Narra Ignacia.En realidad, quiero estar segura antes de decirle que Iván es su hijo a pesar de que no soy tonta y sé que la prueba que me espera es grande y dolorosa. Ya que desconfía de mí sin tener conocimiento de esa verdad y sin importar cuán sincera será con no sé y temo a imaginarme que va a pasar cuando le confiese que le oculte la existencia de nuestro hijo y no obstante eso, sino que le elegí cómo padre a un hombre que él odia con mucha intensidad.—Y si yo saliera embarazada, ¿lo apartarías de mí?— Mis lágrimas salieron sin que me lo propusiera, la sola idea me duele. Soy una madre muy dedicada y entregada, tal vez soy de este modo porque ansiaba que mi madre fuera la mitad de buena de lo que soy yo, pero eso era demasiado pedir, a pesar de que tarde lo comprendí. Su falta de amor se debía a que no era en realidad la madre que me dio la vida y por más de 29 años justifique su manera de ser, puesto que suponía que ella era una persona fría y tan superficial con nosotras de
Narrador.—Debes correr más despacio— le aconsejó y ella asintió muy obediente— venías muy rápido, mira que te ha tropezado.—No he tropezado, creo que resbale, — la nena le restó importancia y volvió a decir— papito me permites que le diga abuelito a tu papacito, Iván dice que hay que pedir permiso, pero él me dice que es mi abuelito— ella se quejaba y Matías sonrió; sin embargo, antes de responder volteó a ver a Ignacia como quien le pregunta con la mirada "¿te molesta?"—Que lindo mi amor, — respondió ella a la niña para dejarle ver a él que nada de eso le afectaba, lo único que sí la tenía a punto de orinarse es el hecho del parecido tan grande, pero entonces se enfocó en Camil dándose cuenta de que la niña por igual posee rasgos parecidos.«Puede ser casualidad» se tranquilizó a sí misma, soltando un largo suspiro.—¡¿Lo puedes creer mamita?!, tengo otro abuelito más— la emoción de la niña provocó que todos sonrieran escuchando atentamente esa vocecita tierna que causaba una sens
Narra Ignacia.No tenía razón para estar enfadada, pues es solo una ex, y quizás él tuvo muchas antes de esta boda conmigo, pero aun así me siento incómoda.—Señora Ignacia vaya con los demás, aquí hay personal suficiente para hacer estos tipos de cosas— me pidió India cuando me vio enfocada en exprimir naranjas, y aunque es con una máquina igual quería encontrar la forma de ocupar mi mente.—Créame señora India, me siento mejor aquí con ustedes— la miré a ella y a Daniel que estaba sentado en el comedor de los empleados disfrutando de una taza de café y me limité para no empezar a preguntar sobre todas las dudas que me cargo.Estaba tan ensimismada que no me di cuenta en el momento que me habían dejado completamente sola, y salí de mi aturdimiento cuando unos brazos me rodearon desde atrás, haciéndome sentir un pecho duro y firme a mi espalda y por el aroma que me embriagó no tenía que girarme para saber qué se trata de Matías, y en serio que me sorprende esta actitud cuando no hace
Narrador.Entre la nueva preocupación de Matías por la visita poco deseada de su primo el intruso y por los sosiegos del negocio que ahora estaba siendo un punto para las dudas de las autoridades, se concentró en poner todo en orden, mientras que Ignacia quedó sin habla cuando se le dijo que tenía visita, no podía creer que eso fuera cierto y salió hacia afuera, ya que pidió a los guardias que custodian la entrada que no la dejaran pasar.—¿De esta manera recibes a una persona?, ¡qué falta de educación!— le objetó Claudia con una sonrisa irónica en los labios, aparentando que no le humillaba esa forma tan indigna en la que Ignacia la trataba.«Maldita si no te necesitara te habría dicho unas cuantas verdades» refunfuñó internamente hirviendo de ira.—¡Qué cinismo! — Ignacia sonrió incrédula y sin una pizca de emoción, aún le costaba creer que esa mujer tan canalla estuviera frente a ella— dime que quieres o te vas largando ya, no dejo que animales ponzoñosos entren a mi casa.Claudia
Narra Matías. Odio tener que vivir escondiendo cada cosa que hago y aunque anteriormente lo hacía, al menos me sentía más libre, y me escondía a mi modo, ya que nadie estaba al pendiente de mis pasos. Pero ahora con mi primo dentro de mi propia casa debo tener más cuidado y eso me enfurece de sobremanera, ya no solo tengo sobre mis hombros la preocupación de lo que hará la maniática de Antonieta Cardona, sino que también el temor latente a que Gerald concrete sus dudas. Desde hace años viene siguiendo mis pasos, incluso desde antes de poder salir de prisión, y no sé si lo hace por cumplir a la patria o a la humanidad o sí por joderme, literal, por momentos quisiera preguntarle si su problema conmigo es personal, ya más de una vez hice que su jefe lo trasladase de lugar y ahora tal parece que ha conseguido una orden para investigarme más de cerca. «A mí nadie me cabrea, solo mi capricho tiene ese poder» farfullé internamente sintiéndome bastante irritado con este nuevo problema qué
Narrador. En el momento que Claudia llegó a casa, se llevó la sorpresa de su vida cuando encontró a Sebastián sentado en un sillón viendo la tele, como si no tuviera nada mejor que hacer que perder el tiempo allí plantado, en vez de estar buscando a un inversionista, ya que según sus creencias de mujer avariciosa un inversionista potencial podría ser la salvación, pues, no está dispuesta a vivir en la miseria sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo. —¿Dónde estabas? — exigió Sebastián con voz demandante y con gesto duro. Pero no la dejó abrir tan siquiera la boca para darle una respuesta, sino que siguió regañándole: — he llegado a mi casa y ni siquiera encontré qué comer. — ¡Cumples con tu deber o te largas! — le sentenció furioso, ya que quiere pagar su frustración con ella. —Estaba buscando la manera de que no nos quedemos en la calle y pidiendo para comer— le respondió con tono ardido. —A ver, ¿cómo carajos se supone que vas a tener quién te ceda una suma tan grande
Narrador. Ignacia sintió amargura no por los celos que anteriormente sentía, sino por la envidia que le provoca escucharla hablar tan lindo de su madre, puesto que al no conocer cómo se siente vivir esa sensación, le entristece suponer que ella nunca tendrá esa oportunidad. —¡Te envidio! — Sus ojos se pusieron rojos. —Lo siento de verdad, no quería hacer alarde. — Kenia supuso que Ignacia había reaccionado así porque su madre está muerta. —No te preocupes—le calmó mientras se pasaba el antebrazo por debajo de los párpados y repitió el mismo movimiento con el otro. —En realidad vine aquí porque no podía dormirme sin antes pedirte disculpas por la manera tan atrevida en la que se comportó mi hermano al expresarse. Sabes que los hombres son brutos y les cuesta no sacar su bruteza. — Kenia no sabía cómo justificar el comportamiento de Gerald y él mismo que venía entrando se aclaró la garganta. —A mi espalda me llamas bruto, ¡qué cruel! — se mofó de sí mismo, las palabras hirientes q
Narrador.Luisa ya estaba quedando dormida cuando sintió unos toques suaves en la puerta, aturdida se paró de la cama suponiendo que se trataba de Iván en la puerta contigua y cuando verifico se dio cuenta de que Iván dormía.—¿Qué buscas?— preguntó sin fijarse en los sudores y en cómo el cuerpo de Tobías temblaba, entonces cuando al fin lo vio hizo un sonido de asombro.—Déjame estar a tu lado— pidió como niño necesitado.—¿Estás loco?, no es debido, mira a Camil— señaló a la niña que dormía.—Juro que no te tocaré con lujuria, no quiero estar solo, por favor. Rogó juntando las dos manos, sentía miedo a caer en la tentación de ir tras su necesidad y sabía que con ella a su lado podía aplacar ese impulso tan infernal.—Bien, pero vamos a acostarnos en el sofá— propuso ella cavilando en que no podía ir a dormir junto a Tobías a su habitación dejando a Camil sola, porque una cosa era perderse por dos horas y otra distinta era dejarla dormir sola una noche completa. Ella es muy responsa