja de hacerte vueltas en la cabeza, te prometí estar aquí y lo haré. Al llegar al aeropuerto ambos se despidieron, esperaba que Ana Sofía, luego de dejarlo, se fuera para poder caminar
Ante la petición del hombre, todos se sorprendieron, y se quedaron viéndolo sin pronunciar palabra, pero antes de que Benjamín pudiera hablar con él, salió Genaro a recibirlo. —¿Acaso es usted el doctor Joan Terrab? —interrogó el hombre frunciendo el ceño con incredulidad. —Muchos gusto, soy yo, he venido a operar a la señora Ana Sofía Grey —manifestó el médico y el padre de la chica lo corrigió. —Si es mi hija, Ana Sofía Celedón, ¿Me imagino que lo trajo Philips Preston? —interrogó el hombre queriendo humillar a Benjamín? Por eso no esperó respuesta del doctor, sino que dio por sentado de que era cierta su conjetura e iba de parte de Preston. Ninguno, a excepción de Benjamín, se dio cuenta de que este estaba tratando de salir antes de que el doctor pudiera desenmascararlo, sin embargo, caminar hasta la puerta, no era tarea fácil porque tendría que pasar por el medio de todos. Mas, queriéndose librar lo más pronto de todo, lo intentó. —Bueno, yo me voy, Ana Sofía, espero te recupe
Ana Sofía no creyó que su padre a la primera oportunidad, iba a presionarla para dejar a Benjamín, cuando hizo un trato de dejarlos en paz si él conseguía llevar al doctor, su actitud la decepcionó, porque de toda su familia, su padre a pesar de todo, era quien mejor la trató, de hecho antes de lo sucedido con su rostro, la protegía y cuidaba en exceso, llegó a ser la niña de sus ojos, sin embargo, desde ese incidente en el cual perdió su belleza, cambió un poco y se convirtió en una persona severa e intolerante, y ahora pretendía volver a utilizarla para unir a los Celedón con familias ricas.—Papá me tienes sorprendida con tu actitud, nos diste tu palabra de que si Benjamín traía el doctor no te meterías con nosotros y ahora estás aquí queriéndome chantajear para lograr divorciarnos, si deseas que nosotros nos vayamos de tu casa y quieres hacer todo lo que acabas de decir, entonces adelante, yo no voy a ceder ante tu chantaje, te amo papá, pero no voy a permitir que dirijas mi vida
Benjamín estaba tranquilo en su oficina revisando varios proyectos que desarrollaría CSG, cuando recibió la llamada de su asistente y casi sufre un infarto, las palabras de la mujer se repetían en su cabeza como una especie de mantra «¡La señora Ana Sofía está aquí!».—¡Mierd4! ¿Y ahora? —se preguntó en voz alta, no podía creer que él, un hombre de uno noventa de estatura, que durante toda su vida se había enfrentado a situaciones extremas, le temiera a una diminuta mujer. No obstante, era comprensible, no era cualquier mujer, era Ana Sofía, esa mujer parecía un agente del FBI, si llegaba a sospechar de que él era el heredero de los Grey, la iba a perder, porque ella no le aceptaría esa mentira, quizás si la recibía terminaría delatándose con su tono de voz, en un gesto «¿La recibo o huyo? ¿Corro el riesgo? Puede no reconocerme ¿Y si lo hace? Mejor es que digan, aquí huyó que aquí quedó» Nervioso, como estaba de enfrentarse y delatarse ante Ana Sofía, salió corriendo hacia la habitac
La gerente, a pesar de las indicaciones de la asistente, hizo caso omiso, entró a la sala de reuniones con una actitud para nada amigable, su rostro daba la impresión que estaba comiendo alguna fruta ácida, quizás un tamarindo o chupando un limón. Ana Sofía y Benjamín, como no les dijeron que se sentaran, permanecieron de pie, eso causó más irritación en la mujer. Miró Ana Sofía de arriba abajo y aunque la encontró muy hermosa, ese hecho la molestó más, porque la chica irradiaba perfección, después dirigió la mirada al marido y se burló, mirándolo con desprecio. —Si la reunión era con usted como representante de las empresas Celedón, ¿Para qué trajo al obrero, chofer, Jardinero… bueno lo que sea? Debería salirse y esperar afuera. Señor, ¡Salga de inmediato de esta sala! —pronunció, sintiendo satisfacción en humillar al hombre, porque veía que eso alteraba a la mujer.—¡Es usted una grosera! ¿Cómo se atreve a tratarnos de esa manera? ¿Quién se ha creído? —espetó indignada Ana Sofía.