Capitulo 12

—¿Antonella, sucede algo? —escuchó la voz de Vicenzo y se tapó la boca asustada. Había hablado demasiado alto.

—Nada— dijo después de unos segundos, intentando que su corazón se calmara.

—¿Estás segura que estás bien? —preguntó él —voy a abrir la puerta.

—¡No abras la puerta! —Ella se lanzó de manera impulsiva y con su cuerpo delgado y esbelto, intentó evitar que Vicenzo entrara y la encontrara desnuda.

La toalla cayó al piso y se quedó con la espalda pegada a la puerta y los brazos extendidos intentando alcanzar la toalla.

—Antonella, ¿que está pasando? ¿estas bien! comienzo a preocuparme. No me gusta preocuparme por cosas que no valen la pena.

–¡Pues lárgate! ¡déjame en paz! ya que no valgo la pena, vete y déjame tranquila.

—No tergiverses mis palabras. —le dijo el completamente molesto.

—¿Qué es lo que quieres? Me has tratado como a una basura. Aléjate de la estúpida puerta.

—¿Qué es lo que necesitas?

—De ti solo quiero una cosa.

—Déjame adivinar... ¿Qué te quite el deseo de hacer
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