Ante aquella pregunta tan directa, el cuerpo del sacerdote se tensa al instante. Moviéndose rápidamente entre todas sus ideas, el padre Artem intenta encontrar una forma coherente para responder ante aquella acusación, pero las palabras parecen atorarse en su garganta. Dmitry no necesita más. Su postura tranquila y su tono controlado son suficientes para transmitir su mensaje aun por medio de la reja del confesionario.—¿Qué cree Padre? ¿Es posible mentirle a Dios?—No —niega finalmente, pero aun con esa única palabra, es fácil ver el miedo presente en su voz —. No existe forma alguna de mentirle a Dios. Puedes mentirte a ti, pero jamás a él.El padre se queda en silencio después de esto, a la espera de alguna otra palabra por parte de Dmitry, pero cuando esta no llega, levanta su mano derecha y se prepara para darle la absolución, pero las nuevas palabras de Dmitry lo detienen.—Sí, supongo que tiene razón — agrega mientras deja que su tono sea aún más bajo y amenazante—. Supongo tam
༺༻ INSTITUTO ORLOVSKAYA ༺༻ SHIROKAYA BALKA༺༺El salón se encuentra lleno con el bullicio típico de los niños, mismos que dejan salir sus voces mientras se encuentran emocionados preparando sus bolsos antes del final de la jornada escolar. Pero en el rincón izquierdo, cerca de la ventana del espacioso salón, Layeska se encuentra de pie, rígida, con los puños fuertemente apretados y el ceño fruncido. Frente a ella, una niña peli castaña de rizos perfectos y ojos traviesos la observa con una expresión de burla y maldad. Es Alina, la niña que siempre parece encontrar una razón que ella considere válida para molestar a Layeska.—¡Eres una mentirosa! —dice Alina, manteniendo en todo momento su sonrisa burlona—. No tienes mamá, y todos aquí lo sabemos. Por eso es que siempre es tu papá quien viene a los actos, así que deja de decir que ella vendrá mañana. Solo estás mintiendo.Layeska escucha sus palabras, y su única reacción es la de apretar aún más los puños, y lo hace de tal manera, qu
Cuando el auto se detiene frente a la entrada de la casa, la pequeña Layeska no espera a que Dmitry apague el motor por completo; abre la puerta con rapidez, toma su mochila contra el pecho y corre hacia la entrada. Por su parte, Dmitry la observa en silencio desde el puesto del conductor, permitiéndole bajarse sin decir nada para intentar detenerla, respetando su espacio.Al momento que cruza la puerta principal, Layeska no saluda ni mira a nadie. Su pequeña figura desaparece rápidamente tras el marco de la escalera. Subiendo los tan rápido como puede se dirige a su habitación. La puerta se cierra con un leve golpe, y por fin, a solas, se lanza sobre su cama y se siente en libertad de dejar salir sus emociones.El llanto contenido después de todo lo ocurrido y durante el tiempo que estuvieron en la dirección escuchando a su profesora y a la madre de Alina hablar sin permitirle defenderse, finalmente encuentra salida en ese momento. Layeska hunde su rostro en la almohada mientras abra
Inna camina de un lado a otro en su habitación, los pasos resonando en el suelo mientras da los toques finales a su apariencia. Su cuerpo se encuentra enfundado en un traje gris oscuro a tres piezas que resalta su figura y proyecta la autoridad que tiene, pero sin dejar de lado su lado más sensual. Deteniéndose frente al espejo, ajusta el cuello de su blusa blanca con delicadeza y asegura que cada detalle esté en su lugar: el cabello recogido en un moño alto, los pendientes discretos, y el maquillaje minimalista que acentúa sus ojos claros.Mientras revisa su imagen, su mente no deja de repasar los puntos clave que sabe debe abordar en la reunión de esa mañana. Hablar sobre la venta de la clínica no es algo que pueda tomar a la ligera, menos si tiene en cuenta que el doctor Volkov le pidió que cuidara de todos sus trabajadores ya que eran personas buenas y fieles.Sabe que, al escuchar la noticia, los médicos y enfermeras tendrán muchas preguntas, dudas, e incluso reproches, pero le p
El patio de la escuela está repleto con los padres y madres que se encuentran allí para participar de los juegos y apoyar a sus hijos, mientras, los niños corren por todos lados con vibrante alegría.Los coloridos banderines se balancean con el suave viento mientras globos de colores flotan sobre las mesas apiladas en una esquina, donde los refrigerios y bebidas esperan a ser repartidos.Las risas de los niños aumentan cada vez más, mezclándose con las conversaciones que los padres sostienen entre ellos. Todo en el ambiente respira entusiasmo y expectación.Frente al patio principal donde se ubica la bandera, se encuentra acomodadas diferentes sillas para que los asistentes puedan sentarse durante las palabras de bienvenida a los juegos. En la primera fila de sillas dispuestas frente al escenario, Layeska mueve los pies en el aire, incapaz de contener del todo su energía. Sus ojos se mueven de un lado a otro, buscando entre los rostros el que más desea ver.La pequeña, con su sonrisa
El aire fresco del patio parece cargarse de tensión mientras el reloj avanza inexorablemente hacia las diez de la mañana. la ceremonia de bienvenida está poco de comenzar, y la directora, con voz firme pero amable, anuncia a través de los altavoces que los participantes para la carrera de relevo tendrán 10 minutos de preparación. Layeska, sentada en el borde de su asiento, comienza a tamborilear con los dedos sobre sus rodillas. Sus ojos recorren el patio una y otra vez, buscando a Inna, pero solo encuentra un vacío que comienza a llenar su pecho de preocupación. Sus pies, que minutos antes se balanceaban llenos de esperanza, ahora cuelgan inmóviles.Desde su posición en los asientos traseros, Dmitry observa cada pequeño cambio en el rostro de la niña. Nota cómo sus hombros se encorvan ligeramente y cómo sus labios tiemblan, tratando de mantener una sonrisa que amenaza con desvanecerse. Sin decir nada, revisa su reloj: faltan cinco minutos para las diez. Su mirada se dirige al teléfon
—¡Papi!La emoción de Layeska es tanta, que al ver que su padre se acerca, no puede evitar exclamar con fuerza mientras que la sonrisa en su rostro se mantiene tan grande como puede y su mirad brilla con una ilusión que Dmitry solo había llegado a ver durante su cumpleaños y navidad.Una vez que se encuentra junto a ellas, Dmitry mete las manos en los bolsillos de su chaqueta y mira fijamente a Inna, misma que sigue hincada junto a Layeska.—Sí viniste —dice con un tono que, aunque intenta sonar casual, se encuentra lleno de alivio.Colocándose de pie, Inna le regresa la mirada fija y hace un leve movimiento con sus cejas.—¿Lo dudaste? —pregunta mientras deja sus manos sobre los hombros de Layeska, misma que los observa con interés.—¿Me culpas? —Dmitry tiene que controlarse para no decir cosas de más, por lo que opta en solo levantar la mano que sostiene su celular y mostrarlo ante ella—. No contestaste el mensaje.—Si bueno…—colocando sus manos abiertas sobre los oídos de Layeska,
La algarabía de los niños y la emoción por los juegos no baja ni un poco, por el contrario, con cada juego que pasa esta solo parece avivarse más mientras los padres y niños se dispersan por el patio. En las gradas, Inna se acomoda sobre un banco, cansada pero satisfecha por la nueva victoria conseguida junto a Katya en la quinta ronda de la carrera. Tomando sus tazones, se inclina hacia adelante y empieza a calzarse. La tensión de los músculos apenas comenzaba a relajarse, pero cuando sus piernas se ajustan a los stilettos, esta relajación se acaba. Su corazón sigue acelerado por la adrenalina de la competencia. A su lado, Katya, también se muestra emocionada mientras abrazada a su madre, y esta la observa atentamente, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.—Gracias por correr con ella—son las primeras palabras que ella y Ekatrina cruzan.—Fue un placer—dice con sinceridad—. Es una niña encantadora.De repente, la presencia de alguien a su costado le hace levantar la vista, de