Episodio 3

Sofía seguía confundida, llevaba media hora sentada en una esquina intentando procesar lo que estaba sucediendo, pero no llegaba a una conclusión ¿Cómo era posible que despertara en el cuerpo de una extraña? ¿Qué se supone que debía hacer ahora? No sabía donde estaba metida y no tenía a quien recurrir. Se estaba sumergiendo en la tristeza, hasta que alguien tocó la puerta de la casa, Sofía asustada se asomó por una ventana y vio a una pequeña niña en frente de la puerta con una bolsa en sus manos. Un poco temerosa abrió la puerta y la niña la miró extrañada, esa no solía ser la actitud de su vecina.

-¿Charlotte estás bien?..._Preguntó preocupada.

Sofía asumió que era así como se llamaba la dueña de ese cuerpo. -Si, estoy bien..._Respondió dudosa.

-¿Segura?..._Preguntó no muy convencida, normalmente su vecina no era introvertida.

-Si..._Intentó decir mas segura de sí.

La niña la analiza y le tiende la bolsa que traía en sus manos. Sofía la mira y la toma con cuidado, no sabe por qué la niña le estrega eso, pero de la bolsa desprende un exquisito olor a pan recién horneado. -Mi mamá te manda un poco de pan, las dos lo hicimos...._Sofía sonríe y mira que en la casa de al frente está quien debe ser la madre de esta niña.

-Muchas gracias pequeña, dile..._El sonar de las campanas la interrumpen y mira de donde proviene el ruido. -¿Que sucede?

-La princesa Sofía murió..._Responde con tristeza la niña.

Sofía sale por completo y recién ahí analiza que sigue en el reino, sigue ahí en su reino. No estaba lejos de su hogar como lo pensó. Miró su entorno y ahora era una don nadie, era una simple pueblerina. La vida le había dado una segunda oportunidad y ahora siendo libre de vivir bajo etiquetas, sin presiones, nada de bailes ridículos y soportar a esas señoras que creen que podían opinar en su vida.

¡Era libre!...

Alzó de improvisto a la niña abrazándola llena de alegría, ahora podía hacer lo que le diera la gana, haría solo lo que ella deseara sin que le dijeran la palabra "no". Dejó a la niña en el suelo y saludó a la madre de la niña, luego entró de nuevo a casa y miró su nuevo hogar, tenías muchas cosas que hacer ahí en esa casa, estaba demasiado sucia y desordenada, pero nada que no se pudiera ordenar, pero antes de comenzar a limpiar debía comer, por fortuna en la cocina había té, pero era lo único que quedaba en toda la cocina, fue algo deprimente, porque pensó en las condiciones que vivió Charlotte, de seguro aguantaba hambre y ella jamás pasó por hambre.

No se dejó desanimar, debía dar todo de si, para salir adelante en su nueva vida. Con muchos ánimos limpió la casa, abrió las cortinas dejando a sus vecinos sorprendidos. Todos estaban en silencio por la muerte de la princesa y Charlotte era la única que estaba tarareando mientras limpiaba los vidrios de su casa, pasó todo el día limpiando esa casa hasta que lo consiguió. Terminó tarde de la noche exhausta, tenía demasiada hambre por lo que se comió lo que le quedaba del pan que le dio su vecina. Sofía no se preocupó por encender alguna vela, pensó que era un desperdició pues las necesitaba para la casa que estaba a oscuras cuando el sol se escondía, así que ella definitivamente no iba a desperdiciar una vela por ella misma.

Fue a su habitación y vio los vestidos que tenía para usar, no eran muy de su agrado, pero por el momento le servirían, ya luego se haría unos ella misma, pues mientras limpiaba encontró muchos royos de tela que le servían para hacerse sus propios vestidos y Sofía sabía de sastrería, ella le pidió a su padre que se le enseñara porque pensó que algún día esto le sería útil y vaya que tuvo razón. También había una maquina de cocer, estaba bien cubierta y aun funcionaba, por tema de ropa estaba salvada, ahora solo le quedaba buscar algún trabajo, pero no sabía hacer muchas cosas, por lo que sus opciones se limitaban, hasta que pensó en enseñar. Podía consultar si algunos padres están interesados en que sus hijos aprendan escribir o leer, no veía mucha oportunidad, pero lo intentaría, también pondría una sastrería ahí en casa, ella sabe que la gente de pueblo no tiene quien les haga los vestidos o se los arregle, eso está para la nobleza.

Cansada se va a dormir disfrutando de su nueva vida. -Gracias Arthur, pero no quiero volver a verte en mi vida...._Dijo antes de caer dormida.

A la mañana siguiente Sofía se levanta dispuesta a buscar su trabajo de ensueño. Se baña y se viste lo más sencilla posible, peina su pelo y lo recoge con un broche. Sale de su casa y todos la miran sorprendidos, camina hasta la casa de su vecina y toca la puerta, la madre de la niña le abre y queda aterrada de ver a Charlotte tan arreglada.

-Charlotte, buenos días.

-Buenos días..._Saludó sonriente.

Su vecina se hace a un lado dejándola pasar y la observa en silencio. -Dime que necesitas.

-Quería hacerle una pregunta, ¿Usted cree que algunos padres estén interesados en que sus hijos aprendan a escribir y leer?

Dalin que es así como se llama la vecina, le observa boquiabierta, había algo raro en Charlotte que no le cuadraba, todo en ella ahora era demasiado raro. -Hay unos que si, pero no tienen quien les enseñe.

-Oh ¿Y quienes son? Yo estoy dispuesta a enseñarles, no tengo un precio fijo, pueden darme lo que puedan.

-¿Tu sabes?..._Preguntó extrañada.

-Si..._Respondió Sofia orgullosa de sí misma.

-Charlotte ¿Desde cuando tu sabes escribir?

-Siempre lo he sabido.

Dalin veía que Charlotte estaba hablando enserio, pero esto era algo muy impactante, de la noche a la mañana era otra Charlotte, es cómo si en realidad no fuera ella en realidad. La antigua Charlotte jamás había abierto las cortinas o ventanas de su casa, no utilizaba los vestidos que tenía porque siempre decían que no eran de su agrado, jamás la había visto tan peinada y arreglada. Esto era algo muy chocante para ella.

-¿Me podrías decir quienes son esos padre? para ir hablar con ellos..._Sofía estaba muy determinada a su nueva vida.

-Si quieres te llevo..._Sofía asintió emocionada y Dalin se fue arreglar y despertar a su hija para que fueran.

Salieron y caminaron unas cuadras, Dalin llevó a Sofía a cinco casas, donde ella se presentó y les explicó sobre que quería enseñarle a los niños a leer y escribir, les explicó que el pago era lo que ellos pudieran dar y tendría una hora predeterminada para las clases. Igualmente les habló a todas esas familias que ella sabía de sastrería y que si necesitaban algo ella se los podía hacer o también arreglar. Las familias quedaban asombradas y todas tomaron de los servicios de Sofía. Ya tenía dos trabajos y eran algo de lo que estaba muy orgullosa.

A la vuelta con un poco de dinero que había encontrado limpiando fue a comprar lo que le alcanzara para comer y unas velas, no habían muchas en la casa, por lo que tenía que comprar si o si. Mientras compra, la pequeña hija de Dalin le confiesa a la vendedora que Charlotte sabe de sastrería y también va a enseñar a leer y escribir, la señora curiosa por el trabajo de la chica le pasa un vestido de ella que su esposo le había regalado en sus cumpleaños con mucho esfuerzo, pero un día se rajó al enredarse con un alambre. Sofía emocionada agarra el vestido y le jura a la señora que quedará como nuevo.

Al regresar a casa se despide de Dalin y su hija y se apura en entrar para comenzar su primer trabajo. Busca aguja e hilo, prende una vela y comienza su labor, el tajo no era tan grande, pero había que saber cerrarlo sino se notaría el hilo. No tardó tanto en arreglar el pequeño problemilla y luego se fue a cenar. Mientras comía veía el vestido y sonreía orgullosa de su trabajo, nunca se imagino haciendo esto, era impresionante cómo la vida daba esta clase de vueltas.

Feliz se fue a buscar pedazos de cartón en el jardín trasero de la casa, este era otro lugar que le faltaba por limpiar, ahí habían unos pequeños botes de pintura y estaban los pedazos de cartón. En estos escribió las letras para los niños, algunas palabras fáciles para empezar a enseñarles. Su vida iba a ser muy emocionante y diferente.

Habiendo terminado deja los cartones secar y se va a lavar sus manos, lista para dormir se pone su pijama y se acuesta en su cama cayendo rendida.

A la mañana siguiente se despierta motivada, por su nuevo día. Se arregla y limpia la casa para recibir a los niños, pero antes debe ir a entregar el vestido de la señorita. Toma el vestido y lo empaca, estando lista sale de la casa, camina hasta llegar a la casa de la señora que ya se encuentra sacando las verduras junto con su esposo para empezar a vender.

-Buenos días..._Saluda y la pareja se voltea a verla.

-Buenos días niña, lo siento pero aun no empezamos a atender..._Dice la señora pensando que viene a comprar.

-Oh no, yo traigo su vestido, ya está listo..._Responde entregándolo a la dueña.

La señora está asombrada, no esperaba a que su vestido fuera traído de vuelta tan rápido, anteriormente una niña también había dicho que sabía de sastrería, ella confío y le entregó una camisa de su esposo, la chica se tardó como una semana para entregar un trabajo de porquería. La señora con duda revisa el trabajo y queda alucinada, ni siquiera se notaba la cocedura, su vestido estaba casi como nuevo.

-Niña tus manos hacen magia..._Alagó la señora, pero su sonrisa duró poco, era un excelente trabajo. Lo que significaba pagar demasiado, la niña anterior le había cobrado 100 monedas, y su trabajo ni siquiera estaba bien hecho, por otro lado este si valía los 100, el problema es que no los tenía y a ella no le gusta deber. -¿Cuanto me vas a cobrar?

-2O monedas..._Respondió Sofía, dejando sorprendida a la señora.

-Pero tu trabajo es demasiado bueno para cobrar eso mi niña.

-Pero no fue mucho lo que hice, el tajo ni siquiera era tan grande.

La señora se sorprende y corre a traer el dinero, analizó que dependiendo del problema con la prenda ella así cobraría, En una bolsa marrón echó las 20 monedas y se las entregó a la chica, esta agradeció y se fue. La señora emocionada le comentó a sus vecinas sobre la niña que ahora era sastre.

Sofía fue a comprar lo necesario para dar clases, un pequeño tablero le salían 10 monedas y lo necesitaba si o si, este venía con la tiza y un pequeño trapo que era para borrar, ya después compraría otras cosas. Con lo que le quedaba compró más comida para no preocuparse de eso mañana. Ya vería si con lo que los padres de los niños le daban podía comprar algún libro para los niños. Habiendo terminado sus compras regresó a su casa, al llegar cocinó algo rápido que le durara hasta mañana. Almorzó sintiéndose ansiosa, porque después del almuerzo llegaran los niños. Agarró unos cinco cojines y los puso en el suelo para que los niños se sentaran sobre estos y no directo al frío suelo.

Los niños llegaron y antes de salir a recibirlos se miró en el espejo. -Ya no soy Sofía, ahora soy Charlotte. Hoy comienza mi nueva vida.

Salió y recibió a los niños, todos venían juntos con sus madres, una de ellas le dejó un vestido que se estaba descociendo por completo y Charlotte la invitó a entrar para hablarle sobre lo que podían hacer. Le comentó a la señora de que podía salvar el vestido, pero el problema era la tela que estaba muy desgasta, tarde o temprano volvería a pasar lo mismo, por lo que le recomienda dejarlo y hacer uno nuevo. La señora emocionada acepta y pregunta cuanto sería, Charlot le dice por hacer uno desde el inicio serían 200, pero que puede dejárselo en 150 monedas, la señora acepta y Charlotte le dice que cuando vuelva por el niño le tomará las medidas exactas.

Luego de esto la señora se va y Charlotte queda con cinco niños, tres niñas y dos niños, le dice a los niños que tomen asiento y ella sale un momento para ir en busca de su vecina.

-Hola Charlotte..._Saluda su vecina al abrir la puerta.

-Hola, Quería invitar a tu hija a participar en las clases.

-¿Mi hija?..._Dalin mira a su hija y ella se ve curiosa en ir. -¿Tu quieres?

-Si..._Respondió la pequeña.

-Excelente, ¿Tienes algún cuaderno y lápiz?..._La pequeña asiente y corre a buscar lo pedido y vuelve con ello en sus manos, sale de casa y cruza la calle hasta llegar a la casa de Charlotte. Al entrar ve otros niños y se siente nerviosa, pero ellos están igual que ella, nadie sabe nada y temen hacer el ridículo.

Charlotte trae otro cojín y le indica a la niña que se siente cómo los demás. -Hola niños, ¿Cómo están?..._A sus oídos solo se escucharon entre murmullos "Bien" ella sabía que estaban nerviosos y tienen miedo a lo nuevo. -No tengan miedo, todos vamos aprender y nadie se reira de nadie ¿Bien?..._Los niños asintieron mirándola.

Charlotte trae los cartones y los deja a su lado, se pone al lado del pizarrón y suspira antes de empezar. -Bien comenzaremos con escribir sus nombres..._Los niños se tensan una vez escuchan esto. -No se preocupen, yo les escribiré primero y luego lo intentarán ustedes. Bien, comencemos..

La clase comenzó y de apoco los niños se fueron soltando con ella y entre ellos mismos, Charlotte saca a cada niño al pizarrón para que escribiera su nombre y luego el de otro compañero, todos lo iban haciendo muy bien y Charlotte los felicitaba por eso. Después les pasó los cartones donde tenía escrito las vocales en mayúscula y minúscula.

-En ese cartón que les di notaran que al lado de cada letra hay un pequeño espacio..._Los niños asintieron. -Ahí van a escribir la letra que tienen al lado y atrás de ese cartón irán sus nombres. Mientras ustedes hacen eso yo les dejaré una pequeña actividad para la casa.

Los niños hicieron lo pedido, mientras Charlotte le dejaba una plana de escribir las vocales hasta la mitad de la hoja y repasar las vocales, pronunciarlas varias veces. Las horas pasaban y el momento de que los niños se fueran había llegado. Sus madres puntuales ataban ahí, con el dinero en mano para dárselo a su profesora. Charlotte les explicó a las madres lo que los niños debían hacer llegando a casa y estas asintieron agradeciendo por su tiempo.

La madre de Luis, que era la señora del vestido entró y Charlotte le tomó sus medidas, para ese momento Dalin había entrado a su casa por su hija y vio como Charlotte hablaba con la señora sobre un vestido. Esperó a que estas terminaran y luego se fue la señora junto con su hijo.

-Oh tu mami ya vino por ti..._Le habló Charlotte a Karla. -Aunque no era necesario yo podía haberla ido a dejar.

-No te preocupes, acabo de llegar de mi trabajo y justo vi que ya las madres habían llegado..._Dalin quiso preguntarle a Charlotte, pero sintió un poco de vergüenza, Charlotte notó esto y le sonrió amablemente.

-Si hay algo que me quieras decir.

-Bueno yo... ¿Me enseñarías a coser?

-¡Claro que si, pero serían solo los fines de semana!

-¡¿En serio?! ¡Muchas gracias Charlotte!..._La abrazó como agradecimiento. -Ten, esto es lo que puedo darte por las clases, perdón si es poco.

-Tranquila, entiendo tu situación.

Dalin asintió sintiéndose agradecida, se despidió y se fue junto con su hija a su casa. Charlotte por su parte se fue a revisar las bolsas para ver cuanto habían dado cada madre. En cada bolsa había un total de 5 monedas, era poco, pero estaba orgullosa de su trabajo, tenía un total de 30 monedas y esas las iría guardando para después poder comprar cosas para las clases.

Aun teniendo tiempo, comienza a avanzar el en vestido, así todos los días después de clases avanzaría un poco y el la mañana prepararía las clases para los niños.

Esta era su nueva vida y estaba feliz con ella.

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