Miró a todas partes, las personas pasaban a su lado sin percatarse de la incertidumbre que estaba apoderándose de su ser.
—Tengo reservación en el hotel, no voy a irme contigo, si gustas me dejas allá, pero no voy amanecer contigo Vincenzo.
—Una cosa es lo que tú quieras, Jane, y otra cosa es lo que realmente se hará. Estás haciéndome perder el tiempo. Ya sabes que mi tiempo es oro.
—No me llames así. El tiempo de llamarme así ya pasó.
— Para mi siempre serás Jane, Jane. — le dijo pasando una mano por su rostro. — Estoy cansado. Vámonos antes de que se haga más tarde.
— Vincenzo...
— No me tires las cuerdas, Jane. Nos vamos. Punto. No tienes nada que objetar. ¡Y deja de hacerme perder el puto tiempo!
—Sí, ya lo sé. Es lo único en lo que piensas. Siempre el dinero. Siempre tu propio beneficio.
— Tengo cosas de hacer y no tengo tiempo para esto, te lo aseguro.
— Fuiste tu quién vino a buscarme. No te pedí hacerlo.
— ¡Eres mi jodida esposa! — rugió él y varias personas se giraron a verle.
Se sintió nerviosa de inmediato.
Él no solía hablarle jamas de aquella forma.
—No me trates asi.
—Pues entra al puto coche y dejate de ñoñerias.
— Tienes que aprender a dejar de intentar manejar la vida de los demás, — comentó molesta y derrotada. No quería hacer una escena, ella no era esa clase de mujer, por eso le irritaba tener que ceder ante Vicenzo— porque eso es lo que haces, quieres manejar la vida de todos a tu antojo, a tu gusto, por lo que te conviene, siempre buscando tu propio beneficio.
—Jane, no me hagas perder la paciencia. Sabes muy bien que la tengo contigo pero estás a un paso de hacer que te meta en el puto coche. Sabes que no me importa si me ven o no. — le dijo y se pego mas a ella. — A la única que le importa la imagen es a ti. Asi que esta escenita la estás haciendo tú. ¿Qué es lo que quieres lograr?
Ella se quedó fría.
¡Por su puesto que no!
Ella era una mujer sin ser notada antes de conocerlo a él.
Ella era nadie.
Una simple recien graduada de Publicidad.
Nada más.
Ella era un nadie caminando por la vida.
—Tú no eres así. Al menos el hombre que conocí no era asi, era un hombre educado, pragmatico. ¿qué te pasó?
Este hombre que estaba frente a ella dictaba mucho del Vicenzo Luigi que habia conquistado su corazón.
No ese con el que había soñado tantas veces, muchos trasnochos, pensando en él día tras día, ese que la había llevado de vacaciones a Colombia, el que se había reído con su padre de sus ocurrecias, el que le había puesto un anillo con una piedra enorme en su mano, del mismo color de sus ojos, y le había prometido amarla para toda la vida, sonriéndole a la cara, mientras el sacerdote pronuncia las palabras.
Su esposo y éste que tenía enfrente, eran dos versiones totalmente diferentes, distintas una de la otra, pero su hermana se lo había dicho, se lo había repetido y ella no le había creído. Pensó que ella solo estaba siendo sobreprotectora, que como Nella era tan inocente su hermana solo estaba cuidandole para que no le rompieran el corazón, sin embargo, lentamente comenzó a darse cuenta que ella tenía razón.
—Déjame en el hotel. No voy a irme contigo a ninguna parte. Solo este viaje. — le dijo finalmente, mientras entraba al coche y se sentaba con las piernas cruzadas.
Le dejó la maleta en el pavimento y mirando a Vicenzo, le dijo:
—Por favor, entra la maleta en el carro — con indiferencia fingida.
Ella no era plastica ni tampoco creída.
No sabía cómo se le había cruzado por la cabeza a Vicenzo que ella quería, que ella deseaba que las personas se dieran cuenta de su pequeña disputa.
Lo mas lejos que ella tneia era eso.
Jamás le había interesado llamar la atencion de los demas.
Y peor aun, Scott la esperaba en España.
Ella tenía un compromiso con él.
Eso era lo más importante.
En ese debía centrarse.
No en el hombre que aun era su esposo.
Ese que sabía sobre la existencia del hombre que estaba viendo. Uno que jamás la había hecho sentir como Vicenzo cuando le hizo el amor aquella vez en su noche de bodas.
No podía volver a caer en sus brazos, no podía dejarse seducir por sus hermosos oscuros, debía de ser pragmática y realista, su situación no era la más perfecta en ese momento y su cerebro y su corazón, tenía ideas diferentes sobre su relación con Vicenzo: su corazón le pedía a gritos que lo escuchara, que le diera una segunda oportunidad, pues ella lo amaba, aún después de todo esto, debería de reconocer que seguía teniendo sentimientos muy fuertes por su esposo.
Aunque él la despreciara, Aunque para él ella no fuera más que una muñequita, un trofeo, un medio para un jodido fin.
Lo de ellos solo fue un juego para él.
Tuvo con quien follar un par de veces y listo.
Consiguió una jodida herencia millonaria.
Ella había caído en la trampa y ahora se arrepentiría el resto de su vida de haber confiado en el hombre equivocado.
Sin contar con que el le llevaba diez años.
¡Joder! Eso era más que suficiente para saber que ambos no deseaban lo mismo de la vida.
Ella, apenas recién salida de la universidad, con una busqueda del empleo de sus sueños por delante, lo que menos podia pensar es que aquel hombre dueño de empresas en Napoles, en una de las ciudades más ricas y famosas de Italia, que ese hombre de ensueño y multimillonario, querria lo mismo que ella de la vida.
Antonella soñaba con un hogar. Con tres hijos y una casa alejada del bullicio.
Ella soñaba con darle una vida modesta a esos hijos y tomarse unos cafes negros con su marido en el balcón de la casa.
Ella no quería más.
Era hogareña de cabo a rabo.
No era como su hermana, y tampoco quiso serlo nunca.
Estaba bien como estaba. Era feliz como estaba y como era.
Al menos eso pensaba hasta que conoció a Enzo y su forma de ver la vida y de desear de esta, cambió.
Pero ahí estaba la diferencia, con Scott no tenía que preocuparse de que le estuviese mintiendo. Con él, ella podia ser ella misma. Nella no tenía porque comportarse de x forma para caerle bien a la familia de Scott.
Él la deseaba y punto. Le quería y punto.
A tal grado de estar dispuesto a casarse con ella.
Con Scott, ella no tenía que preocuparse, podía ser simplemente ella, él no le corregía nada, no le criticaba sus acciones, no le decía que ropa era mejor colocarse, siempre estaba dispuesto a llevarla a donde ella quisiera, no con la cantidad de lujos que Vicenzo podría ofrecer, pero ella nunca le había interesado el dinero, mucho menos si no era su propio dinero. Por eso, con Scott ella creía que podía ser feliz. No lo amaba. Eso lo tenía claro y aceptado. Pero siempre había escuchado que primero iba el respeto y la preocupación y empatia, y el amor se cultivaria con los años venideros.
Ella había prendido a sobrevivir después de la muerte de su madre, con pocas cosas, no porque su padre no pudiera brindarle un mejor futuro, no porque no tuviera la mejor situación económica, sino porque siempre fue independiente, y creyendo que podía seguir sus valores y principios fielmente, no necesitaba ningún hombre para ser feliz, aunque al conocer Enzo todo su mundo se removió, sus piernas comenzaron a flotar en una nube de amor y de deseo, y al descubrir su traición había caído desde lo alto y dado contra el pavimento.
Él no la amaba y nunca la amó simplemente fue un medio para llegar a un fin.
Por eso estaba deseosa de que ya le firmara el divorcio y pudiera alejarse y dejar a Enzo en su pasado, una vez y para siempre.
Y así continuar con su nueva vida, con Scott como su marido.
Solo asi, luego de separarse de Enzo podia confesarle a Scott que estuvo casada alguna vez. De forma efímera e irrregular, pero confesar que ya era libre.
Y que deseaba estar con él.
Aunque su cuerpo y mente le gritaran lo contrario ahora que estaba junto a su marido.
Ahora que estaba de regreso a lo que una vez llamó hogar..
Vicenzo LuigiVicenzo entró en el coche y se sentó al lado de su esposa.Ella podría decir lo que quisiera, gritar, saltar patalear, pero al final de todo, sobre el papel, ante la iglesia y ante su familia, Nella seguía siendo su mujer. La mujer que lo había dejado, que lo habia abandonado, espacado de el como si el fuese el mismo diablo, pero su mujer al fin y al cabo. Y por nada en el mundo iba a permitirle semejantes actitudes. Ella no se lo merecía. No merecía su perdon, ni su consideración. Se desabrochó el botón que tenía colocado en la chaqueta para sentirse un poco más cómodo. Estar encerrado en un coche con Antonella después de largos meses sin verla, era sencillamente caótico. Vicenzo siempre había sido un hombre calculador, cuadrado cómo solía decir su hermana menor Giovanni. Su madre lo habia educado bien. Lo habia enseñado a ser un buitre en los negocios en la vida. No entendía como las personas podían cambiar de parecer de la noche a la mañana, como podian deci
ANTONELLA Él lo sabía sabía que iba a casarse con Scott. Al menos que pensaba hacerlo. Que lo estaba considerando. ¿Pero cómo diablos lo sabia? Es que él nisiquiera se lo había propuesto aún. Scott no se había acercado a ella con el anillo.Precisamente por esto, porque su hermana la había puesto en sobre aviso, es que ella quiso viajar a Nápoles y enfretarse nuevamente a Vicenzo. Porque no deseaba estar en una relación basada en mentiras. Quería que si llegaba a aceptar casarse con Scott, fuese compelmtante cierto, real, siendo honesta con él. ¿Cómo es que Vicenzo sabía sobre aquello? ¿Acoso era tan trasparente? No, se dijo.No era tan trasparente como para que él supiera esa clase de cosas. Quizá sólo me tiene muy vigilada.¡Eso debia ser! — Quítame tu mano de encima. —dijo y casi creyó que la voz no le había salido. — Suéltame. — estaba pidiéndole. Casi a punto de echarse a llorar. —¿Te molesta que te toque? ¿Es que acaso solo quieres que te toquetee tu prometido? — di
—Por favor, no lo hagas. Detente. Te lo ruego. No sigas, por favor —comenzaba a enojarse con ella misma, no era justo quedarse tan quieta y dejar que él se acercara de ese modo. Ella no podía ser tan débil con respecto a él. No después de enterarse que Vicenzo sólo la utilizó para cobrar esa puta herencia. Y contrario a lo que su hermana le había dicho, a lo que su propio padre le había dicho, ella se había ido de cabeza con todo. Ella no había escuchado y ahora, un año después, seguía pagando las consecuencias. Ahora, después de tanto lllorar, de tanto sufrir, y de no poder continuar con su vida, porque su consciencia le pedía a gritos finalizar su relación para comenzar otra. Ahora es que podía ver la luz al final del tunel y darse cuenta que cometió un gravisimo error al casarse con Vicenzo Luigi. —¿Qué no hago mi, hermosa esposa? ¿qué es lo que quieres que no haga? —él comenzó a dejar besos sobre su cuello, subiendo por su oreja y mordiendo suavemente su piel. Un escalofrío s
—¿Qué pretendes lograr?—No pretendo lograr absolutamente nada— respondió él en cambio después de un rato en silencio pensando su respuesta analizando cada detalle.No podía creerse que después de tanto tiempo su mujer estuviera allí en el mismo carro que él, a tan solo unos escasos dedos de sus manos.Él había seguido todos sus pasos desde que se fue de Italia.—Hemos pasado por demasiado como para que ahora me diga que no sé lo que piensas.—Te aseguro que no sabes absolutamente nada de mí de haberlo sabido, de haberme conocido en verdad. Tú hubieses sabido que yo iba a ir a buscarte, que yo iba a esperar por ti hasta el instante en que te bajaras de ese avión.Y lo cierto es que el desasosiego que ya había sentido mientras el avión despegaba, le indicaba que muy internamente ella también lo sabía. Ella sabía que él iría a buscarla y más que nada. Por eso había estado tan inquieta durante todo el vuelo.A ella no la atemorizado el simple hecho de que iba a volver a reencontrarse con
Él tuvo el gusto de ver como el rostro de Nella se volvía de todos los colores. —Eso fue diferente... —comenzó ella a excusarse, peor él se lo impidió. No deseaba oír sus falsas palabras.Ella ya le había mentido muchas veces.Comenzando por su falso amor.—No fue diferente. —le dijo él y se alejó un poco más de ella. — Lo que hiciste conmigo en esa cama no dista mucho de la vida misma. Mentiste. En todo el sentido de la palabra. Me habías dado tu palabra ante un juez y ante Dios. Si le fallaste a ellos, no puedo esperar que no me falles a mi…Ella guardó silencio y miró por la ventana.Vicenzo sintió la incomodidad de Demetrio pero la obvió.Su chófer que prestara la suficiente atención a la calle y no a sus problemas con su esposa.Demetrio tenia la maldita conducta de siempre ser débil para con las mujeres.Pero Antonella no se merecía esa debilidad.—No debes preocuparte por mí. De hecho, Demetrio, lamento que Vicenzo te arrastrara hasta aquí. He hecho la reservación en el hote
Por supuesto que él no la conocía en absoluto. Había tantas cosas que él desconocía de ella; como que, por ejemplo, había comenzado a estudiar japonés.—Estoy cansada de que la gente quiera hacer con mi vida lo que le plazca.—Nadie está haciendo con tu vida nada, Antonella. —Le digo a él, colocó una mano en su pierna y esto hizo que ella se espantará un poco. —Tenemos problemas más importantes que tú, pensar que todo gira en torno a ti.—¿Entonces, por qué están esas personas aquí, Vicenzo? ¿Acaso los llamaste tú? ¿Acaso es que le dijiste que vinieran aquí a hacer este lío en plena calle? ¿Qué demonios quieres demostrar?—¿Me estás acusando de relacionarme con estos buitres? Tú sabes muy bien lo que opino de los periodistas. —le dijo el entonces y alejó su mano de ella.Por supuesto que ella lo sabía, ella lo había escuchado una y quinientas veces quejarse de lo desgraciados que estos podían ser con el y su familia.Pero las personas cambian. Ella era prueba de eso.—¿Demetrio, pod
Completamente asustada, ella gritó, bajó del coche y se colocó justo al lado de Vincenzo, antes de que éste cometiera una estupidez mayor.Ya sabía bastante bien que para la familia Luigi lo que pensarán los demás era sumamente importante.Estaba enterada de que este golpe tendría repercusiones bastante grandes; al día siguiente que la familia de él lo estaría llamando por todos los móviles y teléfonos locales. La oficina en donde Vicenzo se estableció recibiría toda clase de fotos y reportajes del hombre golpeado.La situación pasó entre su rostro como si esta ya hubiese sucedido antes. .—Vámonos a casa. —Él estaba fuera de si respiraba con dificultad, se acomodó la camisa y se pasó la mano por el cabello. Miró al hombre que estaba con la mano en su mejilla donde Vicenzo había pegado su puño segundos antes.—¡Lo voy a demandar! — gritó el hombre tirando su cámara al suelo y cruzándose de brazos como si fuese un niño haciendo un berrinche.—¡Hágalo! —rugió su marido. —Hágalo y aquí,
El apartamento de Vicenzo la cautivó de inmediato, Pero hacía falta algo más que le diera vida, se dijo molesta por su propia debilidad.Las paredes estaban pintadas en blanco colonial, las alfombras de un color negro, al igual que dos cuadros que colgaban en la sala de estar. Cada vez que daba un paso más adentro, se percataba de la sobriedad de cada uno de los objetos que acomodaban el espacio.Ella una vez pensó que podía hacer de aquel lugar su hogar.Vaya tonta que había sido.El teléfono de Vicenzo sonó en aquel momento.El se alejó pero no lo suficiente como para ella no escuchar lo que respondía.—Hermana...No. Eso está controlado. —una pausa larga. — ella es mi esposa. Giovanny, escúchame bien....no te atrevas a involucrarte en esto....no, ella no lo sabe.¿Ella? ¿Ella misma? Antonella estaba cargada de dudas e incertidumbres.¿Qué seria aquello de lo que la hermana de Vicenzo le hablaba?—¡Que lo tengo controlado! — gritó él y seguido cerró la llamada y se guardó el móvil en