Donatella alza lentamente la vista hacia ellos y, tras unos segundos de pausa, termina por regresar su mirada al vaso de licor. Dejando salir un pesado suspiro termina por volver a ver a los dos menores antes de atreverse a hablar una vez más.—Sé muy bien que mi relación de madre e hijos contigo y con tu hermano no es la mejor del mundo, pero siempre he procurado estar para ustedes así fuera desde las sombras—dice, cada palabra calculada y pesada, pero no por ello falsa—. Después de que escucharas mi conversación con tu abuelo poco antes de lo ocurrido con Nicole y Thiago…bueno, eso me sirvió para entender que, si no quería perderte totalmente, necesitaba hacer algo. Después de que toda la situación de Thiago y Nicole se arreglará, pagué a un investigador privado para que buscase al médico que atendió el parto de Thalia. Necesitaba obtener pruebas… de que todo lo que hice fue llevado por el miedo. Mis acciones no fueron por el deseo de hacerte daño, sino por el temor de perder a perd
En un rincón del jardín, apartado de la música y las risas que se han retomado en la fiesta, Thalia, Leonardo y Victoria se encuentran sentados en un banco bajo la suave luz de las linternas colgadas entre los árboles. La adolescente parece nerviosa, su mirada recorre el lugar como si aún no terminara de creer que está ahí, junto a sus padres. Leonardo, consciente de la timidez de Victoria, decide empezar a contar su historia, ofreciendo un primer paso hacia el vínculo que sabe deben comenzar a construir.—¿Sabes? —dice Leonardo, su voz baja y tranquila—, la primera vez que vi a tu madre supe que ella era el amor de mi vida. Estaba rodeada de gente, pero, de alguna forma, parecía estar en un mundo propio, su sola presencia brillaba más que todos los demás. Y ya lo vez, no me equivoqué.Thalia sonríe suavemente al escuchar esas hermosas palabras. Sus ojos brillan, y sus dedos se entrelazan con los de Leonardo. Victoria observa a sus padres en silencio, fascinada, como si fuera la prime
La luz del sol acaricia suavemente los adornos florales y las sillas blancas dispuestas con esmero en el amplio jardín. Los invitados ya están ubicados, las miradas llenas de emoción. Aunque no son muchos los invitados, si son personas que comparten la felicidad de ver el feliz desenlace en la historia de Thalia y Leonardo, esa boda representa la completación de su amor. Mientras la ceremonia está a punto de comenzar, y el aire se llena de murmullos de felicidad. Entre ellos, sobresale la voz de Thiago, quien, con una sonrisa de oreja a oreja, sostiene con orgullo una pequeña cajita de terciopelo que contiene los anillos de los novios.—Thiago, no corras con los anillos de la tía —llama Nicole mientras termina de acomodar un mechón de su cabello.—¿Y si dice que no? —pregunta Thalia mientras mira a su cuñada.—¿Estás jugando? Leonardo te ama con locura.—Y es un tonto por hacerlo.—Sí bueno, de eso se trata el amor— responde en tono divertido mientras termina de acomodar la pajarita de
Mientras en la cocina el ambiente matutino está lleno de sonidos y risas. Alessandro camina de un lado a otro, lanzando suspiros largos mientras Nicole intenta preparar el desayuno sin romper a reír al escucharlo. Las tres pequeñas están en el salón, inquietas, emocionadas mientras presumen sus nuevos uniformes a su hermano y a su rima Victoria, y aunque para ellas es un día de emoción, en la cocina, Alessandro lo vive como el principio del fin del mundo.—Por favor Nicole, ¿has visto lo diminutas que son? —son las palabras de Alessandro mientras se gira hacia ella, su rostro se muestra casi en pánico, con los brazos cruzados y la mirada fija en el techo como si hablara consigo mismo—. No están listas para ese… ese horrible lugar —se queja con intensidad—. ¿Por qué ir a la escuela tan pequeñas? Podrían aprender en casa. Podemos conseguirlos los mejores tutores.Nicole no responde inmediatamente; simplemente abre una de las gavetas superiores de la repisa y luego se acerca a la cafetera
Alessandro se mantiene de pie, con los brazos cruzados y una expresión de firmeza, mientras un Thiago de diecinueve años, lo mira con impaciencia y los ojos ligeramente entrecerrados, su mente maquinando un plan para convencer a su padre. Thiago lleva una chaqueta de cuero que parece haber comprado en algún mercadillo alternativo, es más que seguro que Donatella lo ve vistiendo así y pondrá el grito al cielo y lo sacará de su herencia. El joven rubio se mueve de un lado a otro con un aire de frustración juvenil. Alessandro mantiene su mirada fija, apenas moviéndose, proyectando esa calma que Thiago considera tan exasperante cuando intenta salirse con la suya. —Papá, escúchame y entiéndeme, por favor —insiste Thiago, levantando las manos en un gesto de súplica—. Sé que fallé las pruebas, pero no fue mi culpa, te lo juro. Alessandro arquea una ceja y se cruza de brazos aún más fuerte. Ama a Thiago como a nadie, pero no puede creer que realmente esté escuchando un argumento tan absurdo.
Emma y Danna, se encuentran en la habitación de Emma observando fijamente su imagen en el espejo. Se encuentran probándose los diferentes vestidos que su abuela Donatella y su tía Thalia diseñaron para ellas, y aún cuando se encuentran nerviosas Pues el tan esperado baile de debut está a la vuelta de la esquina, lo que realmente las tiene ilusionadas es la idea de poder ir con sus novios. El problema es que no saben cómo contarle a su papá, quieren cambiar de pareja en el último momento… y, peor aún, sienten terror de contarles ambas tienen pareja. Ninguna de las dos había mencionado a Alessandro o a Nicole el pequeño detalle de que están saliendo con alguien, así que esta noticia podría tomarse como una sorpresa mayor que su cambio de pareja al último momento. —¿Crees que mamá nos ayude? —pregunta Emma, mirando a Danna por el reflejo del espejo con una expresión de incertidumbre mientras su hermana menor la ayuda a ajustar el corset de su vestido. —Bueno, tal vez… —Danna responde,
Victoria camina tras Leonardo, casi corriendo para seguirle el ritmo y mantenerse a su lado. La mirada dura y enfocada de su padre va de la puerta principal a los pasillos de la casa, como si estuviera evaluando una estrategia de defensa para repeler a un extremadamente peligroso y ella trata con todas sus fuerzas de persuadirlo aunque la determinación en el rostro de Leonardo deja más que claro que su padre no le facilita la tarea. —Papá, ¡por favor! —insiste Victoria una vez más, tratando de contener la sonrisa nerviosa qué amenaza con salir—. No tienes que ponerte así. Ni siquiera lo conoces, y ya quieres lanzarte contra él como si fuera un criminal. Solo viene a buscarme para salir a tomar un café, estaré de vuelta lo más tardar a las nueve, te lo prometo. —¿Un café? —Leonardo se ve tiene un momento y se gira para fijar su mirada en su hija, resopla y niega con la cabeza antes de volver a retomar su caminata—. No pienso dejar que un mocoso se acerque a ti, y mucho menos con es
A esa hora la casa se ha instalado un profundo silencio, y una paz que Alessandro no esperaba experimentar después de una noche tan llena de vida y de emociones. La fiesta de debut en sociedad de Emma y Danna ha sido todo un éxito: risas, baile y recuerdos nuevos para la familia. Ahora, en el rincón más privado de su hogar, Alessandro y Nicole están juntos, sentados en la sala de estar, mirando las fotografías de la noche. Nicole pasa las fotos de su teléfono lentamente, sosteniéndolo con ambas manos mientras Alessandro la observa. Sus ojos siguen cada expresión en su rostro, cada destello de nostalgia y de orgullo que aparece al ver a sus hijas en sus vestidos de gala, con esa gracia que parece haberse multiplicado de un día para otro. Alessandro no puede evitar sonreír al ver cómo Nicole revive cada momento a través de las imágenes, su cabeza firmemente apoyada en su pecho mientras sonríe para sí misma. —Se ven tan felices,— susurra ella, sus ojos deteniéndose en una foto donde se