Narra Matias.Ni siquiera miró cuando el camarero puso una copa de licor delante de ella solo la tomó sin mirar que era y mi mano se quedó a mitad de camino porque me parece extraña la manera en la que ese hombre llegó a nosotros, pero, para salir de mi duda agarré disimuladamente su muñeca.—¡Quieta! —le sometí cuando tiró de su mano para que la suelte.—¿Ahora qué soy tu perro o tu muñeca? — me respondió quedándose tranquila y no fue capaz de darse cuenta de que le estaba tomando el pulso.—Lo que elijas ser— respondí soltando su mano de golpe, y me reí por la manera en que me vio.—¡Eres un maldito! ¿Lo sabías? — miré el contenido marrón que olí prevenido y el líquido que me apetecía verterlo dentro de mi no picó para nada; ya había dejado de hacerlo desde hace mucho tiempo, mi garganta está adaptada al picor del whiskey y mi cuerpo a qué lo ingiera como si no hubiera mañana.—Si…, dedícate a comer— le ordené y me volvió a mirar con esos ojos que quisiera sacar con mis propios ded
Narra Ignacia.No sabía si preguntarle a Matías que significa esto, pero con el poco tiempo que llevo conociéndolo sé que es una pérdida de tiempo y de palabras; justamente eso es lo que me asusta, pues él hace tantas cosas que no debería y me parece bastante desconcertante que actúe de esa manera.«¿Cuándo me envolvió tanto que no supe darme cuenta de que posiblemente me haya casado con un demente?» pensé y luego lo miré a los ojos, me sonrió y pasó su mano por mi rostro dejándome oler su aroma masculino.—Sé lo que piensas y soy todo menos un psicópata, no le haré daño a tus polluelos, te lo garantizo— murmuró y me tocó prácticamente leerle los labios.Al menos entendió mi preocupación, por lo que respiré reflexionando que más adelante le pondré a este hombre muchos puntos claros con lo que debe o no meterse referente a mi vida.—Deberías darle un chamaco a este huevón— le sugirió a la tal Claudia y yo me quedé tiesa con la boca abierta y contemplándolo con desconcierto porque cada
Narrador.Ella aun sabiendo que estaba despierto no quiso insistir entendiendo que sigue muy molesto y le dio un beso en la coronilla de la cabeza.Cubrió bien su cuerpo con las suaves sábanas, le expresó cuánto lo ama y salió lentamente, a medida que arrugaba las cejas, ya que estando fuera fue que pensó en las decoraciones de ambos dormitorios.«Están justamente adornadas para ellos» no salía del asombro, cada cosa nueva le causaba más confusión.Fuera de aquellas habitaciones la esperaba India, quién la guío hacia el dormitorio del cual había salido corriendo hace apenas dos días.—¿Señora mis pertenencias están en esta recámara? — indagó nerviosa buscando un pretexto para no ingresar todavía.—Sí señora lo he arreglado todo en su debido lugar, si se le dificulta encontrar algo por favor solo llámame, estoy para servirle— India le habló con mucha amabilidad y luego agregó— puede llamarme por mi nombre, soy India.—Es la única que no me aborrece aquí— creyó que pensaba, pero lo mani
Narra Ignacia.Matías estaba enfadado, sus ojos ardían de rabia y sus mandíbulas se apretaban rítmicamente como si luchara internamente con todos sus demonios que por cierto tienen que ser muchos porque este hombre es la persona más calculadora y malvada que he podido conocer y no sé por qué a pesar de tener eso claro me sigue atrayendo cómo el panal a la abeja. «¿Qué está tratando de hacer?» Pensé confundida. —Odio que me golpeen y te lo advertí— manifestó a través de sus dientes apretados y empezó a dar pasos hacia mí.Comencé a moverme hacia atrás, empujando nerviosamente mis talones del suelo. Se quitó cada botón de la camisa con calma y tras terminar la tiró sobre un diván. Entonces me quedé sin aliento cuando vi sus pectorales fuertes, y de lado izquierdo un nombre tatuado y debajo del mismo un corazón con lo que parece ser una daga clavada, pero a todo esto lo que más me llamó la atención fue verle una venda en el brazo derecho.«Está herido» una parte de mí se preocupó, qui
Narra Ignacia.Matías empezó a besar suavemente mis labios mientras una de sus manos bajaba lentamente y con la otra me agarró la cara para profundizar el beso, provocando que me rindiera, dándole plena libertad, de un momento nuestras lenguas bailaron suavemente, acelerando el ritmo cada segundo. Yo no lo quería, peleaba con mi propio ser, pero mis labios se volvieron más y más codiciosos.—Estás muy húmeda— susurró cuando sus dedos se precipitaron en el lugar más íntimo de mi cuerpo. Lentamente, con su boca en mi oído, examinó primero el interior de mis muslos, acariciándolos suavemente con dos dedos como si me estuviera analizando. Frotó mis labios hinchados hasta que finalmente se deslizó dentro. Cuando sentí su toque milagroso, mi espalda se curvó y un gemido de placer descontrolado salió de mi boca.—No te muevas ¿Entiendes?— me quería limitar justo como supuse de algún modo le molestaba que pudiera corresponderle; era solo un juego de poder.«Su placer es mi dolor. Buscaba dob
Narrador.Matías sintió que el reclamo de Ignacia le enervó la sangre, su vista se nubló y la rabia lo abordó, entonces apretó los puños y se aproximó a su lado logrando intimidarla, pero aún perdido en esa furia no sería capaz de lastimarla con sus manos, sino que acabó explotando en la pared sobre el respaldo cerca de su rostro logrando machucarse la piel de la mano derecha.—Haa— ella se cubrió la cara con ambas manos tras pensar que ese puño se estamparía en su rostro y a él le dolió más ver ese gesto en ella. Puesto que a pesar de que aún no habían pasado dos horas cuando le aseguró que no es de esos hombres ruines que les pegan a las mujeres, ella todavía sigue creyendo que la va a lastimar cuando prefiere hacerse daño así mismo antes de ponerle un dedo encima con plan dañarla físicamente.—¿Te parece poco lo que me hiciste? — le preguntó esperando a que ella con cinismo le respondiera un “sí” descarado. Sin embargo, ella lo que hizo fue negar con la cabeza de manera frenética.
Narra Matías.La sangre zumbaba en mis oídos y esas pocas palabras que dijo en su mediocre defensa se producían en mi mente, haciéndome enojar más y más, quería golpear algo, sacar mi furia.No niego que la disfrute bastante, Ignacia es mi mal de amor que me hace bien cuando la tengo entre mis brazos me pierdo hasta el punto de olvidar mi propósito, aunque mi norte estaba claro poder completar mi plan me costó infiernos, pues, simplemente quise solo continuar escuchando cómo se rendía a mí, pero a la vez ese poder que me daba cuando gritaba mi nombre como tanto he soñado escucharlo, me enfurecía al mismo tiempo que el placer se adueñaba de cada célula de mi cuerpo y que mi traicionero corazón danzaba dentro de mi pecho.«¿Cómo es capaz de sentir justo como aquel día y luego decirme que no me ama?, aunque esta vez no me lo dijo con palabras, sus gestos y mirada me lo dejan saber»No sentía el frío de la noche, solo caminé descalzo y sin una camisa que cubriera mi pecho, quería buscar d
Narrador.Después de que Matías se calmó un poco, decidió ir a descansar, suponiendo que Ignacia dormía. Puesto que tenía mucho que hacer al día siguiente; viajes que preparar, e indagar quien era la persona detrás de la reciente amenaza recibida. Debía investigar su procedencia, ya que no le conviene tener enemigos fantasmas que no pueda controlar, y ese hombre que aún sigue en su calabozo siendo torturado se niega a delatar a su líder.—Un hombre así de leal es lo que necesito en mi cártel…, lástima que sea del bando contrario— habló solo frunciendo los labios, mientras caminaba por el pasillo que da a la habitación.—¿Le pegaste a esa mujer? — Su madre lo sacó de concentración cuando interrumpió su andar. Irritado le dedicó una mirada que dejaba ver su molestia y es que odia que lo sorprendan de esa manera, ya que su instinto es defenderse.—Sabes que no soy tan ruin. ¿O me has criado para pegarle a las mujeres? — Martina negó a su pregunta y aunque no quiere a Ignacia en la vida