Lena se encuentra sentada en el porche delantero de la casa, con la mirada fija en la pantalla de su computador mientras disfruta de una serie y saborea lentamente trozos de fruta de un tazón que reposa en su regazo. Silenciosamente agradece que esa mañana no tuviera que amanecer con los molestos vómitos sino solo con un antojo por fruta.Una brisa ligera mueve las hojas de los árboles cercanos y su risa sale en el momento que ve algo divertido en el programa. Todo en su postura y semblante refleja tranquilidad.Al escuchar el ruido de un motor acercándose, Lena levanta la vista y observa el lujoso auto negro de Nikolay detenerse frente a la casa. Sin inmutarse siquiera, sigue masticando un trozo de manzana mientras sigue viendo el programa, no es sino hasta que Nikolay bajar del vehículo con un rostro visiblemente molesto que le da algo de atención a su presencia. La tensión en sus hombros y el ceño tan profundamente fruncido son inconfundibles, pero Lena no puede evitar dejar escapa
Una vez que toda la explosión de emociones parece calmarse, y después de esa única palabra por parte de Dmitry, el silencio se vuelve a instaurar dentro la oficina, y esta vez se siente mucho más pesado. Al oír a Dmitry llamarla por su verdadero nombre, Inna siente como el pánico y el remordimiento comienzan a recorrer su cuerpo a una velocidad vertiginosa. En medio de su desespero, no se había dado cuenta que le permitió a sus emociones desbordarse más allá de lo que se tenía permitido, dejando salir de su boca más de lo que debía, y ahora, Dmitry sabe demasiado. Cuando un fino rayo de sensatez la recorre, Inna rápidamente se esfuerza por calmarse, tratando de encontrar la manera correcta de recuperar el control de la situación antes de que sea demasiado tarde. Pero muy en el fondo una voz le grita que ya se encuentra en un punto de no retorno donde, sin importar lo que diga o haga, en realidad ya es demasiado tarde... y sinceramente, eso la aterra.Dmitry, por su parte, no quita l
Dmitry entra en la oficina con una taza humeante de té de manzanilla en las manos. Una vez que cierra la puerta detrás de él, su mirada se fija en Anastasia, quién ahora se encuentra sentada en el sofá, con las manos temblorosas descansando sobre su regazo. Sus hombros se encuentran ligeramente encorvados, reflejando el peso emocional que carga ese momento. Sin decir palabra alguna, Dmitry camina hasta quedar a su lado y deja la taza sobre la pequeña mesa de centro frente a ella, luego toma asiento a su derecha, manteniendo una distancia prudente pero lo suficientemente cerca como para transmitirle apoyo.Anastasia levanta la mirada por un instante, lo suficiente para notar el gesto gentil de Dmitry. Él, con una suavidad que apenas se puede percibir, toma una de sus manos entre las suyas. Sus dedos envuelven los de ella, y comienza a acariciarle la mano con movimientos lentos y reconfortantes.—No tienes que decir nada más si no quieres hacerlo —murmura Dmitry, en esta oportunidad A
Cuando Layeska baja del auto, lo hace con una sonrisa radiante adornando su rostro, lleva su mochila colgada sobre un hombro, un papel fuertemente sujeto en su mano y sus ojos brillando de entusiasmo. Apenas sus pies tocan el suelo, comienza a saludar a los peones que están cerca, quienes se detienen en sus labores para devolverle el saludo con sonrisas sinceras. —¡Hola, señor Boris! ¡Hola, señor Ivan! —grita con alegría, agitando la mano en la que sujeta el papel. —¡Hola, señorita Layeska! —responde Boris, inclinando su sombrero—. ¿Qué la tiene tan contenta hoy? —¡Saque 100 en mi examen de matemáticas! —responde con orgullo, dando pequeños saltitos. —Eso merece una celebración, ¿verdad, Ivan? —dice Boris, y el otro hombre asiente, riendo. —¡Por supuesto! La señorita es la más lista de todas, no cualquiera saca 100 en un examen. Al escuchar esas palabras Layeska no puede evitar sentirse orgullosa de sí misma, por lo que corre hacia la casa, dejando a los hombres tras de sí con s
Layeska se encuentra sentada frente a la mesa de la cocina, balanceando los pies en el aire mientras sostiene una taza de chocolate caliente con ambas manos. Sus ojos brillan de felicidad y genuina emoción mientras le cuenta a Tania sobre su día en la escuela.—¡Y luego todos me preguntaron cómo de bonito es Moscú, así que comencé a decirles todo lo que vi mientras estuvimos allá! —dice, emocionada—. ¿Has ido antes a Moscú tía Tania? Todo es enorme y no es como aquí, allá hay mucha gente. Pero también hay grandes parques y muchas tiendas hermosas.Tania, que está revisando una cazuela en la estufa, se ríe suavemente ante su emoción y se gira para mirarla, estaba por decirle que sí ha estado en Moscú antes, pero el entusiasmo de Layeska fácilmente puede llegar a ser contagioso, así que solo guarda silencio y solo niega suavemente.—No he estado allá, pero tal vez debía considerarlo—dice mientras toma las especies para la comida—. ¿Y qué dijeron tus amigos cuando les contaste todo eso?
El auto avanza lentamente por el camino de tierra, el motor emitiendo un suave ronroneo que se mezcla con el crujir de las piedras bajo las ruedas llenando todo con su sonido debido al silencio que reina a esa hora. Arman, con las manos firmes en el volante, mantiene la vista fija al frente, pero su semblante refleja la tensión que siente al estar allí , más aún, porque sabe que el tiempo de planear ha terminado, y es hora de pasar a las acciones.Junto a él, en el asiento del copiloto Vera se encuentra sentada en total silencio, con las manos entrelazadas sobre su regazo. Sus ojos recorren el paisaje que se despliega ante ellos: un terreno boscoso y oscuro salpicado de árboles que se alzan como sombras gigantes en la noche.Cuando llegan al cruce que divide el camino el auto toma el desvío que los lleva en dirección a la hacienda Volkov, pero Vera no puede evitar dirigir la mirada hacia el sendero que lleva a su antiguo hogar. Su pecho se aprisiona con una fuerza que le dificulta el
Ese día en especial, la iglesia se encuentra repleta, y los bancos de madera crujen bajo el peso de las personas que han acudido al servicio dominical, pero estos le recuerdan rápidamente Inna, porque siempre evitó la iglesia en las fechas que sabía estaría más concurridas. Y esa razón es simple, es porque la mitad el tiempo que se supone que los asistentes deben mantenerse en silencio para poder respetar el momento de oración, en realidad es utilizado por todos para hablar entre ellos, aun a estas alturas le parece increíble que ni siquiera eso puedan respetar.El murmullo se disipa rápidamente cuando Artem se coloca en el pulpito y comienza con su sermón. El sacerdote, vestido con su sotana blanca y dorada, se alza desde el púlpito, proyectando su voz con calma mientras habla sobre el amor al prójimo y la importancia de desprenderse de los bienes materiales.Inna se encuentra sentada hacia el centro del templo, y en ese momento se reprocha por hacerlo, al estar en esa posición se en
JsdLa atmósfera dentro del vehículo es ligeramente tensa y silenciosa. Dmitry se encuentra sentado en el asiento trasero junto a Vera, observando con atención cómo esta mantiene aquella breve pero intensa conversación telefónica con Lena. El tono frío y calculador que emplea la mujer le resulta impactante, especialmente viniendo de alguien que, hasta ahora, había mostrado una dulzura inquebrantable a lo largo de todos los años que tiene de conocerla. Aunque estaría mintiendo si dice que no se encuentra acostumbrado a lidiar con personas de carácter implacable, o que él mismo nunca ha llegado a actuar de aquella forma, también es cierto que son pocas las mujeres que ha llegado a ver que poseen un lado como ese.En el asiento delantero, Grigori y Arman también miran por el retrovisor, atentos a cada palabra y gesto que proviene de la mujer. Dmitry aparta la vista de Vera y la dirige momentáneamente hacia ellos, notando cómo el rostro de Grigori permanece inexpresivo mientras sus dedos