La puerta de la oficina se abre de golpe, y el ruido retumba en las paredes de la habitación. Inna entra echa una furia, su rostro visiblemente tenso y el brillo de la ira brillando en sus ojos como nunca antes se había dejado ver. Es tal su estado, que poco le importa el punzante dolor en su cabeza lo único que desea es una explicación.Detrás de ella, Dmitry entra y cierra la puerta con calma, contrario a la peli negra, su expresión serena es el contraste perfecto a la tormenta que se está desatando dentro de Inna.—¿Esto es algún tipo de chiste de tu parte? —exclama, volviéndose hacia él con la mirada fija en su rostro—. Porque si es así permíteme decirte que no tiene ninguna gracia.—Inna, ya deberías saber que no soy el tipo de hombre al que le gusta hacer bromas. Cuando tomo alguna decisión es porque voy en serio — responde con un tono tan frío, que logra hacer que los nervios y la molestia de Inna se dispare aún más.Inna avanza un paso hacia él, su indignación es tan palpable,
Lena permanece encerrada en el baño de la habitación, mientras se encuentra sentada en el borde de la bañera con la mirada fija en el resultado médico que tiembla entre sus manos.Su mente, tan usualmente fría y calculadora, se encuentra profundamente nublada debido a la gran mezcla de emociones que se mezclan dentro de ella de manera atropellada. Por momentos se siente abrazada por una gran incredulidad y al segundo siguiente siente que podrá explotar debido a la rabia qué la consume."Positivo". Esa única palabra, escrita al final del informe, es suficiente para sentir que la vida está comenzando a burlarse de ella.—Maldita sea… —murmura, arrugando el papel con furia mientras su mente viaja rápidamente por un sinfín de posibilidades, cada una de ellas más aterradoras que en la anterior ya que le muestran realidades en la cual ella pierde todo control sobre las situaciones que la rodean y su propia vida.Tener un hijo nunca ha estado entre sus planes. Es más, siempre ha considerado
༺༻ HACIENDA VOLKOV - MIRADOR ༺༻El viento sopla con suavidad, casi como si se trata de una suave mano que acaricia el rostro de Inna mientras está sentada en el mirador de la montaña. Ante ella, el lago se extiende como un espejo cristalino, reflejando el cálido brillo del sol, haciendo ver el lago como un manto brillante. A su lado, Arman también contempla el paisaje, aunque a diferencia de Inna, su mente no está perdida en la inmensidad del lugar, sino enfocada en la conversación que ambos han estado sosteniendo desde su llegada a primera hora de la mañana.—Sabes que no puedes seguir así para siempre —son las palabras de Arman, mismas que salen con un tono conciliador, sin apartar la vista del agua.Inna como si pudiera anticipar lo que viene, y escuchara las palabras del mayor en su mente, frunce ligeramente el ceño, anticipando el camino que va a tomar esa conversación. Aún así, elige guardar silencio.—Deberías llamarlo y mantener una conversación calmada con él, tal vez si le
Inna cruza las puertas del salón principal con pasos firmes, mismos que resuenan en el piso de madera. Una vez dentro de la estancia, deja que su mirada la recorran buscando de esta manera a ese intruso no deseado mientras que ha invadido su espacio.Nikolay se encuentra sentado cómodamente en una de las sillas de la estancia, Inna no puede pasar por alto que su postura relajada está claramente ensayada para transmitir confianza y autoridad.Al verla entrar, Nikolay se pone de pie con una sonrisa igualmente ensayada mientras comienza a acercarse a ella, en su mano lleva un ramo el cual Inna no puede pasar por alto.—Inna, querida —saluda mientras termina de cortar la distancia que lo separa de ella, su cuerpo mostrando esa elegancia calculada de quien está acostumbrado a impresionar—. Me alegra verte más recuperada. Esto es para ti.Dice mientras le ofrece las flores, y durante un instante, ella duda si tomarlas o no. Inna deja que su mirada recorra las rosas, y aunque su expresión es
Su mirada se mantiene fija en los movimientos que hacen los caballos al moverse de un lado a otro dentro del redondel. Mientras le da una calada a su cigarrillo, Inna observa cómo aquellos hermosos ejemplares trotan de un lado a otro, sus crines danzando al viento mientras los peones gritan órdenes y se ríen entre sí. El bullicio evita que el espacio caiga en un silencio asfixiante, pero no logra apartar los pensamientos que martillean de forma incesante en su cabeza.Poco a poco el cigarrillo se consume entre sus dedos. Dejando escapar un pesado suspiro, Inna lo lleva a sus labios y da una larga calada, dejando que el humo escape de su boca en una espiral perezosa, su idea original era que aquello le ayudará a relajarse, pero en realidad ni siquiera eso le sirve para disipar el torbellino de ideas y emociones que la consumen.Con paso lento, Arman se acerca desde el interior de la casa, su presencia marcada por el crujir de la madera bajo sus botas. Al notar el cigarrillo en la mano
La tarde en la hacienda se llena de una luz cálida y dorada mientras Inna y Layeska se encuentran caminando por los senderos cercanos a la hacienda, disfrutando de un momento tranquilo. Layeska sostiene una manzana a medio comer en sus pequeñas manos, aunque su atención no está completamente puesta en el paseo ni en la manzana. Su mirada cada tanto se fija en Inna, y aunque en un principio, la mayor intenta hacerse la desentendida, no puede evitar notar que hay algo que claramente está preocupando a la pequeña.Después de caminar unos metros más, finalmente Layeska deja las dudas a un lado y se atreve a preguntar lo que le preocupa.—Inna, ¿por qué tú y papi están enojados?La pregunta llega tan directa como solo un niño puede ser, y sería una mentira decir que Inna se sorprende por escucharla. Pero, aun así, sí se toma un segundo para encontrar una respuesta adecuada a la duda de Layeska. Su mirada recae por un momento en los ojos curiosos de Layeska, y al notar el rastro de preocupa
Sentada frente al tocador de su habitación, Inna mira su reflejo en el espejo con una expresión serena. La luz tenue del sol filtrándose a través de la cortina de la ventana abierta, crea sombras suaves en las paredes, y el leve murmullo del viento fuera de la ventana apenas interrumpe el silencio que domina el espacio. Frente a ella, el pequeño frasco de crema que utiliza cada mañana permanece abierto, pero su mano se detiene antes de aplicarlo por completo cuando escucha un pequeño jadeo provenir de su cama. A través del espejo, su mirada se desvía hacia allí y observa Layeska duerme plácidamente, con la respiración acompasada y las mejillas sonrojadas por el calor de las mantas mientras deja salir bajo jadeos y frunce ligeramente su seño. Por un momento ella no puede evitar preguntarse qué estará soñando.El reflejo de la pequeña hace que su pecho se llene de una dulce tibieza, mientras que una sonrisa se instala en su rostro. Por un momento la imagen de la niña trae de vuelta a s
Inna se encuentra sentada en la silla frente al escritorio de Dmitry, sus dedos tamborilean suavemente contra la madera del posa brazos mientras sus ojos permanecen clavados en la carpeta que el peli negro dejó estratégicamente colocada en una de las esquinas del escritorio. El aire en la habitación está cargado de tensión, y el silencio se alarga cada vez más mientras la mente de Inna trabaja a toda velocidad, tratando de decidir cuál será su próxima palabra.Dmitry, de pie frente a ella, mantiene una postura rígida, sus brazos cruzados y la mirada fija en el rostro de Inna. No muestra remordimiento por haber sido descubierto con aquella carpeta en su poder, ni tampoco vacilación. Es por eso mismo que no tiene ninguna premura en comenzar a hablar, por el contrario, su expresión dice que está esperando que ella dé el primer paso. Finalmente, después de los que parecen minutos interminables Inna decide romper el silencio, pero al hacerlo su tono sale frío y cortante.—¿Cómo te atrevist