Narra Ignacia.Matías empezó a besar suavemente mis labios mientras una de sus manos bajaba lentamente y con la otra me agarró la cara para profundizar el beso, provocando que me rindiera, dándole plena libertad, de un momento nuestras lenguas bailaron suavemente, acelerando el ritmo cada segundo. Yo no lo quería, peleaba con mi propio ser, pero mis labios se volvieron más y más codiciosos.—Estás muy húmeda— susurró cuando sus dedos se precipitaron en el lugar más íntimo de mi cuerpo. Lentamente, con su boca en mi oído, examinó primero el interior de mis muslos, acariciándolos suavemente con dos dedos como si me estuviera analizando. Frotó mis labios hinchados hasta que finalmente se deslizó dentro. Cuando sentí su toque milagroso, mi espalda se curvó y un gemido de placer descontrolado salió de mi boca.—No te muevas ¿Entiendes?— me quería limitar justo como supuse de algún modo le molestaba que pudiera corresponderle; era solo un juego de poder.«Su placer es mi dolor. Buscaba dob
Narrador.Matías sintió que el reclamo de Ignacia le enervó la sangre, su vista se nubló y la rabia lo abordó, entonces apretó los puños y se aproximó a su lado logrando intimidarla, pero aún perdido en esa furia no sería capaz de lastimarla con sus manos, sino que acabó explotando en la pared sobre el respaldo cerca de su rostro logrando machucarse la piel de la mano derecha.—Haa— ella se cubrió la cara con ambas manos tras pensar que ese puño se estamparía en su rostro y a él le dolió más ver ese gesto en ella. Puesto que a pesar de que aún no habían pasado dos horas cuando le aseguró que no es de esos hombres ruines que les pegan a las mujeres, ella todavía sigue creyendo que la va a lastimar cuando prefiere hacerse daño así mismo antes de ponerle un dedo encima con plan dañarla físicamente.—¿Te parece poco lo que me hiciste? — le preguntó esperando a que ella con cinismo le respondiera un “sí” descarado. Sin embargo, ella lo que hizo fue negar con la cabeza de manera frenética.
Narra Matías.La sangre zumbaba en mis oídos y esas pocas palabras que dijo en su mediocre defensa se producían en mi mente, haciéndome enojar más y más, quería golpear algo, sacar mi furia.No niego que la disfrute bastante, Ignacia es mi mal de amor que me hace bien cuando la tengo entre mis brazos me pierdo hasta el punto de olvidar mi propósito, aunque mi norte estaba claro poder completar mi plan me costó infiernos, pues, simplemente quise solo continuar escuchando cómo se rendía a mí, pero a la vez ese poder que me daba cuando gritaba mi nombre como tanto he soñado escucharlo, me enfurecía al mismo tiempo que el placer se adueñaba de cada célula de mi cuerpo y que mi traicionero corazón danzaba dentro de mi pecho.«¿Cómo es capaz de sentir justo como aquel día y luego decirme que no me ama?, aunque esta vez no me lo dijo con palabras, sus gestos y mirada me lo dejan saber»No sentía el frío de la noche, solo caminé descalzo y sin una camisa que cubriera mi pecho, quería buscar d
Narrador.Después de que Matías se calmó un poco, decidió ir a descansar, suponiendo que Ignacia dormía. Puesto que tenía mucho que hacer al día siguiente; viajes que preparar, e indagar quien era la persona detrás de la reciente amenaza recibida. Debía investigar su procedencia, ya que no le conviene tener enemigos fantasmas que no pueda controlar, y ese hombre que aún sigue en su calabozo siendo torturado se niega a delatar a su líder.—Un hombre así de leal es lo que necesito en mi cártel…, lástima que sea del bando contrario— habló solo frunciendo los labios, mientras caminaba por el pasillo que da a la habitación.—¿Le pegaste a esa mujer? — Su madre lo sacó de concentración cuando interrumpió su andar. Irritado le dedicó una mirada que dejaba ver su molestia y es que odia que lo sorprendan de esa manera, ya que su instinto es defenderse.—Sabes que no soy tan ruin. ¿O me has criado para pegarle a las mujeres? — Martina negó a su pregunta y aunque no quiere a Ignacia en la vida
Narrador.Se cambió el pantalón mojado por otro seco y se cubrió el torso con un suéter, luego fue a la cocina a la que muy pocas veces ha entrado, ya que siempre pide que le sirvan las chicas de servicio.Buscaba como loco descontrolado algo caliente que le ayudará a sacar un poco el frío del cuerpo de su amada.Y cuando estaba a punto de crear una banda musical con ollas y platos sonando por toda la casa lo único que vio que podía servir por el momento para calentar el cuerpo de su esposa fue leche de almendras.La agarró de la nevera viendo que está mucho más fría que el cuerpo de su capricho, de modo que tomó una olla y puso a calentar un poco.Aunque hubiera sido más sencillo usar el microondas no le gustaban esos aparatos, de cierta manera se acostumbra a lo cotidiano porque se dice a sí mismo que la comodidad cuesta. Es un lema extraño que tiene como si conservara un miedo intenso de olvidar quién era y los estragos negativos que ha provocado el dinero, y el poder, en su v
Narra Matías.Todavía parezco un puto adolescente, aún teniéndola en mi cama la sigo deseando y me controlo porque no está bien, aunque no debería ser tan piadoso con ella porque no se lo merece, pero esa parte de humanidad que aún queda en mí no me deja tomarla en esas condiciones además de que no quiero que por ningún motivo piense en ese bato de Sebastián. Quiero que cada vez que me clave en ella me vea a los ojos y sepa qué soy yo quien la folla, el hombre que más aborrece y debe estar odiando en estos momentos por haberla orillado a este matrimonio que ella aceptó suponiendo una cosa y le ha salido otra.Aunque aborrezco el onanismo, me tocaba masturbarme si quería acostarme sobre esa cama sin irme encima de mi capricho como lobo en celo, de modo que con mi mano izquierda acaricié la extensión de mi miembro. Mi calentura era insoportable, mi verga estaba totalmente dura y una sensación extremadamente placentera surgía desde ella conllevándome a cerrar los ojos e imaginar que n
Narrador.Su limitación a expresarse como quiere no es para evitar que el niño aprenda a decir palabras obscenas, sino para que no le tome la misma desconfianza que tiene Camil. Por el hecho de que piensa que sí obtiene el cariño de los niños a Ignacia se le hará imposible echarla de ese lugar. Considerando que ella con el tiempo se ha vuelto una sentimental, supone que le tomará pena. «Tengo que fingir ser la abuela más linda y la madre cariñosa» Pensó con desagrado pareciéndole irritante tener que aguantarse a los niños y a Ignacia que ya no le agrada como antes cuando era más manipulable. Esa mañana había ido al despacho de Matías para que le diera la cantidad de dinero acordada, pero, se llevó la sorpresa de no encontrarlo y quiso ingresar, no obstante, estaba cerrado con llave. «Si tan solo pudiera entrar» su ambición desmedida le conllevaba a suponer que dentro podía encontrar mucho dinero. Quiere tener una segunda salida para sí no logra convencer a Ignacia poder vivir có
Narra Ignacia.No recuerdo la última vez que dormí siendo arrullada, sintiendo el calor de otro cuerpo, y aunque quiera negarlo no puedo mentir, debo aceptar que se siente bien. Y más como esos dedos suaves con un aroma que me encanta me acariciaban el rostro con lentitud, tanto peinaba mi cabellera como delineaba mis cejas y mis labios.«Qué rico se siente» manifestó la voz de mi conciencia. —Que debo hacer contigo capricho, me duele que te lastimes de este modo por no querer estar a mi lado— lo escuche soltar un suspiro, pero no me pareció que fuera de frustración, sino que me parecía desilusionado. —Sigues rechazándome con tus gestos, y con eso solo logras que te tenga más rencor— lo escuché decir en voz baja.Me debatía entreabrir los ojos y responderle que no soy tan cobarde para dañarme a mí misma, solo para no pagar por mi culpa con él, pero decidí quedarme callada, y sin querer solté un suspiro.—Sé que estás despierta, abre los ojos— me ordenó con voz pausada, y cuando lo