No puedo mentir diciendo que esas pocas palabras enviadas por un simple mensaje insignificante no me afectan, hecho está que en verdad me duele leer aquello. Ya que, a pesar de que tenga un enojo inmedible hacia su persona, si su objetivo con ese breve comunicado fue hacerme sentir culpable o aunque sea un poco mal, lo logró.
Pero, de todas formas, trato de no torturarme tanto y disfrutar el día que tengo por delante una vez habiendo abandonado la cama a la mañana siguiente. Al salir de la ducha, veo la notificación de una llamada perdida en la pantalla del celular y revisándola, logro saber que había sido emitida por un número desconocido, detalle que hace que ignore tal hecho y me dirija a la facultad sin dar más vueltas.
Del resto del día conviene ni dar detalles, mi rutina me deprime hasta a mí misma. Una mañana de cuatro horas de anatomía con un profesor que duerme hasta al
Al comienzo no asimilo la información, no logro entender nada. Lo siguiente que mi mente se niega a hacer es aceptar que aquella noticia tiene relación alguna conmigo, más específicamente sobre el hecho de si el Rafael cuyo nombre resuena en mi cabeza es el mismo al que le decía "te amo" repetidas veces tan solo un par de días atrás. Cuando finalmente caigo en la realidad dura en la que me encuentro parada, noto que estoy muda y mis manos tiemblan de inseguridad.- Tengo que ir al hospital.Samira: Si, tranquila. Mañana vas, yo voy con vos, no te preocupes.Emily: ¿Mañana? Vos estás loca, ya mismo (anuncio para luego ponerme de pie y correr hasta el placard).Samira: Pará Emily, no te precipites. No podemos.Ignorándola por completo, saco una campera negra poco abrigada y un gorrito de lana gris.Samira: Emily.Emily: ¿Qué?
Me encuentro en una mini sala de espera, aguardando que la empleada que me acompaña termine de entregar su papelerío. A mis cuatro lados se abren pasillos, cada uno luce exactamente igual que el anterior, detalle que logra confundirme. Me toco la frente, pensativa, viéndome obligada a seguir esperando. Tardo bastante (seguramente debido a mi estado nervioso, cuyo funcionamiento ni siquiera sé si se realiza con normalidad en este momento) en notar acerca de la existencia de letreros colgados del techo, donde esos cuatro pasillos inician su recorrido. "Cardiología". "Neurología". "Psiquiatría". "TERAPIA INTENSIVA". Un escalofrío ingobernable recorre mi cuerpo con tan solo leer aquellas palabras, y mi reacción no solo se debe al miedo que me genera estar consciente de la seriedad de las mismas sino también al...quizás insignificante, pero a su vez inconfundible detalle de que lo que ahora estoy leyendo est&aac
Emily: ¿Qué noticias?- Bueno...está inconsciente. El impacto fue muy fuerte, tiene varias lastimaduras, pero lo más grave fue el golpe en la cabeza.Analía: ¿Grave en qué sentido? ¿Eso va a traer consecuencias?- No, no sabemos eso. Hasta que él no despierte, abra los ojos y hable no vamos a saber si eso le ocasionó algo o no.Analía: ¿Y qué es lo peor que podría pasar?- Alguna enfermedad cerebral crónica, pérdida de memoria...Emily: Ay dios.Interrumpo sin ser capaz de escuchar el resto de esa terrorífica enumeración. Imaginar a un Rafael que ni siquiera recuerde quién soy para él me rompe el alma y eso, sumado a que se convierta en un inválido me termina de destrozar.Retrocedo hasta tropezarme con el asiento y aflojar mis piernas, sentándome, para luego tomar mi cabeza c
Emily: ¿Y eso a usted en qué le incumbe?- ¿Qué? (Cuestiona frunciendo el ceño, mostrándose notablemente sorprendido ante mi vocabulario).Analía: Es amiga...y médica también.El doctor me mira con subestimación.Emily: En proceso, estoy estudiando.- Y me alegro mucho (responde con una sonrisa falsa).Emily: ¿Perdón?- ¡ÁLVAREZ!Se escucha de fondo y cuando el doctor se voltea, se encuentra con un colega aproximadamente de la misma edad que él.- En diez minutos tenés una operación, ¿qué hacés acá?- Si, ya voy (dice en tono de queja y bufa).Se alejan juntos por el largo pasillo. Me quedo observándolos, analizando cada paso, hasta que finalmente se detienen donde el camino acaba.- Me voy al quirófano. Haceme el favor de mandar alguna enferm
Lo miro detenidamente, olvidándome por completo de lo desesperada que me encontraba segundos antes, temiendo ser descubierta. Recorro con la mirada toda la habitación, completamente blanca y poco sorprendente, hasta nuevamente acabar fijando la dirección de mis ojos en Rafael, quien permanece inmóvil, acostado boca arriba con los ojos cerrados, el pecho desnudo, tapado con una sábana hasta la cadera y el pelo totalmente alborotado.Suspiro y comienzo a acercarme con cuidado tras haberme asegurado de que en el pasillo no había nadie a través de la ventanilla difuminada por fuera. Me pongo de pie a la izquierda de la camilla y por un instante, todas mis preocupaciones se pierden al ver la cara de paz y tranquilidad que refleja él. Decidida, extiendo mi mano, pero esta permanece en el aire varios segundos, comenzando a temblar a medida que su piel me es menos distante.Me cuesta horrores aceptar la culpa que tengo de
- Vos sí que estás completamente loca. ¿Por qué entraste?Suspiro, ya habiendo perdido la cuenta de la cantidad de veces que escuché lo mismo de su parte. Me encuentro caminando hacia la salida del hospital con la mente en otro planeta, mientras la voz de Analía no deja de resonar en mis oídos. Dicen que oír no es lo mismo que escuchar y ahora lo estoy comprobando por mi cuenta.Analía: ¿Me estás escuchando?"La verdad es que no, pero no da decírtelo en la cara".Emily: Si.Analía: No parece. ¿Por qué entraste ahí?Emily: Larga historia.Analía: Pero sabías que no podías, casi llaman a seguridad. ¿Hacía falta seguirles la contra boluda?Emily: ¿Querés dejar de tratarme como si tuviera cinco años? Me hacés acordar a alguien (digo deteniendo el paso y mir&aa
- La próxima vez que tengas que salir avisá, me preocupé.Oigo apenas abro la puerta delantera para sentarme.Analía: Aw, son tan tiernos ustedes.Comenta mientras se abrocha el cinturón en la parte trasera del auto.Emily: No sé si tiernos es la palabra, pero...gracias, supongo.Digo tras mirar de reojo a Marco con una expresión de disgusto, que también recibo como respuesta.Analía: ¿Por?Aunque opino que su pregunta carece de sentido de lógica, ya que...que yo sepa nadie suele llevarse bien con su hermano, me propongo contestar con el objetivo de evadir el tema con alguna mentira o excusa. Pero lamentablemente no llego a hacerlo.Marco: ¿Y ella quién es?Cuestiona en un tono de queja demasiado notable que provoca que lo mire con odio por ser tan bruto. Me ignora y pisa el acelerador con suavidad.Analía: Soy la pri
Esa mañana una nostalgia indescriptible me invade al mirar la pantalla del teléfono. Debido a alguna razón que ni yo conozco, se me da por entrar al chat que aún tengo guardado con Rafael. Ver ese último mensaje suyo en el cual me reprochaba ser igual a mi padre, diciéndolo como un insulto al saber perfectamente que me lo tomaría como tal, subir la vista un poco hacia la parte superior y leer "Ultima conexión: hace 5 días", su nombre y el pequeño cuadrado de su foto de perfil son detalles que en su conjunto me provocan una sensación demasiado extraña. Ya pasaron cinco días, tanto de su última conexión como de la última vez que escuché su voz, por no querer mencionar que fue justamente el día en el que aquel desastre ocurrió.Me estremece el solo imaginar cómo fue según lo explicado por los policías, quienes nos propusieron a