Mientras que el taxi avanza por las transitadas calles de Moscú siguiendo el ritmo pausado pero constante y ajetreado de la ciudad, incluso aquello se siente como una pasiva turbulencia que contrasta con el torbellino de pensamientos que invade la mente de Inna en ese momento. Su mirada está fija en el exterior de la ventana, donde los edificios y árboles de la ciudad se difuminan ligeramente en un borrón de formas y colores.A su lado, Layeska y Arman mantienen una conversación animada. La niña, con la emoción propia de su edad, relata anécdotas de su día a día: su juego favorito en la escuela, la vez que descubrió un gato escondido en el parque. Inna escucha la conversación, o al menos eso intenta. Pero poco a poco, las voces a su alrededor se vuelven lejanas, reemplazadas por el recuerdo que comienza a abrirse paso, y es así como ella entiende que aquel momento que pensó se había desvanecido para siempre, en realidad nunca la ha abandonado.Y es que intentar evitar que esa parte de
El sonido de la campanilla sobre la puerta anuncia la entrada de un nuevo cliente, mismo que es seguido por la entrada de Arman y Layeska a la cafetería. El lugar se encuentra decorado con tonos ocres y luces cálidas, impregnado por el aroma reconfortante a café recién molido, un lugar un poco atípico para llevar a una niña.Grigori se encuentra sentado en una mesa al fondo, junto a la ventana, mirando su teléfono mientras con su otra mano tamborilea los dedos sobre la mesa. Cuando oye la campanilla, rápidamente verifica la hora en l esquina derecha de su celular, y al ver que se ha cumplido e tiempo de espera para su cita, levanta la mirada hacia la puerta, y su expresión se endurece un poco al notar que Arman no está solo.—¡Tío Grigori! —exclama Layeska con entusiasmo al verlo, rompiendo el silencio del lugar.En su emoción, la niña se suelta de la mano de Arman y corre hacia él. Grigori, aunque sorprendido de verla allí, se esfuerza por sonreír. Levantándose, abre los brazos para
El sonido ronroneante del motor del auto llena el espacio exterior mientras que su interior se mueve suavemente mientras Inna toma la última curva del camino de tierra que conduce a su hacienda. Para esa hora del día, a la luz del sol se encuentra cerca de su punto más alto, pero debido al cambio de la estación, la luz que se filtra entre las copas de los árboles, baña el paisaje con tonos dorados, realzando la belleza del camino y los campos circundantes. El aire es fresco, y las ruedas del auto levantan pequeñas nubes de polvo a su paso que se disuelven rápidamente detrás de ella.Si lo piensa un poco, aún puede ver la sonrisa de Layeska en su mente. En el momento que se estacionó frente al instituto y bajo del auto para tomar la mano de Layeska y llevarla hasta la entrada, en ningún momento esa expresión pura y radiante que se había dibujado en su rostro se borró, por el contrario, cuando la abrazó y dejó un beso en su mejilla antes de que esta cruzara el portón de ingreso, no hizo
Inna siente un apretado nudo formándosele en la boca del estómago mientras su mente se tambalea con lo que acaba de escuchar. ¿Hermanos? Aquella simple palabra se convierte en un eco interminable que retumba en su cabeza burlándose de ella. No, aquello simplemente no puede ser cierto. No cuando Dmitry siempre ha mostrado abiertamente su odio y rechazo hacia Nikolay desde el primer momento en que sus caminos se cruzaron.Pero a medida que el impacto inicial se desvanece, algunas ideas comienzan a encajar dentro de su cabeza como si de un rompecabezas se tratase.De pronto, el recuerdo de las palabras de Dmitry llegan a su mente. Las palabras que él utilizó para confesarle su verdad, una verdad que ahora se aclara y llena los espacios vacíos que él dejó con una nitidez inquietante.Dmitry le dijo que su madre quedó embarazada de un hombre poderoso y el cual no podía arriesgarse a manchar su nombre. Ahora todo tiene sentido. Dmitry y Nikolay comparten más de lo que jamás hubiera podido l
Después de aquella pregunta, la oficina queda sumida en un silencio aún más denso, si es que eso puede ser posible. Dmitry no alcanza a dar una respuesta inmediata, en realidad, su expresión se congela por un momento, dejando ver que se está tomando un momento para poder procesar la pregunta que acaba de escuchar, pero no para buscar una explicación, no, sino para simplemente eso, procesar la confrontación directa que Inna le está dando.Por su parte, Inna puede decir que desde que conoce a Dmitry, esa es una de las pocas veces que puede contar, donde en la mirada de Dmitry no se ve su típica seguridad, sino solo un destello de incertidumbre, algo que él rara vez deja traslucir. Puede ver como el pelinegro se toma un momento para recuperar la compostura, entrecerrando los ojos como si intentara descifrarla de alguna manera.—¿Por qué me preguntas eso? —dice finalmente, su voz baja pero firme busca mostrar que ha recuperado el control, por lo menos de sí mismo.Inna no retrocede ante e
Lena se encuentra sentada en el porche delantero de la casa, con la mirada fija en la pantalla de su computador mientras disfruta de una serie y saborea lentamente trozos de fruta de un tazón que reposa en su regazo. Silenciosamente agradece que esa mañana no tuviera que amanecer con los molestos vómitos sino solo con un antojo por fruta.Una brisa ligera mueve las hojas de los árboles cercanos y su risa sale en el momento que ve algo divertido en el programa. Todo en su postura y semblante refleja tranquilidad.Al escuchar el ruido de un motor acercándose, Lena levanta la vista y observa el lujoso auto negro de Nikolay detenerse frente a la casa. Sin inmutarse siquiera, sigue masticando un trozo de manzana mientras sigue viendo el programa, no es sino hasta que Nikolay bajar del vehículo con un rostro visiblemente molesto que le da algo de atención a su presencia. La tensión en sus hombros y el ceño tan profundamente fruncido son inconfundibles, pero Lena no puede evitar dejar escapa
Una vez que toda la explosión de emociones parece calmarse, y después de esa única palabra por parte de Dmitry, el silencio se vuelve a instaurar dentro la oficina, y esta vez se siente mucho más pesado. Al oír a Dmitry llamarla por su verdadero nombre, Inna siente como el pánico y el remordimiento comienzan a recorrer su cuerpo a una velocidad vertiginosa. En medio de su desespero, no se había dado cuenta que le permitió a sus emociones desbordarse más allá de lo que se tenía permitido, dejando salir de su boca más de lo que debía, y ahora, Dmitry sabe demasiado. Cuando un fino rayo de sensatez la recorre, Inna rápidamente se esfuerza por calmarse, tratando de encontrar la manera correcta de recuperar el control de la situación antes de que sea demasiado tarde. Pero muy en el fondo una voz le grita que ya se encuentra en un punto de no retorno donde, sin importar lo que diga o haga, en realidad ya es demasiado tarde... y sinceramente, eso la aterra.Dmitry, por su parte, no quita l
Dmitry entra en la oficina con una taza humeante de té de manzanilla en las manos. Una vez que cierra la puerta detrás de él, su mirada se fija en Anastasia, quién ahora se encuentra sentada en el sofá, con las manos temblorosas descansando sobre su regazo. Sus hombros se encuentran ligeramente encorvados, reflejando el peso emocional que carga ese momento. Sin decir palabra alguna, Dmitry camina hasta quedar a su lado y deja la taza sobre la pequeña mesa de centro frente a ella, luego toma asiento a su derecha, manteniendo una distancia prudente pero lo suficientemente cerca como para transmitirle apoyo.Anastasia levanta la mirada por un instante, lo suficiente para notar el gesto gentil de Dmitry. Él, con una suavidad que apenas se puede percibir, toma una de sus manos entre las suyas. Sus dedos envuelven los de ella, y comienza a acariciarle la mano con movimientos lentos y reconfortantes.—No tienes que decir nada más si no quieres hacerlo —murmura Dmitry, en esta oportunidad A