#5

Nicole procura no hacer mucho ruido al momento de abrir la puerta de su departamento. 

Las luces tenues del pasillo exterior son las que iluminan suavemente el camino mientras George entra detrás de ella, llevando a Thiago en brazos. 

El pequeño está tan profundamente dormido, que su respiración tranquila y rítmica lo mantiene ajeno al movimiento a su alrededor.

Nicole se queda cerca de la puerta mientras enciende las luces bajas, observando a George quien con paso tranquilo camina por el pasillo hasta la habitación de Thiago, misma donde entra y deja al pequeño en su cama con movimientos suaves para no despertarlo. 

Arreglando las sábanas y los peluches alrededor del pequeño, George le da un beso en la frente antes de retroceder en silencio hacia la puerta de la habitación. 

Por su parte, Thiago se acurruca instintivamente, su pequeño cuerpo relajado y seguro en su cama.

George cierra la puerta de la habitación de Thiago sin hacer ruido y se vuelve hacia el pasillo para ir de regreso con Nicole. 

Una vez que se encuentra junto a ella, Nicole le indica con un gesto que lo acompañe a la sala de estar donde ambos toman asiento y la menor no tarda en dejar escapar un suspiro de cansancio al sentir lo mullido del mueble.

—Gracias por traernos de regreso, fuiste muy amable — asegura en tono suave mientras mira a George con una sonrisa agradecida.

—No tienes nada que agradecer. Y en honor a la verdad, lo vi como mi oportunidad de poder pasar un poco más de tiempo junto a ti y no podía dejarla pasar— George deja salir su respuesta con una sonrisa coqueta mientras que observa fijamente a Nicole y extiende su brazo para tomar uno de los Rebeldes mechones de ella y acomodarlo tras su oreja. — Además, luces demasiado cansadas.

—Sí, Supongo que sí — aun cuando el rebelde mechón ya se encuentra contenido detrás de la oreja de Nicole, George sigue con el largo rizo entre sus dedos y juega con él mientras mantiene su mirada fija en su hermosa dueña. Nicole no dice nada ni da muestras de que aquel gesto le desagrade —. Quiero creer que un rato en la tina y una siesta lo calmaran.

—¿Tu auto sigue en el taller, cierto? —Pregunta, buscando una oportunidad más.

—Sí, pasaré por él mañana una vez que recoja a Thiago del colegio—. Asegura con total tranquilidad mientras apoya su mejilla sobre la palma de su mano—. Quiero llevarlo al parque después de eso. O tal vez ir a acampar, hace mucho no tenemos tantos días juntos, así que aprovecharé el feriado.

Originalmente, Nicole no tenía ningún plan para la semana feriada, pero la aparición de Alessandro esa mañana cambió todos sus planes. 

Tal vez si se marcha esos días con Thiago, el hombre entienda que no puede llegar de la nada a exigirle algo.

—Eso suena como un buen plan, ¿sería atrevido de mi parte pedirte unirme? —George detiene la caricia sobre el rosado mechón, expectante a la respuesta de Nicole. 

Por su parte, Nicole recuerda lo feliz que se puso Thiago al ver a George, y aunque el trago fue cambiado por un paseo rápido al parque de diversiones, Nicole sonrió al recordar cómo su pequeño se divirtió y como se mostró feliz ante la cercanía del hombre mayor.

Tal vez podría tratar de aceptar a este hombre… 

Nicole asiente, su expresión suavizándose. — Suena como un buen plan, pero igual lo consultaré con Thiago, sabes que no me gusta que sienta que le impongo cosas.

George la mira con ternura. Una marcada sonrisa apareciendo en sus labios ante las palabras de la mujer.

—Eso suena bien.

Deteniéndose en la mirada de Nicole, ambos se permiten perderse en ese momento íntimo, intimidad que se vuelve mayor a cada segundo, llevando a ambos mayores a moverse con lentitud, acercando hacia los labios del contrario en busca de un contacto más íntimo.

Antes de que sus labios puedan tocarse, son interrumpidos por el sonido del teléfono de George, y aunque en principio intentan ignorarlo, la insistencia en la llamada termina cortando la atmósfera que se comenzaba a formar.

—Deberías atender —son las palabras de Nicole mientras se separa de George y se estira un poco para disimular la incomodidad ante la interrupción. 

Sacando su teléfono del bolsillo, George nota que se trata de su madre por lo que suspira y atiende la llamada, misma que una vez finalizada, le hace indicar que debe marcharse.

Nicole sonríe, agradecida una vez más por la ayuda de George y lo acompaña a la puerta. Cuando su jefe se marchó, soltó un largo suspiro.

Dirigiéndose a la habitación de Thiago, abre la puerta con cuidado y entra. Se sienta junto a su cama, observando a su hijo dormido.

—Te quiero mucho, mi pequeño—murmura, acariciando suavemente sus cabellos—. Mami promete que va a protegerte de todo.

Asegura antes de levantarse y salir, cerrando la puerta detrás de ella. Caminando unos breves pasos, se dirige a su propia habitación.

Nicole entra en su habitación y se deja caer en la cama, esperando encontrar un momento de paz después de un día largo y agotador. 

Suspira de nuevo, cerrando los ojos por un instante, intentando relajarse antes de ir a tomar una ducha. Sin embargo, su intento de descanso es interrumpido por el sonido de su teléfono.

Estirando la mano al bolsillo de su pantalón, lo toma y ve que ha recibido un mensaje de un número desconocido. 

Intrigada y un poco cautelosa, abre el chat y encuentra un documento adjunto. Inmediatamente después, llega un mensaje que le indica quien es el remitente.

"Este es un borrador del acta de acuerdo para visitas parentales. Por favor, revísalo y hazme saber qué cambios deseas hacer para enviárselo a mi abogado y que podamos firmarlo lo más pronto posible."

Nicole siente como una oleada de indignación y frustración recorre su cuerpo. 

Piensa que aquello debe ser una broma absurda por parte de Alessandro. 

Ese hombre estúpido ¿Cómo se atreve a enviarle un mensaje así? 

Sin pensarlo dos veces, borra el mensaje y el documento, asegurándose de eliminarlo para ambas partes, dejando el chat vacío como una respuesta silenciosa y definitiva a la propuesta de Alessandro.

Alessandro observa las llamas danzar en un intento de calmar su mente inquieta. 

Toma su teléfono y revisa una vez el chat que inició con Nicole, donde puede ver una vez más como ella ha borrado los mensajes que él le había enviado.

Con cada segundo que pasa mirando el chat vacío, la frustración y la rabia crecen dentro de él. 

Esa jodida mujer ¿Cómo puede ser tan terca? ¿Cómo puede no darse cuenta de que él está intentando hacer las cosas bien? 

La tensión en su cuerpo se refleja en la mano que sostiene la copa de vino. 

A medida que la presión aumenta, la copa finalmente cede y se quiebra, esparciendo fragmentos de vidrio y vino tinto por todas partes.

La sangre comienza a gotear de su mano cortada, pero Alessandro apenas lo nota. 

Está demasiado enfocado en el chat vacío, en la aparente imposibilidad de comunicarse con Nicole de manera racional. 

—No va a terminar así…  te lo juro… 

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