EMMA.Noah tenía cara de pocos amigos mientras iba en el auto conmigo. Lo miré de vez en cuando, apreté mis labios, y luego giré a la ventanilla.Sabía que me estaba contrariando en lo que había decidido hace mucho tiempo, pero quería hacer todo perfecto antes del nacimiento de Adam.Quería cerrar los ciclos completos, y sobre todo, no permitir que mi pasado se me acercara ni un milímetro a nosotros nunca más.Después de una media hora, el auto se estacionó y Noah fue el primero en salir.Estaba clara que estaba conteniendo su rabia. Tenía una semana pidiéndole que lo hiciera por mí, y que estuviéramos aquí hoy, era una nota en grande de que Noah me amaba con todas sus fuerzas, aunque nunca lo escuchara decirlo.El abogado nos dio la mano en la entrada de la penitenciaría donde tenían a Estela, y pasé mis manos sobre mi barriga de 7 meses de gestación.—Señores… —asentí hacia el abogado en el que Noah tanto confiaba—. Pude encontrar la forma de que el señor Musk estuviera con usted en
EMMA.Una quería que, el embarazo durara toda la vida, porque de cierta forma había sido la etapa más bella y feliz de mi vida, sin lugar a duda los mimos de Noah eran indescriptibles. Su forma de protección, y querer que yo siempre fuese su prioridad, solo hacían que amara a este hombre más de la cuenta.Pero cuando por la noche comenzaron unas puntadas un poco tolerables, supe cuándo me recosté en la cama, que no sería una noche tranquila, y como resultado, a las seis de la mañana estaba con Noah entrando a la clínica, desesperada porque sacaran a mi hijo de mí. A pesar de toda la situación, podía ver a Noah inmutable. Él quería dirigir a los médicos en este punto y decirles lo que tenía que hacer, y cuando yo estaba en medio del desespero y el dolor, tuve que halarlo de la camiseta medio puesta que se puso para salir, y hacer que me mirara.—Deja tu put* control para otro momento y deja que ellos me oliven, ¡Noah, por el amor de Dios…! —noté su mandíbula tensarse, y asintió.—Esto
EMMA.La maternidad, era una locura. Y ahora lo único que pensaba todo el tiempo, es cómo lo lograban aquellas mujeres que tenían más de un hijo, cuando yo me estaba volviendo loca.Creí que Adam comía mucho porque estaba llegando al nuevo mundo, pero cuando pasó su primer mes y luego el segundo, estaba halándome el cabello del desespero cuando pasaba literal una hora o dos en el pecho, y a los cinco minutos volvía a despertarse.Culpaba a Noah todo el tiempo por haberle heredado ese carácter insatisfecho, pero cuando llegaron los 4 meses, y yo ya no daba abasto, el pediatra nos recomendó una fórmula para complementar su alimentación, para que yo pudiera descansar un poco más.Y lo necesitaba.Cuando Adam cumplió los 5 meses decidí comenzar a ejercitarme, y me tomó toda una noche convencer a Noah para contratar a una niñera, que le investigó hasta su línea genealógica.Era una mujer de una agencia, de 40 años, llamada Ana, y desde que la vi, dije que ella sería nuestra ayudadora en to
EMMA.Había pasado por esta situación una vez. Colgando el teléfono después de terminar de organizar algunas cosas de decoración para la boda, solo suspiré sin poder evitar recordar a mi padre cuando me casé en contra de su opinión en el pasado.Recuerdo cómo me esmeré y pagué casi la totalidad de la ceremonia, y como ese día pensé que iba a casarme con el hombre que amaba.Eran las siete de la noche, miré a Adam que dormía plácido en su cuna, porque se había saltado la siesta, y noté como este chico que antes eran un bebito indefenso, ya no quería que lo tomaran en brazos porque caminaba por toda la casa, mientras su nana corría detrás de él.Miré sus piernitas más largas, y como sus rodillas estaban sucias.Había acabado de cumplir su añito en octubre, y la próxima semana, que ya era noviembre, se realizaría la boda, en el día 5.No podía decir que mi tiempo con Noah era color de rosas. Necesitaba mucho para mantenerme cuerda ante sus locuras y sobre todo para colocar la mano en sus
NOAH.—¡Papi…! —levanté mi mirada cuando Sofie vino corriendo hacia el despacho de la casa con el iPad de Adam en su bracitos, y él mismo venía furioso detrás de ella con su ceño visiblemente pronunciado.Retiré la silla y me giré, y al instante, recibí el cuerpo de Sofie que saltó hacia mí. Entonces Adam se detuvo a una distancia entre nosotros.Ambos se llevaban una diferencia de edad de casi dos años, ahora mismo Adam tenía 7, y Sofie 5 y algunos meses.Pero entre ellos había una diferencia abismal. Sofie había heredado el carácter de Emma, tal vez por eso sentía que no podía amarla más de lo que la amaba, y solo quería tenerla en mis manos para que no se lastimara nunca.Sofie se había convertido en mi confidente diminuta, y hacíamos un equipo increíble. En cuanto a Adam era mi mismo yo. Solo quería proteger a su madre, y reprobaba todo el tiempo la conducta arrebatada su hermana.Por lo tanto, me hice el tonto cuando la carita de Sofie me miró.—Papá… quería un ratico el iPad de
EMMA.Sofie sopló las velas de sus 10 años, mientras Adam intentaba enterrarla en el pastel.—¡Adam! —Noah casi lo agarra del cuello para separarlo, mientras Adam seguía burlándose de su hermana.—Has arruinado su vestido, Adam… —reprimí los labios ante el grito de Noah, mientras Sofie hacia su berrinche como de costumbre, y Noah se lo comía completico.Adam solo rio y se cruzó de brazos, mientras negué para él.Era tan igual a su padre que a veces me daba miedo. Había cumplido doce, y era popular en su escuela. La capacidad que tenía su mente me asombraba porque aún y cuando era adolescente, siempre le pedía a su padre saber más del negocio, y empaparse de lo que ya sabía era suyo.Algunas amiguitas de Sofie comenzaron a murmurar cuando Adam pasó sus dedos por el cabello castaño hacia atrás y revisaba su teléfono haciendo caso omiso a su alrededor, entonces cuando pasó por mi lado, lo frené un poco.—Tomate algunas fotos… vamos, hazlo por mí… y Sofie se alegrará.Lo vi rodar los ojos
EMMA.Estaba terminando de colocarme un collar que me dio Noah en mi pasado cumpleaños, cuando Sofie, de 22 años, entró a mi habitación.—Mira mamá… —ella se veía increíble, mis ojos aún podían ver su niñez, pero era toda una mujer. Su cabello caía hasta la cintura y su esbeltez solo me robaba el aliento.Ayer había sido el cumpleaños número 24 de Adam que sí celebramos en la intimidada de nuestra casa, pero justo hoy, viernes por la noche, sería la gran fiesta que su padre le había ayudado a preparar, como él lo predijo de adolescente, aunque no había sido en su mayoría de edad.Ahora mismo iba a cenar con Noah y a tener una noche solo para los dos. Pero ya sabía yo que esta era una estrategia que él había planeado para alejarnos de la celebración de Adam, a la cual no había aprobado del todo.—Te ves hermosa… —me acerqué a ella y acaricié su mejilla—. Sofie… por favor tengan cuidado.Ella soltó el aire y negó.—Mamá… es un club privado… la elite de toda New York estará allí, y, ten
ADAM.—Entonces… señor… sabe que estamos a sus órdenes… —vi como la mano de ese hombre frente a mí se extendió, pero decidí levantarme y asentirle rápido.—Mia… ¿Puedes llevar al señor a la salida? —la secretaria de mi padre asintió de forma lenta y le mostró la mano extendida con una sonrisa.El hombre caminó rápido detrás de ella y luego bajé la mirada a la carpeta que tenía para mí.Había esperado casi una semana para esto. El tiempo se me agotaba, porque debía partir a Inglaterra en unas semanas, y necesitaba saber lo que más pudiera de esa chica.Por supuesto tenía su número telefónico, pero antes de que incluso la viera por segunda vez debía saber de quién se trataba. Aunque eso no cambiaría mucho cuando de cierta forma, mi mente solo había pensado en ella sin descanso.Sara Mars. 18 años apenas, estudiante del primer semestre en diseño de modas.Levanté las cejas. Era la misma carrera que estaba estudiando mi hermana, y en la misma universidad. Sus padres eran Anthony Mars, y u