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Entre sombras y secretos

Auren

El castillo se siente más grande cada día, pero no porque sus muros sean tan imponentes o sus pasillos interminables. No. Es la cantidad de secretos que se esconden dentro de esas paredes lo que me hace sentir tan pequeña. Los murmullos a mi alrededor son como ecos lejanos, invisibles pero palpables. Cada conversación, cada mirada furtiva, me hace más consciente de que aquí, entre sombras y máscaras, nada es lo que parece.

Al principio, me concentré solo en lo evidente: la política, las alianzas, los movimientos estratégicos. Pero, cuanto más me adentro en este mundo, más descubro que hay algo más. Algo oscuro, algo peligroso. Cada rincón del castillo guarda una verdad que no quiero conocer, pero que debo. Y, por alguna razón, me he convertido en el centro de ese juego. El tablero está siendo movido, y aunque la mayoría no lo ve, soy la pieza más importante.

Pero no puedo apartarme. No ahora. La curiosidad, esa maldición que me consume, no me permite descansar. Y si bien la amenaza siempre está al acecho, tengo que admitirlo: una parte de mí disfruta del peligro. El caos y la oscuridad me llaman, como una sirena que susurra al oído, prometiéndome un destino que solo yo puedo decidir.

Y entonces está él. Kael.

No hay duda de que, al igual que yo, está atrapado en este juego. Pero su lealtad parece estar dividida. A veces, cuando nuestras miradas se cruzan, veo algo en sus ojos que no puedo entender. ¿Es interés? ¿Atracción? ¿O es solo que él también está atrapado, como todos los demás? No lo sé, pero lo que sí sé es que hay algo en él que me provoca. Algo que me empuja a descubrir más, aunque eso signifique acercarme al fuego.

He comenzado a investigar más activamente, a moverme entre las sombras, entre los susurros, buscando pistas en cada rincón. Y, a pesar de todo, es Kael quien siempre aparece en los momentos más inesperados. Su presencia, esa constante tensión entre nosotros, no hace más que aumentar el interés que ya siento por él. No sé si es el hecho de que me desafíe o si realmente está dispuesto a jugar este juego conmigo, pero sus palabras son siempre como un enigma. Nunca sabes si te está ayudando o si te está manipulando.

Hoy, sin embargo, la conversación que tuvimos cambió todo. Estaba en uno de los pasillos más alejados, buscando alguna pista que me diera respuestas, cuando lo vi. Kael estaba allí, de pie, como una sombra, esperando. Mi corazón aceleró sin razón aparente, como si su sola presencia alterara la realidad a mi alrededor.

—"¿Qué haces aquí, princesa?" —su voz resonó, profunda y grave. Pero no había amabilidad en ella, solo una interrogante, como si quisiera saber hasta dónde llegaría mi osadía.

—"Buscando respuestas, comandante," —respondí, sin ocultar la franqueza de mis palabras. Sabía que él no se contentaba con respuestas simples.

La mirada que me lanzó fue tan intensa que, por un momento, me sentí desnuda, expuesta. Pero no iba a retroceder. No ahora. No ante él.

—"¿Y qué esperas encontrar?" —su voz ahora era más baja, más peligrosa. Como si cada palabra estuviera impregnada de algo más.

—"La verdad," —le dije, sin apartar la vista de sus ojos, desafiando lo que fuera que quisiera leer en mí. "O al menos, la parte de la verdad que no quieren que sepa."

El silencio se hizo pesado entre nosotros, y por un instante, no pude ver nada más que él. Pero Kael no se movió. Solo permaneció allí, observándome, como si estuviera decidiendo si debía confiar en mí o seguir ocultando lo que sabía. Y entonces, de manera casi imperceptible, su rostro se suavizó, y sus labios se curvaron en una ligera sonrisa.

—"No es tan fácil, Auren," —murmuró, su tono bajando aún más. "El conocimiento tiene un precio. Y a veces, saber más te pone en peligro."

Algo en su voz hizo que una punzada de incertidumbre recorriera mi columna vertebral. Pero no iba a ceder.

—"Estoy dispuesta a pagar el precio," —respondí, mis palabras firmes y decididas. "Todo lo que quiero es saber en qué estoy involucrada."

Kael la observó por un momento, su expresión seria. Entonces, como si finalmente hubiera tomado una decisión, se acercó un paso más. El aire entre nosotros se tensó aún más, y por un momento, sentí que podríamos quedarnos allí, simplemente mirándonos. Pero lo que dijo a continuación me heló por completo.

—"El enemigo tiene planes que van más allá de lo que imaginas," —dijo, su voz baja y grave. "Están esperando a que alguien con poder los apoye. Y no es solo un ataque al reino... es algo mucho más personal."

La intensidad de sus palabras me hizo retroceder un paso, y mis pensamientos se dispararon a mil por hora. ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué había de personal en todo esto?

—"¿Qué estás insinuando?" —le pregunté, mi voz ahora más baja, temerosa de la respuesta que podría escuchar.

Kael me miró fijamente, como si estuviera evaluando si debía confiarme más detalles. Entonces, con una mirada más oscura que nunca, murmuró:

—"No sé si debo confiar en ti," —me dijo, sus ojos profundos y penetrantes. "Pero te diré algo: la lealtad no siempre se gana de manera sencilla."

Me sentí desbordada por una mezcla de emociones. Sabía que había algo más en su mirada, en sus palabras. Sabía que él estaba atrapado en algo más grande, algo que podría ser su condena... y tal vez la mía también. Pero, de alguna manera, su confusión y su vulnerabilidad solo aumentaron mi interés por él.

—"¿Y qué pasa si te doy una razón para confiar en mí?" —le respondí, mi voz apenas un susurro, pero cargada de un desafío que no pude evitar.

Kael parecía tentado a dar un paso hacia mí, pero no lo hizo. En lugar de eso, su mirada se oscureció aún más, como si estuviera luchando contra sus propios sentimientos.

—"Si quieres mi lealtad, comandante," —dije, mi voz llena de una satisfacción peligrosa, "tendrás que ganártela."

Me observó, sus ojos brillando con una intensidad feroz, y por un segundo, ambos quedamos inmóviles, sabiendo que las palabras ya estaban dichas. Sabía que esta guerra, esta batalla silenciosa que librábamos, no era solo por el poder. Había algo más. Algo mucho más personal.

Y, aunque él no lo dijo, vi en su mirada que, de alguna manera, estaba atrapado. Trató de esconderlo, pero no pudo. Y cuando se dio la vuelta para alejarse, el peso de lo que estaba por venir ya se sentía en el aire.

Sabía que lo que acababa de suceder no era solo una simple conversación. Había abierto la puerta a algo mucho más grande. Algo que ninguno de los dos podría evitar.

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