#61

Cuando Inna llega a las caballerizas, el sol se encuentra por llegar a su punto más alto en el cielo, pero, aun así, la brisa que da de lleno contra su rostro se siente frío.

Al entrar a las caballerizas, el aroma a heno fresco y cuero la envuelve. Sus ojos escudriñan el espacio con total atención, buscando alguna señal de él. Los caballos relinchan suavemente, algunos sacuden sus crines mientras mastican, pero Dmitry no está allí. Inna suspira con frustración y avanza hacia la última cabina, esperando encontrarlo allí junto al caballo alazán que a Dmitry tanto parece gustarle. Pero el espacio está vacío, salvo por el murmullo de un trabajador que ajusta una montura en la cabina contigua.

Con una ligera mueca de disgusto, Inna se da la vuelta y sale al aire libre. La luz del sol la golpea de lleno mientras sus ojos recorren el patio en dirección al redondel. Allí, un grupo de caballericeros entrenan a los ejemplares más prometedores, preparándolos para la próxima exhibición en la fer
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