Un cuerpo divino

Nathaniel Diamantis no era un hombre con el que se pudiera jugar, la palabra paciencia no estaba dentro de su vocabulario, su esposa esto no lo sabía pero se iba a enterar

El CEO pudo haber ido por el juego de llaves que se encontraba en el despacho de la villa y abrir la puerta del baño, pero en cambio la abrió a patadas

Romina se puso de pie sin darse cuenta por el gran susto, vió entrar a su marido furioso

El hombre que venía dispuesto a ahorcar a la mujer por hacerlo enfadar o mínimo darle un par de nalgadas, Nathaniel se quedó sin moverse admirando el divino cuerpo desnudo de Romina

Era tan perfecto, hasta la cicatriz de la cesárea por dónde nacieron sus hijos que con el paso de los años se había hecho más pequeña, le combinaba bien, su mirada se fijó el par de regordetos senos que lo invitaban a probarlos

— !Nathaniel Diamantis, sal de aquí en este instante, ya no se puede tomar un baño agusto porque no se tiene privacidad, y deja de estarme viendo desnuda!

— !La privacidad en m
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