Inna camina de un lado a otro en su habitación, los pasos resonando en el suelo mientras da los toques finales a su apariencia. Su cuerpo se encuentra enfundado en un traje gris oscuro a tres piezas que resalta su figura y proyecta la autoridad que tiene, pero sin dejar de lado su lado más sensual. Deteniéndose frente al espejo, ajusta el cuello de su blusa blanca con delicadeza y asegura que cada detalle esté en su lugar: el cabello recogido en un moño alto, los pendientes discretos, y el maquillaje minimalista que acentúa sus ojos claros.Mientras revisa su imagen, su mente no deja de repasar los puntos clave que sabe debe abordar en la reunión de esa mañana. Hablar sobre la venta de la clínica no es algo que pueda tomar a la ligera, menos si tiene en cuenta que el doctor Volkov le pidió que cuidara de todos sus trabajadores ya que eran personas buenas y fieles.Sabe que, al escuchar la noticia, los médicos y enfermeras tendrán muchas preguntas, dudas, e incluso reproches, pero le p
El patio de la escuela está repleto con los padres y madres que se encuentran allí para participar de los juegos y apoyar a sus hijos, mientras, los niños corren por todos lados con vibrante alegría.Los coloridos banderines se balancean con el suave viento mientras globos de colores flotan sobre las mesas apiladas en una esquina, donde los refrigerios y bebidas esperan a ser repartidos.Las risas de los niños aumentan cada vez más, mezclándose con las conversaciones que los padres sostienen entre ellos. Todo en el ambiente respira entusiasmo y expectación.Frente al patio principal donde se ubica la bandera, se encuentra acomodadas diferentes sillas para que los asistentes puedan sentarse durante las palabras de bienvenida a los juegos. En la primera fila de sillas dispuestas frente al escenario, Layeska mueve los pies en el aire, incapaz de contener del todo su energía. Sus ojos se mueven de un lado a otro, buscando entre los rostros el que más desea ver.La pequeña, con su sonrisa
El aire fresco del patio parece cargarse de tensión mientras el reloj avanza inexorablemente hacia las diez de la mañana. la ceremonia de bienvenida está poco de comenzar, y la directora, con voz firme pero amable, anuncia a través de los altavoces que los participantes para la carrera de relevo tendrán 10 minutos de preparación. Layeska, sentada en el borde de su asiento, comienza a tamborilear con los dedos sobre sus rodillas. Sus ojos recorren el patio una y otra vez, buscando a Inna, pero solo encuentra un vacío que comienza a llenar su pecho de preocupación. Sus pies, que minutos antes se balanceaban llenos de esperanza, ahora cuelgan inmóviles.Desde su posición en los asientos traseros, Dmitry observa cada pequeño cambio en el rostro de la niña. Nota cómo sus hombros se encorvan ligeramente y cómo sus labios tiemblan, tratando de mantener una sonrisa que amenaza con desvanecerse. Sin decir nada, revisa su reloj: faltan cinco minutos para las diez. Su mirada se dirige al teléfon
—¡Papi!La emoción de Layeska es tanta, que al ver que su padre se acerca, no puede evitar exclamar con fuerza mientras que la sonrisa en su rostro se mantiene tan grande como puede y su mirad brilla con una ilusión que Dmitry solo había llegado a ver durante su cumpleaños y navidad.Una vez que se encuentra junto a ellas, Dmitry mete las manos en los bolsillos de su chaqueta y mira fijamente a Inna, misma que sigue hincada junto a Layeska.—Sí viniste —dice con un tono que, aunque intenta sonar casual, se encuentra lleno de alivio.Colocándose de pie, Inna le regresa la mirada fija y hace un leve movimiento con sus cejas.—¿Lo dudaste? —pregunta mientras deja sus manos sobre los hombros de Layeska, misma que los observa con interés.—¿Me culpas? —Dmitry tiene que controlarse para no decir cosas de más, por lo que opta en solo levantar la mano que sostiene su celular y mostrarlo ante ella—. No contestaste el mensaje.—Si bueno…—colocando sus manos abiertas sobre los oídos de Layeska,
La algarabía de los niños y la emoción por los juegos no baja ni un poco, por el contrario, con cada juego que pasa esta solo parece avivarse más mientras los padres y niños se dispersan por el patio. En las gradas, Inna se acomoda sobre un banco, cansada pero satisfecha por la nueva victoria conseguida junto a Katya en la quinta ronda de la carrera. Tomando sus tazones, se inclina hacia adelante y empieza a calzarse. La tensión de los músculos apenas comenzaba a relajarse, pero cuando sus piernas se ajustan a los stilettos, esta relajación se acaba. Su corazón sigue acelerado por la adrenalina de la competencia. A su lado, Katya, también se muestra emocionada mientras abrazada a su madre, y esta la observa atentamente, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.—Gracias por correr con ella—son las primeras palabras que ella y Ekatrina cruzan.—Fue un placer—dice con sinceridad—. Es una niña encantadora.De repente, la presencia de alguien a su costado le hace levantar la vista, de
Cuando Inna llega a las caballerizas, el sol se encuentra por llegar a su punto más alto en el cielo, pero, aun así, la brisa que da de lleno contra su rostro se siente frío. Al entrar a las caballerizas, el aroma a heno fresco y cuero la envuelve. Sus ojos escudriñan el espacio con total atención, buscando alguna señal de él. Los caballos relinchan suavemente, algunos sacuden sus crines mientras mastican, pero Dmitry no está allí. Inna suspira con frustración y avanza hacia la última cabina, esperando encontrarlo allí junto al caballo alazán que a Dmitry tanto parece gustarle. Pero el espacio está vacío, salvo por el murmullo de un trabajador que ajusta una montura en la cabina contigua.Con una ligera mueca de disgusto, Inna se da la vuelta y sale al aire libre. La luz del sol la golpea de lleno mientras sus ojos recorren el patio en dirección al redondel. Allí, un grupo de caballericeros entrenan a los ejemplares más prometedores, preparándolos para la próxima exhibición en la fer
El cielo se encuentra nublado, anunciando una tormenta, y la brisa fría solo refuerza ese anuncio. Ese mismo aire frío es el que acaricia las mejillas de Inna mientras se inclina para colocar un ramo de flores frescas sobre la tumba del doctor. La lápida, tallada con sencillez, muestra un gravado igualmente sencillo, “Dr. Andrei Volkov, hijo, esposo y amigo ejemplar", está grabado con una tipografía sobria, acompañado de las fechas que resumen el tiempo que duró el doctor. Inna se persigna lentamente, sus dedos rozando su frente, pecho y hombros para después limpiar las lágrimas que salen de sus ojos. Luego, se sienta en el pequeño banco de madera frente a la tumba, construido precisamente para esos momentos de visita. Su rostro, generalmente compuesto y sereno, se suaviza. Con voz baja, apenas un susurro, comienza a hablar. —Perdóname por no haber venido antes... —murmura, sus palabras quebradas por la culpa—. Todo se siente tan caótico. Estoy intentando no perder la cabeza con to
༺ Abrau-Dyurso / Rusia. ༻ ༻ Siete Años Atrás. ༺ ¿Cómo es que todo esto había podido pasar? Anastasia apenas siente el frío metal de las esposas rodeando sus muñecas. Las luces de los flashes la ciegan una y otra vez, pero no de la manera que ella lo había soñado. El vestido de encaje blanco que eligió con tanto cuidado, que debía ser el símbolo de su felicidad, ahora está cubierto de manchas intensamente rojas. La sangre, la misma sangre que cubre sus manos, tiñe de carmesí la tela inmaculada. Su mente no puede procesar lo que está sucediendo; unas horas atrás, estaba riendo, emocionada por su nueva vida, por el futuro que iba a compartir con el hombre que amaba. Ahora, todo lo que queda es el eco sordo de su respiración entrecortada, su mirada vacía y el caos a su alrededor. —¡¿Señorita Ivanova?! ¡Anastasia! —grita uno de los periodistas mientras las cámaras estallan a su alrededor, como si el horror frente a ellos fuera solo otro espectáculo para cubrir. Ellos no ven lo que ella