Notar la presencia del guardia en la entrada de casa provoca que suelte un bufido de queja y está de sobra decir que obviamente no logro dormir esas pocas horas que restan de aquella noche lluviosa. Mis acciones consisten en una repetición sinfín de mirar el reloj y el techo, donde formas extrañas se dibujan, productos de las luces que provienen de la calle e ingresan por la ventana.
Por primera vez en mi vida, el sonido del despertador no es un canto del mismísimo infierno para mis oídos, sino solo una orden de que tengo que abandonar la cama inmediatamente. Y así lo hago, dándome una ducha rápida para luego abandonar la habitación, como también la casa.
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El tener que entrar por la entrada secundaria al hospital porque la chica de la recepción me echaría por mi última infracción me causa risa y no me queda más remedio que rodear todo el per&ia
Ya comienza a costarme el contener la tentación de ponerme de pie y entrar a esa habitación. Pero trato de pensar que tengo los pies pegados al suelo, para poder sacarme la idea de la cabeza. No sería buena idea entrar ahora y...- ¿Espera a alguien?Pregunta la enfermera que al parecer acaba de volver.Emily: No, yo... (miro a Rafael) ...en realidad vine de visita.- ¿A esta sala? Pase.Emily: Pero...Y no llego a terminar la oración porque la chica ya me aguarda en el interior de ese lugar. Nerviosa, tomo aire y cruzo el marco de la puerta. Ella se dirige al otro rincón, donde abre uno de los cajones de un armario que llega al techo, buscando vaya uno a saber qué. No miro a Rafael, por lo que no tengo forma de saber si él me estará mirando. La joven vestida de blanco cierra el cajón y de allí saca una serie de papeles, acercándose.- Tome asie
- Ya le dije que no hay cambios.El dueño de aquella áspera voz ni siquiera me está mirando. No debe ni pasar los 40. Sus ojos permanecen intactos en la carpeta blanca, cuyas hojas vacías se encuentra llenando. La superficie del alto escritorio que me llega hasta el pecho oculta sus dedos debajo de sí, haciendo que me sea imposible saber qué escribe exactamente. Solo veo el reflejo de la lapicera negra a través del cristal de sus lentes deteriorados por el uso.Emily: Pero tengo un problema grave y (exhalo con fuerza) ...personal.Levanta y baja las cejas sin levantar la vista, dejando notar que mi historia le interesa poco y nada.Mordiéndome el labio de furia, apoyo ambas manos sobre la mesa y me inclino hacia adelante para entender qué hace. Mi enojo se triplica al ver garabatos de formas extrañas en la hoja blanca, como si mi presencia fuese similar a la del vendedor de comida chata
— ¿Vos no tendrías que estar con el uniforme de médico?Emily: Está en mi mochila siempre.Exhala con fuerza, hundiéndose en el asiento.Marco: Bueno entrá, te espero.Emily: No quiero.Siento su mirada sobre mí.Marco: ¿Vinimos por nada?Suspiro, sabiendo que estoy actuando como una indecisa.Emily: Es que no sé... (lo miro, desesperada). ¿Qué hago?Sonríe, frotándose la frente, como si supiera que eso pasaría.Marco: Entrá, hacé lo que tenés que hacer para que te den la nota, actuá indiferente, ni lo saludes si no querés (vuelve a mirarme). Pensá que en el futuro no todos los pacientes que te toquen te van a caer bien (levanta los hombros, haciendo un gesto de niño indefenso).Emily: ¿Alguna vez pensaste en estudiar psicología?Marco
No se cuanto rato llevo perpleja, mirándolo. Desde que lo vi despierto me he quedado atontada, sin desviar la mirada de su rostro, al igual que él del mío. Sus ojos me observan y, a diferencia del rencor de hace un día, ahora solo me transmiten paz, como la mirada inofensiva de cualquier ser que acaba de despertar de un sueño profundo: no está ocultando nada. Siento como si se hubiera congelado el tiempo, como si la habitación y todo lo que está a nuestro a alrededor hubiera desaparecido, como si estuviéramos conectados entre nosotros y desconectados del mundo.— ¿Aún sigue acá?Escucho a mis espaldas y retiro la mano de la mejilla de Rafael, al ver que su mirada deja de apuntarme a mi y se direcciona a la puerta. Me volteo rápidamente, con la planilla en la cual estaba haciendo anotaciones apretada a mi pecho.— Sus prácticas son hasta las 10.
Luego de la retirada de Rivera, cierro la tapa de la planilla y guardo la lapicera en un hueco que tiene en la parte superior, tomándome mi tiempo, alargando lo más posible el rato sin cruce de miradas con Rafael que puedo obtener. Pero evidentemente, a la larga no me queda más remedio que levantar la vista cuando no tengo nada más que hacer.Él me mira justo un segundo después de que yo lo haga, colocando su celular en la pequeña mesa que tiene al costado de la cama. Me da la impresión de que antes ya se encontraba observándome, pero fingió no hacerlo mostrándose entretenido en la pantalla de su teléfono.—Eso fue intenso (murmura).Agradezco que sea él quien rompa el silencio, puesto que ya comenzaba a sentirlo incómodo e intolerable.—Si, ¿no?—Te debo una, ¿se podría decir?Pregunta y juraría hab
Estoy observándome a mi misma en el cristal de la entrada del edificio, con la mirada algo perdida, en parte por el cansancio y en parte por el aburrimiento que siempre me ha generado esperar, cuando ella sale del ascensor.Escucho en mi mente el sonido del juego de llaves que se mueven en su mano derecha, aunque realmente de este lado de la puerta nada puede oírse.Ya habiendo entrado (tras un leve intercambio de palabras sobre cómo va todo), me quito el abrigo ligero y Analía me ofrece algo para tomar. Opto por un poco de té al ver que insiste, aunque mi idea no era quedarme por mucho tiempo.Tomo asiento en el sofá y me arremango la camisa, algo acalorada por el contraste de temperatura entre la calle y el interior del departamento.—¿Y Joaquín?Pregunto para romper el pequeño silencio, refiriéndome al hermano de Rafael.Analía, quien se encontraba de espal
Se que no cuento con mucho tiempo, ya que dejé asentado que volvería dentro de dos horas, de las cuales ya pasó más de una desde que Analía jugaba con las llaves en la entrada. La tos repentina que me invade me obliga a pedir agua porque de tanto hablar tengo la boca seca (y mi taza de té se encuentra vacía por la misma razón).—Wow. ¿Tu hermano hizo todo eso?Asiento, con el cristal frío del vaso de agua que me acaba de traer pegado en los labios.—¿Quién cambia así de un día para el otro?—No quiero pensarlo tanto en realidad. Con que no me moleste soy feliz.Analía ríe y extiende la mano a la bandeja, asumo que, buscando mas bizcochuelo, pero se encuentra con el plástico seco y vacío de la bandeja.—Traigo más de esto.Miro el reloj colgado arriba de la puerta de entrada, perca
CHATS ---> Analía.Analía: Nunca se comportó de forma tan humana, al menos no tras el abandono de Víctor. Desde que se fue, la depresión de su madre aumentó tanto que mis padres comenzaron a hacerse cargo de lo que quedaba de esa familia. Pero él no se sentía cómodo con eso, y se notaba. Así que poco después, apenas tuvo la mayoría de edad, comenzó con trabajos a tiempo completo. Meses después se mudaron a ese departamento. Empezó a estudiar en el poco tiempo que le quedaba libre. Todos salían a divertirse y el solo trabajaba, estudiaba y trataba de mantener a flote a su madre.Levanto la vista y vuelvo a mirar a Analía, quien continúa tecleando lo que asumo que será su próximo mensaje. Desciendo los ojos a mi teléfono otra vez.Analía: Vivir bajo tanta presi&oa