Auren
La opulencia del castillo me resulta más asfixiante con cada día que pasa. La fachada de lujo, la brillantez de los candelabros dorados, las risas calculadas de los nobles... todo es tan frívolo y vacío que no puedo dejar de preguntarme cuántas mentiras se ocultan detrás de esas sonrisas falsas. Me encuentro atrapada en un juego de poder, una pieza en un tablero del que no tengo control, y aunque intento mantenerme serena, el peso de la situación es más grande de lo que puedo soportar.
Mi futuro está decidido, una esposa que no tiene voz, una princesa que será utilizada como un simple peón en una guerra que no entiende por completo. El matrimonio con un hombre que ni siquiera conozco, y cuyo nombre solo me ha sido susurrado en los pasillos de este castillo, parece ser solo una fachada para algo mucho más siniestro entre los reinos. Mi vida, mis decisiones, mis sueños… todo se desvanece bajo la sombra de una política de la que no soy más que un instrumento.
Pero incluso en medio de todo esto, hay algo que no puedo ignorar. Algo que me llama, que me consume y que no puedo negar. Kael. El comandante de la guardia. Cada vez que nuestros ojos se cruzan, el aire se carga de una tensión palpable, como si ambos estuviéramos jugando a un juego que ninguno de los dos quiere admitir. Él, tan firme, tan seguro de su lugar en este mundo. Y yo, atrapada, desbordada por una necesidad de comprenderlo, de entender lo que se oculta detrás de su mirada tan profunda.
Hoy, durante la cena, el peso de la intriga es aún más fuerte. Los nobles están reunidos, todos tan pulidos y encantadores en sus vestidos de gala, pero sé que bajo sus sonrisas se esconden mentiras y secretos. No hay ninguna conversación que no esté impregnada de dobles intenciones. Y, como siempre, soy el centro de sus observaciones, una princesa cuya vida está marcada por los ojos de los demás.
Mi padre, en su silencio, observa cada uno de mis movimientos, y sé que él también está calculando. Todo es una fachada, pero la verdad es que mi matrimonio será un movimiento estratégico, una alianza que, en teoría, debería fortalecer nuestra posición en el reino. Nadie pregunta si yo quiero esto, si soy parte de este juego, o si simplemente soy una pieza más.
Mis pensamientos se dispersan cuando la puerta se abre y Kael entra en la sala. Su presencia llena el espacio, su altura imponente, su uniforme negro y dorado perfectamente ajustado a su cuerpo. Sé que me está observando, aunque no haya mirado en mi dirección aún. Hay algo en su forma de moverse, tan controlada, tan medida, que no puedo evitar sentir que todo su ser está hecho de reglas que no puede romper. Y aún así, lo veo de vez en cuando, dejando escapar una mirada, una reacción que me hace pensar que, tal vez, también se siente tan atrapado como yo.
Hoy, parece que nuestros caminos se cruzarán más de una vez.
Durante la velada, entre copas de vino y conversaciones superficiales, empiezo a escuchar murmullos entre los nobles. Las risas no son tan falsas como antes, y hay una tensión en el aire. Algunas palabras caen en mis oídos, palabras que no deberían ser dichas en voz alta, pero lo son. “El matrimonio no es más que una forma de sellar una alianza política…” “No hay amor, solo conveniencia…”
Mis dedos se tensan alrededor de la copa de vino. Ellos no lo entienden. Ellos no saben lo que significa estar atrapada en este destino. Pero yo lo sé, y mi mente comienza a tramar su propio plan. No puedo quedarme aquí de brazos cruzados esperando a ser casada como un simple objeto. No puedo seguir siendo solo una pieza más en su maldito tablero. Es hora de tomar el control, aunque no sé cómo aún.
Kael se acerca a la mesa, y nuestras miradas se encuentran brevemente. Sus ojos, tan intensos, me recorren de arriba a abajo, como si estuviera calculando cada paso que doy. No puedo evitar sentir cómo mi cuerpo reacciona a esa mirada. Es como si una corriente eléctrica corriera entre nosotros, un tirón invisible que nos atrae de maneras que ninguno de los dos puede negar.
—"Parece que no estás disfrutando mucho de la fiesta," —dice su voz cerca de mi oído, un susurro que no se puede ignorar.
Lo miro, con una sonrisa que es más una máscara que una expresión genuina.
—"Y tú pareces disfrutar demasiado de vigilarme, Kael," —respondo, lanzando una mirada desafiante que es, quizás, un juego más peligroso que lo que podría imaginar.
Su sonrisa se endurece, pero hay algo en su mirada que me dice que no lo está disfrutando tanto como parece. Y ese pensamiento, esa pequeña duda que se asoma, me hace preguntarme por qué no simplemente lo empujo. Empujar a este hombre tan imponente a su límite, a su vulnerabilidad. Pero, por alguna razón, no lo hago. No puedo.
El ambiente se vuelve aún más tenso cuando el príncipe, un hombre de rostro sombrío y mente aún más oscura, se acerca. Su mirada sobre mí no es de cariño, sino de posesión. Cada palabra que me dirige es un recordatorio de que soy solo una prenda más que se intercambia entre casas.
Y en ese momento, Kael, como si leyera mi mente, se acerca a mí. Con un movimiento rápido, toma mi brazo, alejándome del príncipe con una facilidad que me deja sin aliento. El roce de su piel contra la mía me paraliza, y por un momento, el mundo a nuestro alrededor parece desvanecerse. Solo estamos nosotros dos, atrapados en una danza que ninguno de los dos ha iniciado, pero que no sabemos cómo terminar.
Nos dirigimos hacia un rincón apartado del castillo, donde las sombras nos envuelven en su manto oscuro. El silencio entre nosotros es denso, cargado de palabras no dichas y deseos reprimidos. Kael no me suelta el brazo, pero tampoco me aprieta. Su toque es firme, posesivo, pero también... protectivo.
—"No confíes en nadie aquí," —me dice en un susurro, sus ojos fijos en los míos.
Esas palabras son una advertencia, pero algo en su tono me hace pensar que no está hablando solo de los demás. Hay algo más en su mirada, algo que no sé cómo interpretar, pero que hace que mi corazón se acelere.
—"No necesito tu protección, comandante," —le respondo, mi voz firme, pero sé que estoy mintiendo. No solo no necesito su protección, sino que me estoy dando cuenta de que, tal vez, no pueda seguir resistiendo esta atracción.
Nos separamos, pero el aire entre nosotros sigue cargado de algo que no se puede tocar, algo que nos conecta de una manera que ninguno de los dos está preparado para afrontar.
Mi mente está llena de preguntas sin respuesta, pero la única verdad que puedo entender es que este juego de los poderosos me está consumiendo. Y Kael... Kael es la pieza más peligrosa de todas.
KaelNo sé cómo he llegado a este punto. Un punto en el que cada paso que doy dentro de este castillo parece más pesado que el anterior. Las paredes de piedra, tan frías y opresivas, parecen cerrarse alrededor de mí. Las intrigas que me rodean me mantienen alerta, pero es ella... Auren, la princesa, la pieza en este juego, la que más me desconcierta.La he observado durante días, y lo que más me sorprende no es su belleza, que es innegable, ni su título, que está tatuado en su piel como una marca indeleble. No. Lo que realmente me sorprende es su astucia. No es la princesa sumisa que esperaba. No es la mujer que, como todos los demás, se sometería a la voluntad de aquellos que la rodean. Auren juega el mismo juego político que yo, pero con un propósito diferente: supervivencia. Esa es la clave. Sobrevivir en un mundo donde no hay reglas. Donde el poder se obtiene y se pierde con una sola palabra.A lo largo de los días, nuestras interacciones han sido fugaces, cortantes, pero cada una
AurenEl castillo se siente más grande cada día, pero no porque sus muros sean tan imponentes o sus pasillos interminables. No. Es la cantidad de secretos que se esconden dentro de esas paredes lo que me hace sentir tan pequeña. Los murmullos a mi alrededor son como ecos lejanos, invisibles pero palpables. Cada conversación, cada mirada furtiva, me hace más consciente de que aquí, entre sombras y máscaras, nada es lo que parece.Al principio, me concentré solo en lo evidente: la política, las alianzas, los movimientos estratégicos. Pero, cuanto más me adentro en este mundo, más descubro que hay algo más. Algo oscuro, algo peligroso. Cada rincón del castillo guarda una verdad que no quiero conocer, pero que debo. Y, por alguna razón, me he convertido en el centro de ese juego. El tablero está siendo movido, y aunque la mayoría no lo ve, soy la pieza más importante.Pero no puedo apartarme. No ahora. La curiosidad, esa maldición que me consume, no me permite descansar. Y si bien la amen
AurenLa torre se alza ante mí, majestuosa y fría, como una prisión de lujo, un mausoleo de piedras grises que reflejan el sol de la tarde. Mi corazón palpita con fuerza en mi pecho, pero no por la belleza del lugar, sino por el peso del destino que me aguarda dentro. Me han dicho que este castillo es un símbolo de poder, que su grandeza es incomparable, pero lo único que veo es una jaula dorada, una que me atrapará sin remedio.Cuando mi carruaje se detuvo frente a las puertas de hierro, me di cuenta de que todo había cambiado, que ya no era la hija del rey, que ya no tenía el mismo poder sobre mi futuro. Mi padre, el rey, ni siquiera se ha dignado a acompañarme. Me dejó sola, con un contrato entre mis manos y un futuro que no elegí. ¿Qué soy para él, sino una herramienta más en su juego político?Un sirviente vestido con los colores del reino me ayuda a bajar del carruaje. Mi vestido, aunque hecho de seda fina, me pesa más que cualquier armadura. Cada paso que doy parece retumbar en
KaelSer el comandante de la guardia no es un trabajo fácil. El deber de proteger al reino y sus miembros es una responsabilidad que llevo sobre mis hombros como una segunda piel. Mi vida ha sido todo disciplina y control. No hay espacio para debilidades, ni para las tentaciones que surgen en los rincones más oscuros del castillo. Sin embargo, ella llegó, como una tormenta silenciosa, arrastrando algo dentro de mí que no puedo ni quiero comprender.Auren. La hija del rey. Una pieza más en este juego de poder y política. Según las órdenes del rey, debo vigilarla. Ella no es una amenaza directa, al menos no de inmediato, pero sus ojos, su forma de moverse, la manera en que desafía a todos con cada palabra que dice, me perturba. Nunca me había visto afectado por alguien de esta manera, pero ella... ella es diferente.No es solo su belleza lo que me desarma, aunque la tiene. Es algo más profundo, algo que no puedo identificar fácilmente. Su fuerza oculta, la manera en que mantiene su cab