¡EL beso! Amamos cuando llegan estas escenas jaja. Espero les este gustando, porque lo que se viene es fuerte. ¿Que pasara cuando Marcus descubra quien es Sofia en realidad?
Sofía no se apartó. No podía. Era como si todos los hilos invisibles del pasado la ataran a ese momento.Las manos de Marcus se deslizaron por sus mejillas, luego por su cuello, y se detuvieron en su cintura. Sofía gimió entre sus labios, una mezcla de nostalgia y deseo. Sus dedos se aferraron a su camisa como si necesitara anclarse a algo. Cada roce, cada caricia, era una explosión que no sabían cómo apagar.Marcus la levantó suavemente del sofá y sus cuerpos se encontraron de pie, tan cerca que no existía el aire entre ellos. Sus labios se buscaron una y otra vez, desesperados. Se tocaron como si temieran olvidarse de nuevo. Como si el mundo fuera a acabarse esa noche.Pero entonces, la realidad la golpeó.Sofía abrió los ojos de golpe, sus manos aún temblaban sobre el pecho de Marcus. Su respiración era errática, su cuerpo vibraba… pero su alma gritaba.Se apartó enseguida. Sus ojos inundados de lágrimas no derramadas.Al notarlo, Marcus se sintió un idiota.— Sofía, perdóname, yo…
Esta vez no hubo espacio para la negación.El beso fue profundo, dolido, lleno de deseo contenido y memorias rotas que buscaban renacer. Marcus la sostuvo por la cintura, atrayéndola hacia él, y ella, sin fuerzas para resistirse, dejó que la arrastrara a su mundo, a sus labios, a su fuego.Las manos de él encontraron su rostro, su cuello, su espalda… mientras las de ella se aferraban a su camisa, como si temiera caer al vacío. Caminaron a tientas por el pasillo, sin despegarse, hasta que entraron en la habitación. Las prendas fueron cayendo sin que lo notaran, abandonadas como el pasado, como las mentiras.— No me digas que no sientes nada, Sofía —le susurró con la frente apoyada contra la de ella —. Porque yo… yo no puedo fingir más.— Yo… — Sofía cerró los ojos, asfixiada por la intensidad de sus palabras No pudo decir nada más, no pudo completar una frase coherente. No podía. Solo se aferró a él mientras cruzaban el umbral de la habitación y el pasado comenzaba a hacerse cenizas a
— ¿Sofía? — la voz de Eve fue lo primero que Sofía escuchó al volver en sí. Le acariciaba la frente con una compresa húmeda. Sus ojos estaban llenos de preocupación—. Dios mío, Sofi, me asustaste. ¿Estás bien?Sofía parpadeó lentamente, tratando de recordar dónde estaba, qué había pasado. Y entonces… todo volvió a ella como un aluvión.La noche con Marcus.El mensaje del profesor Clark.Camila.Su hija.¡Su hija!Un sollozo escapó de su garganta, uno que se mezcló con una risa temblorosa de incredulidad.— Es ella, Eve… — murmuró, sus ojos cristalinos y sus manos temblorosas —. Camila… es mi hija. Noventa y nueve por ciento. Los resultados… lo confirmaron. Es mía. Es mía… es mi pequeña. Es la pequeña que me arrebataron.Eve la abrazó con fuerza, sintiendo su corazón desbordarse también. Sabía cuánto había sufrido Sofía, cuántas veces la había visto llorar en silencio por aquella hija arrebatada. Y ahora la tenía. Había un nombre. Un rostro. Un amor intacto. Dios, parecía una película
Sofía observaba la ciudad desde la terraza de su apartamento. En su teléfono, tenía la confirmación del envío: una carpeta con documentos filtrados, entregada de forma anónima a un medio digital especializado en escándalos financieros.Informes alterados. Facturas inexistentes. Cuentas trianguladas en el extranjero. Todo parecía indicar que el Grupo Blackstone había estado manipulando cifras para evadir impuestos y lavar dinero a través de filiales menores en Europa del Este.Había estudiado todo desde dentro del grupo Blackstone. Cruzado cada dato. Su venganza no sería impulsiva. Sería quirúrgica. Bianca era su primera víctima. Aquella mujer que, sin misericordia alguna, también fue parte de su “muerte” hace cinco años. Era tan cómplice como todos. Y a cada uno le llegaría su turno.El titular salió a las pocas horas:"Oscuros negocios en el Grupo Blackstone: documentos anónimos destapan red financiera ilegal"En cuestión de minutos, las redes sociales estallaron. Las acciones de la e
Capítulo 1. Muerta en vidaEl cielo estaba despejado aquella noche, la ciudad dormía envuelta en luces tenues mientras el auto serpenteaba suave por la carretera. Sofía reía, con la mano sobre su vientre abultado, y la otra entrelazada con la de Marcus. Su mundo entero estaba dentro de aquel auto.De pronto, el móvil de Marcus sonó. Este esbozó una sonrisa al leer el contenido de un mensaje. Sofía entornó los ojos, mirándolo con curiosidad.— ¿Qué? ¿De qué se trata?— Siempre tan curiosa — le dijo, besando el dorso de su mano —. Esperaba poder darte la sorpresa, pero no quiero esperar. He conseguido la casa.Sofía se llevó las manos a la boca y sus ojos brillaron.— ¿Qué? ¿Te refieres a…? — las palabras no pudieron salir de su boca, y Marcus volvió a sonreír.— Sí, mi vida, me refiero a la casa de nuestros sueños.La habían estado tratando de conseguir durante meses, y aunque la competencia con otros compradores era dura, Marcus sabía cuan ilusión le hacía a Sofía tener esa casa, así
Capítulo 2. El fantasma de su esposaDespués de recuperarse, la esperanza de que su hija estuviese viva, bajo el resguardo de los Blackstone, todavía latía en el corazón de Sofía.Fue así como durante semanas, algunos días con sol y otros con lluvia, Sofía frecuentaba bajo las sombras la mansión de los Blackstone. Una fortaleza de oro. Impenetrable, intocable.— Vamos, pequeña… — murmuró para sí misma, esperanzada —. Solo una señal… un gesto. Sé que estás allí. Mamá está esperando por verte.Durante todo ese tiempo, se había escondido entre arbustos, dentro de autos rentados, incluso disfrazada con gafas oscuras y gorra, caminando por la acera opuesta a la mansión. Se sabía los horarios de los guardias, la rutina del jardinero, el momento exacto en el que Marcus salía a correr… pero nunca la niña. Nunca su hija. ¡La hija de sus entrañas!Un día, ya había perdido la cuenta de las horas que había pasado allí, a la espera de algo, de una señal, por muy pequeña que fuera, y como otras tan
Capítulo 3. Sofía finge no ser ella frente a Marcus— ¡Papá! — la voz de la pequeña Camila sacó a Marcus Blackstone de su asombro, y la vio correr hacia él.La atrapó en el aire y la pegó a él con fuerza y desesperación. Sus manos temblaban mientras la examinaba de pies a cabeza, asegurándose de que estuviese entera, sana, a salvo.— ¿Estás bien? ¿Te duele algo?— Estoy bien, papi — le aseguró la pequeña, y Marcus exhaló, frotándose el entrecejo.— Dios, Camila. ¿Por qué te saliste así de la casa, mi amor?— Lo siento, papi, estaba buscando a mami.Marcus frunció el ceño.— ¿Qué?— Sí, ella me llamó. Me dijo que la siguiera, y está aquí, por fin mi mami está aquí.— Sofía, por amor a Dios, ¿de qué… hablas?La dulce niña ensanchó una sonrisa como si no le hubiese dado el susto de su vida.— ¡Sí, papi! ¡Mami está aquí! ¡Mírala! — y señaló a la mujer que aguardaba detrás de ella, con la manos cruzadas frente a sí misma.Marcus alzó el rostro y pasó un trago, incorporándose. Todo lo que s
Capítulo 4. Destruir el mundo de los Blackstone como un castillo de arenaGrupo Blackstone. Manhattan, New York.— ¿Estás escuchándome, Alex?Marcus apretó los dientes mientras caminaba por su despacho, con el ceño fruncido y la tarjeta en la mano. La misma tarjeta que él mismo había entregado aquella mañana a la mujer que lo tenía al borde del abismo.— Tenía sus mismos ojos… su misma forma de mirar — murmuró —. Y el mismo nombre.Su mejor amigo, Alex Bennett, lo observaba desde el sillón frente al escritorio, brazos cruzados, con una expresión de preocupación.— Marcus… ya hemos hablado de esto. Sofía murió.— No lo entiendes.— A ver, esta mujer, ¿te dijo que era Sofía? ¿Tu Sofía?— Obviamente no, pero…— Entonces ya está, Marcus. Las personas se parecen, pero es todo.— No estoy diciendo que esa mujer sea Sofía. Estoy diciendo que… algo vi en ella. Que la forma en que apareció, el momento, cómo salvó a Camila. Era como si el destino me la estuviera poniendo frente otra vez.Alex n