Inna se queda inmóvil frente a la pequeña Layeska, perdida en la sorpresa de aquella marca en forma de mariposa que adorna la espalda de la niña. Por su parte y ajena a las emociones que comienzan a arremolinarse dentro de Inna, Layeska espera pacientemente para que la pelinegra la ayude a cambiarse de vestido. Pero en ese momento, Inna no puede evitar quedarse perdida en su propio mundo, manteniendo una desordenada conversación con sus emociones y pensamientos. Sus ojos están clavados en la nada, reproduciendo aquella sutil forma. Es idéntica a la que comparten su padre, Lena y ella misma.El corazón de Inna late con fuerza. Su pecho se siente aprisionado y mil preguntas pasan por su cabeza.Una vez que coloca su vestido con algo de dificultad, Layeska se gira para mirarla, confundida por el silencio prolongado.—Inna… ¿estás bien? —pregunta la niña con voz preocupada, ya que nota como el rostro de Inna se encuentra un poco pálido y sus manos tiemblan suavemente.En un principio, Inn
Dmitry cuelga el teléfono y deja escapar un suspiro pesado mientras se reclina en la silla de su escritorio. Sus dedos tamborilean contra el reposabrazos, y sus ojos se pierden en el paisaje más allá de la ventana. En lo alto del paisaje, las montañas rodean la Romanovskaya, ahora vestidas con los ocres del otoño, mientras los viñedos se extienden en filas perfectamente alineadas que se confunden y pierden con el paisaje.Se supone que la calma del paisaje y a hacienda deberían reconfortarlo, pero en ese momento, en su mente no hay demasiado espacio para la tranquilidad.El recuerdo de su conversación con Grigori, dos horas antes, se infiltra nuevamente en su mente.Sabe que Inna no fue totalmente sincera con sus palabras al contarle lo que sabía o sus intereses, pero, aun así, no tenía problema con tener solo parte de la información, después de todo, pensó que le había dicho lo que necesitaba referente a lo que más le importaba, pero, después de esa llamada con Grigori, ahora tiene l
Mientras que el taxi avanza por las transitadas calles de Moscú siguiendo el ritmo pausado pero constante y ajetreado de la ciudad, incluso aquello se siente como una pasiva turbulencia que contrasta con el torbellino de pensamientos que invade la mente de Inna en ese momento. Su mirada está fija en el exterior de la ventana, donde los edificios y árboles de la ciudad se difuminan ligeramente en un borrón de formas y colores.A su lado, Layeska y Arman mantienen una conversación animada. La niña, con la emoción propia de su edad, relata anécdotas de su día a día: su juego favorito en la escuela, la vez que descubrió un gato escondido en el parque. Inna escucha la conversación, o al menos eso intenta. Pero poco a poco, las voces a su alrededor se vuelven lejanas, reemplazadas por el recuerdo que comienza a abrirse paso, y es así como ella entiende que aquel momento que pensó se había desvanecido para siempre, en realidad nunca la ha abandonado.Y es que intentar evitar que esa parte de
El sonido de la campanilla sobre la puerta anuncia la entrada de un nuevo cliente, mismo que es seguido por la entrada de Arman y Layeska a la cafetería. El lugar se encuentra decorado con tonos ocres y luces cálidas, impregnado por el aroma reconfortante a café recién molido, un lugar un poco atípico para llevar a una niña.Grigori se encuentra sentado en una mesa al fondo, junto a la ventana, mirando su teléfono mientras con su otra mano tamborilea los dedos sobre la mesa. Cuando oye la campanilla, rápidamente verifica la hora en l esquina derecha de su celular, y al ver que se ha cumplido e tiempo de espera para su cita, levanta la mirada hacia la puerta, y su expresión se endurece un poco al notar que Arman no está solo.—¡Tío Grigori! —exclama Layeska con entusiasmo al verlo, rompiendo el silencio del lugar.En su emoción, la niña se suelta de la mano de Arman y corre hacia él. Grigori, aunque sorprendido de verla allí, se esfuerza por sonreír. Levantándose, abre los brazos para
El sonido ronroneante del motor del auto llena el espacio exterior mientras que su interior se mueve suavemente mientras Inna toma la última curva del camino de tierra que conduce a su hacienda. Para esa hora del día, a la luz del sol se encuentra cerca de su punto más alto, pero debido al cambio de la estación, la luz que se filtra entre las copas de los árboles, baña el paisaje con tonos dorados, realzando la belleza del camino y los campos circundantes. El aire es fresco, y las ruedas del auto levantan pequeñas nubes de polvo a su paso que se disuelven rápidamente detrás de ella.Si lo piensa un poco, aún puede ver la sonrisa de Layeska en su mente. En el momento que se estacionó frente al instituto y bajo del auto para tomar la mano de Layeska y llevarla hasta la entrada, en ningún momento esa expresión pura y radiante que se había dibujado en su rostro se borró, por el contrario, cuando la abrazó y dejó un beso en su mejilla antes de que esta cruzara el portón de ingreso, no hizo
Inna siente un apretado nudo formándosele en la boca del estómago mientras su mente se tambalea con lo que acaba de escuchar. ¿Hermanos? Aquella simple palabra se convierte en un eco interminable que retumba en su cabeza burlándose de ella. No, aquello simplemente no puede ser cierto. No cuando Dmitry siempre ha mostrado abiertamente su odio y rechazo hacia Nikolay desde el primer momento en que sus caminos se cruzaron.Pero a medida que el impacto inicial se desvanece, algunas ideas comienzan a encajar dentro de su cabeza como si de un rompecabezas se tratase.De pronto, el recuerdo de las palabras de Dmitry llegan a su mente. Las palabras que él utilizó para confesarle su verdad, una verdad que ahora se aclara y llena los espacios vacíos que él dejó con una nitidez inquietante.Dmitry le dijo que su madre quedó embarazada de un hombre poderoso y el cual no podía arriesgarse a manchar su nombre. Ahora todo tiene sentido. Dmitry y Nikolay comparten más de lo que jamás hubiera podido l
Después de aquella pregunta, la oficina queda sumida en un silencio aún más denso, si es que eso puede ser posible. Dmitry no alcanza a dar una respuesta inmediata, en realidad, su expresión se congela por un momento, dejando ver que se está tomando un momento para poder procesar la pregunta que acaba de escuchar, pero no para buscar una explicación, no, sino para simplemente eso, procesar la confrontación directa que Inna le está dando.Por su parte, Inna puede decir que desde que conoce a Dmitry, esa es una de las pocas veces que puede contar, donde en la mirada de Dmitry no se ve su típica seguridad, sino solo un destello de incertidumbre, algo que él rara vez deja traslucir. Puede ver como el pelinegro se toma un momento para recuperar la compostura, entrecerrando los ojos como si intentara descifrarla de alguna manera.—¿Por qué me preguntas eso? —dice finalmente, su voz baja pero firme busca mostrar que ha recuperado el control, por lo menos de sí mismo.Inna no retrocede ante e
Lena se encuentra sentada en el porche delantero de la casa, con la mirada fija en la pantalla de su computador mientras disfruta de una serie y saborea lentamente trozos de fruta de un tazón que reposa en su regazo. Silenciosamente agradece que esa mañana no tuviera que amanecer con los molestos vómitos sino solo con un antojo por fruta.Una brisa ligera mueve las hojas de los árboles cercanos y su risa sale en el momento que ve algo divertido en el programa. Todo en su postura y semblante refleja tranquilidad.Al escuchar el ruido de un motor acercándose, Lena levanta la vista y observa el lujoso auto negro de Nikolay detenerse frente a la casa. Sin inmutarse siquiera, sigue masticando un trozo de manzana mientras sigue viendo el programa, no es sino hasta que Nikolay bajar del vehículo con un rostro visiblemente molesto que le da algo de atención a su presencia. La tensión en sus hombros y el ceño tan profundamente fruncido son inconfundibles, pero Lena no puede evitar dejar escapa