Narra Ignacia.No tenía razón para estar enfadada, pues es solo una ex, y quizás él tuvo muchas antes de esta boda conmigo, pero aun así me siento incómoda.—Señora Ignacia vaya con los demás, aquí hay personal suficiente para hacer estos tipos de cosas— me pidió India cuando me vio enfocada en exprimir naranjas, y aunque es con una máquina igual quería encontrar la forma de ocupar mi mente.—Créame señora India, me siento mejor aquí con ustedes— la miré a ella y a Daniel que estaba sentado en el comedor de los empleados disfrutando de una taza de café y me limité para no empezar a preguntar sobre todas las dudas que me cargo.Estaba tan ensimismada que no me di cuenta en el momento que me habían dejado completamente sola, y salí de mi aturdimiento cuando unos brazos me rodearon desde atrás, haciéndome sentir un pecho duro y firme a mi espalda y por el aroma que me embriagó no tenía que girarme para saber qué se trata de Matías, y en serio que me sorprende esta actitud cuando no hace
Narrador.Entre la nueva preocupación de Matías por la visita poco deseada de su primo el intruso y por los sosiegos del negocio que ahora estaba siendo un punto para las dudas de las autoridades, se concentró en poner todo en orden, mientras que Ignacia quedó sin habla cuando se le dijo que tenía visita, no podía creer que eso fuera cierto y salió hacia afuera, ya que pidió a los guardias que custodian la entrada que no la dejaran pasar.—¿De esta manera recibes a una persona?, ¡qué falta de educación!— le objetó Claudia con una sonrisa irónica en los labios, aparentando que no le humillaba esa forma tan indigna en la que Ignacia la trataba.«Maldita si no te necesitara te habría dicho unas cuantas verdades» refunfuñó internamente hirviendo de ira.—¡Qué cinismo! — Ignacia sonrió incrédula y sin una pizca de emoción, aún le costaba creer que esa mujer tan canalla estuviera frente a ella— dime que quieres o te vas largando ya, no dejo que animales ponzoñosos entren a mi casa.Claudia
Narra Matías. Odio tener que vivir escondiendo cada cosa que hago y aunque anteriormente lo hacía, al menos me sentía más libre, y me escondía a mi modo, ya que nadie estaba al pendiente de mis pasos. Pero ahora con mi primo dentro de mi propia casa debo tener más cuidado y eso me enfurece de sobremanera, ya no solo tengo sobre mis hombros la preocupación de lo que hará la maniática de Antonieta Cardona, sino que también el temor latente a que Gerald concrete sus dudas. Desde hace años viene siguiendo mis pasos, incluso desde antes de poder salir de prisión, y no sé si lo hace por cumplir a la patria o a la humanidad o sí por joderme, literal, por momentos quisiera preguntarle si su problema conmigo es personal, ya más de una vez hice que su jefe lo trasladase de lugar y ahora tal parece que ha conseguido una orden para investigarme más de cerca. «A mí nadie me cabrea, solo mi capricho tiene ese poder» farfullé internamente sintiéndome bastante irritado con este nuevo problema qué
Narrador. En el momento que Claudia llegó a casa, se llevó la sorpresa de su vida cuando encontró a Sebastián sentado en un sillón viendo la tele, como si no tuviera nada mejor que hacer que perder el tiempo allí plantado, en vez de estar buscando a un inversionista, ya que según sus creencias de mujer avariciosa un inversionista potencial podría ser la salvación, pues, no está dispuesta a vivir en la miseria sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo. —¿Dónde estabas? — exigió Sebastián con voz demandante y con gesto duro. Pero no la dejó abrir tan siquiera la boca para darle una respuesta, sino que siguió regañándole: — he llegado a mi casa y ni siquiera encontré qué comer. — ¡Cumples con tu deber o te largas! — le sentenció furioso, ya que quiere pagar su frustración con ella. —Estaba buscando la manera de que no nos quedemos en la calle y pidiendo para comer— le respondió con tono ardido. —A ver, ¿cómo carajos se supone que vas a tener quién te ceda una suma tan grande
Narrador. Ignacia sintió amargura no por los celos que anteriormente sentía, sino por la envidia que le provoca escucharla hablar tan lindo de su madre, puesto que al no conocer cómo se siente vivir esa sensación, le entristece suponer que ella nunca tendrá esa oportunidad. —¡Te envidio! — Sus ojos se pusieron rojos. —Lo siento de verdad, no quería hacer alarde. — Kenia supuso que Ignacia había reaccionado así porque su madre está muerta. —No te preocupes—le calmó mientras se pasaba el antebrazo por debajo de los párpados y repitió el mismo movimiento con el otro. —En realidad vine aquí porque no podía dormirme sin antes pedirte disculpas por la manera tan atrevida en la que se comportó mi hermano al expresarse. Sabes que los hombres son brutos y les cuesta no sacar su bruteza. — Kenia no sabía cómo justificar el comportamiento de Gerald y él mismo que venía entrando se aclaró la garganta. —A mi espalda me llamas bruto, ¡qué cruel! — se mofó de sí mismo, las palabras hirientes q
Narrador.Luisa ya estaba quedando dormida cuando sintió unos toques suaves en la puerta, aturdida se paró de la cama suponiendo que se trataba de Iván en la puerta contigua y cuando verifico se dio cuenta de que Iván dormía.—¿Qué buscas?— preguntó sin fijarse en los sudores y en cómo el cuerpo de Tobías temblaba, entonces cuando al fin lo vio hizo un sonido de asombro.—Déjame estar a tu lado— pidió como niño necesitado.—¿Estás loco?, no es debido, mira a Camil— señaló a la niña que dormía.—Juro que no te tocaré con lujuria, no quiero estar solo, por favor. Rogó juntando las dos manos, sentía miedo a caer en la tentación de ir tras su necesidad y sabía que con ella a su lado podía aplacar ese impulso tan infernal.—Bien, pero vamos a acostarnos en el sofá— propuso ella cavilando en que no podía ir a dormir junto a Tobías a su habitación dejando a Camil sola, porque una cosa era perderse por dos horas y otra distinta era dejarla dormir sola una noche completa. Ella es muy responsa
Pues pensó que para no ser el padre real su presencia no era importante, sin embargo, le fastidió ver como ella seguía con el teatro aún en una situación como esa, aunque vaciló en responder que le daba igual. Se detuvo a pensar y con malicia tramaba aprovechar la oportunidad de tener una cercanía con Ignacia.«Si ella quiere jugar a fingir yo también».—Llegaré tan pronto como pueda, no te desespere mi amor— Le aseguro con voz preocupada. Sin saber que Claudia estaba detrás de él.—¿Vas con Ignacia?—¡No me moleste! — le respondió con repudio. Él tomó las llaves del coche y salió. En cambio, ella fue corriendo por su bolso con el fijo propósito de perseguirlo para saber de qué se trataba esa llamada, sin embargo, por el tiempo que le costó detener a un taxista casi le pierde el rastro.Mientras en el hospital:—Señores, lamento deciros que según los resultados que han arrojado las pruebas que le hicimos a su hija, padece de Ataxia de Friedreich —dice el médico.—¡¿Qué, qué?! —in
Narrador.Iván fue llevado por una enfermera que le realizaría el mismo estudio médico que se le hizo a la pequeña Camil, pero a él, Ignacia lo acompañó. Aunque se le realizó ese análisis, Ignacia tenía la fiel certeza de que él no tendría el gen portador, ya que según su intuición la enfermedad provenía por parte de la familia de Sebastián. Sin embargo, no se opuso a que le estudiaran para no provocar más inquietud en Matías.—Eso es todo —expuso la sanitaria dialogando con Iván para que no estuviera asustado.—El doctor les informará sobre los resultados en cuanto estén listos —le informó la enfermera con gesto amable.—¿Es posible que pueda ver a mi hija? —Le pidió a la profesional con voz angustiada y el niño apretó su mano con muchas ganas de ir con su hermana.—Si claro, acompáñeme. —La enfermera que estaba con ellos empezó a caminar guiándolos hacia la habitación en la que estaba Camil, la niña se encontraba sedada, pero cuando la vio llegar, con los ojos a medio abrir la pudo