FELIZ DOMINGO HERMOSAS, SIGAN APOYANDO VAMOS MUY BIEN, MIL GRACIAS.
El silencio reina en aquella habitacion, dos almas que piden a gritos entregarse por que, ninguno de los dos lo comprende, y Leonardo Di Napoli es un hombre frio cuando se lo propone, pero algo de Sofia le atrae, sin embargo, el que ella sea la novia de Rozzi le aumenta su deseo por hacerle pagar la burla de él.Mientras que Sofia siente que ama a Antonio aunque esta dolia, pero Leonardo la envuelve en segundos con su acercamiento, palabras pasadas de tono y esa mirada. Por mas que ella no quiere sentir lo que siente su cuerpo la traiciona. —Pare por favor…—suplica Sofia, pero es una suplica de no pares y él lo sabe, eso es jodidamente sensual para él —¿Qué quieres realmente?— Leo sube su mano para llegar a la entrepierna de Sofia, le gusta lo que esta tocando —Yo… no lo se— balbucea cerrando sus ojos y en ese momento él la detalla, le mira el rostro, es perfecto, sus cejas bien pobladas y definidas, sus largas pestañas que hacen juego perfecto con sus ojos, esos ojos que lo miran c
La señora Minerva le sonríe a Sofía, la cual está ansiosa por saber dónde conoció a su madre. —Fue una buena empleada, trabajó para mí, en una de mis propiedades. Era dedicada a su trabajo y nadie hacía mejor el trabajo del oficio que ella. Era muy pulida y le gustaba que todo quedara perfecto, incluso el piso reluciente —mientras le comenta, Minerva recuerda cómo la madre de Sofía limpiaba la casa—. Era amable y hablaba de ti con mucho amor y cariño. Ella me había mostrado una foto cuando eras pequeña y cuando te vi por primera vez pensé... la he visto antes. Luego sentí en mi corazón que debías ser tú y por eso te llamé. Al saber que te llamabas Sofía Mangano, recordé aún con mayor razón las palabras de tu madre. Sé que tú y yo iniciamos con el pie izquierdo, Sofía, pero no soy tu enemiga, soy tu mano amiga. Hubiera deseado hacer más por tu madre —pasa saliva y mira a Sofía llorar—. Tuve que viajar porque mi vida ha sido complicada, agitada; era poco el tiempo que tenía para hablar c
La chef fija su mirada en ella y la hace sentirse extraña. Su romance con Leonardo es casual, solo cuando él la llama para que cocine algo especial, y solo en esas ocasiones puede disfrutar de él, porque no la llama en otros momentos, no como ella quisiera, porque le encanta ese hombre, pero él solo la usa para tener sexo. —Chiaria—. La señora Minerva se contenta al verla con Sofía muy juntitas. —Abuela, mira las trenzas que me hizo Sofía—. Sofía la baja para que la niña vaya a donde su abuela y vuelve a mirar a la chef, que ordena a las de servicio organizar la mesa, y hasta Cedric se da cuenta. —Estás hermosa, mi niña. Sofía es buena contigo, ¿no? —Sí, abuelita—. La niña mira a Sofía con gratitud, y ella le regala una sonrisa. —Señora Minerva—. La chef le hace una mini reverencia—. Puede pasar a la mesa. Hoy el banquete es comida de mar. Espero que sea de su agrado—. Pero Minerva no le responde; está molesta con ella porque no sabía que se acostaba con su hijo. Todos pasan a la
—¡Cálmate, Lucifero! —le pide—. Solo estoy haciendo mi trabajo, son órdenes de mi jefe.—¿Qué clase de trabajo? —lo presiona más contra la pared.—La gordita debe dinero, una deuda que dejó su madre al morir. Yo le tengo que cobrar. Ya sabes cómo es este trabajo.—¿Deuda? Escucha muy bien, infeliz. Si no quieres que la ira del rey de la venganza caiga sobre ti y tu jefe, dejen en paz a Sofía Mangano.—¿¡Qué!? —se sorprende.—Es una maldita orden —lo agarra del cuello para intimidarlo más—. Sofía Mangano es la mujer del rey de la venganza, y si tu jefe miserable sigue molestando, te juro que de ustedes no quedará nada.—¡No lo sabíamos, Lucifero! —dice con preocupación—. Por favor, dígale al rey que esto no volverá a pasar.—Más te vale, porque donde te vea cerca de ella o rondando por aquí, te haré lo siguiente: cortaré cada dedo de tus manos, tu lengua, tus orejas... Te haré la peor tortura de tu vida miserable, y mi jefe acabará con la basura de imperio que tiene tu jefe. ¿Entendido
—Jefecito, le estoy hablando —Lucifero esboza una sonrisa maliciosa al ver a Leonardo pensativo—.—Por esa razón has perdido tu derecho al descanso de esta semana. Ni hay mujeres, ni hay jet, ni hay nada.—Amigo, no seas cruel. Me he portado bien, solo fue una mentira piadosa.—¡Me vale un carajo! Espero que Mangano no se entere de nada; luego se hace ilusiones —se tensa—. Le queda solo un día a Rizzo. Si no aparece con el dinero, mátalo.—No lo veo conveniente. Sofía al parecer lo quiere; es la niñera de tus hijos. Podrías darle más tiempo.—¡Sofía! ¡Sofía! —espetó con enojo—. ¡Me tienen harto con esa curvy! —Frunce el entrecejo—. No hallo el momento de que se largue, de que renuncie y no vuelva a verla.—No hemos conseguido pruebas que la culpen. Ella llegó a ti por casualidad. Se ve que ni mata una mosca.—¿Acaso no te has dado cuenta de cómo me desafía? Se cree dueña y señora. Eso no lo permito.—Te diré algo como amigo, y si quieres castigarme con un mes sin descanso, hazlo. Tú e
Sofía Mangano está cumpliendo años, emocionada por su celebración, donde ella espera el regalo especial de su novio Antonio Rizzo, quien lo es todo para ella. Su madre falleció hace tiempo y a su padre nunca lo conoció, por eso ha refugiado su amor en él y es su mayor ilusión.Caminando de lado a lado, ya completamente mareada, su mejor amiga Maggie la persigue con la mirada, son mejores amigas desde que eran unas niñas de 7 años. —¿Puedes detenerte, por favor?— le suplica cansada.—Lo siento, Maggie— suelta un largo suspiro —Estoy preocupada por Antonio, no contesta mis llamadas. Se supone que me iba a confirmar la cena para celebrar… ya casi es la hora de mi entrevista de trabajo—. Muerde su labio inferior y Maggie se coloca de pie.—Te dije que nos fuéramos a un antro, pero eres terca, esperando a ese imbécil que no lo pasa ni con agua—Amiga, no seas mala, él me quiere, solo que… su forma de ser es fría—. Baja su mirada.—Vamos, querida, tú mereces más que una cena. Ni siquiera el
—¡Lo sabía!— Maggie está botando chispas de ira. —¡Sabía que ese maldito poco hombre te estaba engañando!— Agrega con enojo. —No me lo recuerdes, por favor… no me siento bien —Lo lamento… no quiero lastimarte más. Solo quiero asegurarme de que no regresaras con él—. Al percibir el silencio de Sofía, frena su auto en seco. —¿Piensas regresar con ese malnacido? —Yo… no me siento bien. Hablaremos de esto luego. Por ahora, llévame a mi entrevista de trabajo, por favor. Llegaré tarde—. Seca sus lágrimas, está muy dolida por la traición de su novio. Lo ama; lo ha sido todo para ella. —Bien, no diré nada más del asunto. Solo… prometeme que luego de tu entrevista nos iremos a beber, ¿bueno? Que esa mala racha no arruine tu día especial, por favor—. Continúa manejando. —No te aseguro nada. Lo único que deseo en este momento es no haber visto esa escena. No sabes cuánto duele, Maggie—. Sofía cubre sus ojos con ambas manos para llorar profundamente, y Maggie pasa saliva. Sabe que Sof
—¿Nombre?— Pregunta una mujer, llamando mi atención en totalidad. Al verla, trago grueso. Es hermosa y elegante, su mirada me recorre de pies a cabeza, examinándome por completo, de hecho, poniéndome más nerviosa. Tiene esa misma mirada de aquel hombre que estoy segura que aún me mira. Lo puedo sentir. Me siento pequeña en este lugar.—¡Te hice una pregunta!— Agrega, sacándome las palabras por mis traicioneros nervios.—So-sofía… Mangano— Respondo, fijando mi mirada al suelo de madera. Siento que me falta el aire y deseo salir de este lugar.—¡Estás contratada!— Dice la mujer con firmeza, causando escalofríos en todo mi cuerpo. —Inicias ya mismo, no hay tiempo que perder—. Se acerca a mí y extiende su mano para presentarse. —Soy Minerva Di Napoli—. No quería ser descortés, así que estrecho mi mano con ella y deseo ver mucho a ese hombre, por eso alzo mi mirada para verlo, pero no está, y eso me causa curiosidad.La señora suelta mi mano y se para frente a mí, haciendo que la mire. —Mi