Narrador.Matías estaba tan furioso porque ella a pesar de todo se atreve a confesar ese hecho que en vez de disminuir su resquemor solo le hacía más presión en las heridas. «¡Qué descarada!» otro en su lugar hubiera sentido que le aumentan el ego, pues es un orgullo para hombre escuchar que una mujer le confiese que la ha hecho conocer el placer. No dudaba de sus palabras debido a que se daba cuenta de que no le estaba engatusando, y aunque no sabía por qué tenía esa certeza igual quería que fuese mentira porque le causaba más amargura que ella aun sintiendo todo lo que ha dicho no fue capaz de darle una oportunidad. Se sintió minimizado al entender que si su plan de conseguir dinero siendo un traficante hubiera tenido éxito igual todo habría sido en vano, ya que ahora entendía que de todos modos Ignacia nunca lo habría elegido.«Duele como un demonio» no paraba de andar en círculos y una opresión en su pecho le imposibilitaba respirar. «Todo por nada, ¡qué estúpido era!» se dijo
Narrador.Lo inevitable llegaba por ambas partes; la presión de sus manos en ella, sus embestidas y sus susurros acabaron con su cordura y un gemido de placer salió de su boca. Cuando terminó lanzando dentro de ellas choros punzantes de su semen la volvió a tomar por el cuello, —no vuelvas a marcarme, de este modo— se señaló la mordida, — si es tu manera de sentir que no te humille, déjame decirte que yo siento todo lo contrario, te doblegue tanto que no eres capaz de rogar por clemencia por qué sabes que no la mereces.—Tú eres el que tienes complejo de perro y si no te gusta estar marcado no me hagas lo mismo. No le hagas a otro lo que no te gusta que te hagan. Ella sonrió victoriosa tomándole el gusto al juego de Matías, quien quedaba cada vez más incrédulo, bueno si sabe que ella es una mujer que se torna rebelde, pero suponía que estaría destruida después de lo de anoche y ahora con todo y estar pálida y enferma lo había hecho follarla contra la pared. «La mordí y me mordió» n
Continuación:Narra Matías—Nada…, acabo de entrar— el miro hacia las puertas, terminé mirando junto a él dándome cuenta de que Daniel las había dejado semiabiertas.—¡Qué bueno, morro!, pero cuando un hombre quiere dialogar con otro, de macho a macho con pelo en el pecho no se esconde, llega de frente mostrando valentía.—Ahora salga de ahí y dígame en qué lo puedo ayudar—, me gustaría verlo usando un sombrero y bota de vaquero, se ve guapo el muchacho.«Pelinegro» no sé por qué mi cabeza me llevó a dudar que el muñeco con pelo de maíz de Sebastián tenga vela en este entierro, para mí que mi capricho le ha jugado chueco, pero eso no son mis problemas o tal vez esté equivocado.—Divórciese de mi mamá, ella es la mujer de mi papá Sebastián y no quiero que esté con usted— me quedé sin palabras por unos segundos y Daniel alzó las cejas. Agradezco que no sea Tobías el que esté aquí en este momento.—¿Qué me darás a cambio?—Lo que usted quiera, pero debe dejarla, ella está tonta, por eso
Narra Ignacia.Estaba desesperada buscando a Luisa y a los niños en esta enorme hacienda que por más que trato me hace sentir intrusa, aún no me acostumbro a pesar de saber que apenas mi vida en este lugar está iniciando, ya que Matías está empecinado en hacerme pagar con humillaciones el daño que le hice en el pasado.Respiré profundamente pensando en todo lo que ha cambiado en mi vida en apenas unos días, como mi pasado volvió justo cuando menos lo esperaba; ese pasado que creía que jamás volvería a mí, pero volvió a pasarme todas las cuentas y entre ellas la que más me asusta pagar es la más grave de todas.— Si buscas a tu amiga está en el jardín— me detengo a mirar a la dueña de esa voz y es la misma señora que me dijo que este sería mi infierno.—Gracias, señora…, — moría por preguntar si es la madre de Matías porque me trata con desagrado, se levanta del sillón en el que está sentada y se me acerca.—Espero que no lo destruya como ya lo hiciste una vez — me habla en tono muy ba
Narrador. Por más que Luisa pidió ayudarle, Ignacia se negó queriendo ella realizar lo pedido por Matías con el fin de hacerle ver que nada de lo que estuviera preparado para buscar pisotearla la iba a amedrentar, y menos los trabajos domésticos. Aunque no niega que una vez odiaba suponerse haciendo esos tipos de labores, ahora no es más que algo que la ayuda a concentrar su mente para no estar de un pensamiento en otro. —¿Ina me puedes decir que pasa aquí? —. La voz de Luisa la tomó por sorpresa y dio un pequeño salto dejando caer un cubierto que tenía en las manos, estaba tan absorta divagando entre sus problemas que no esperaba que su amiga fuera a hablar con ella, debido a que estaba con los niños. —Pasa que Matías es el chico de quien te hablé hace tiempo—. Ella ni siquiera lo pensó para empezar a hablar, ya que lo necesitaba, al menos desahogarse la ayudaría a aclarar su mente. —¿Don verga sabrosa? — cuestionó con asombro e Ignacia se sonrojó tanto que su rostro de estar pál
Narrador.Matías quería gritarle que no tenía que fingir tanto, que con solo negarse era suficiente, su contrariedad era tan grande que no sabía que hacer, todo estaba mal, parte de las cosas que había planeado para lastimarla ya no tenía deseos de hacerla. Iba avanzando cuando escuchó que Patricia al fin se había decidido a contar todo. —Hija, sé que estás enfadada conmigo y lo entiendo, pero escúchame, don John es un hombre engañoso, todo esto fue una trampa, incluso me pidió firmar ese documento falsificando la firma de tu padre, no le debemos nada, todo fue para obligarte a ser su esposa.—¿Te puso una pistola en la cabeza y te obligó? — inquirió Ignacia con sorna. A Patricia esa pregunta la dejó pasmada, ya que estudió con anticipación lo que suponía que ella diría, lo que no vio venir fue que le haría una pregunta como esa. —No, pero me engañó. A todos nos mintió, él no es un buen hombre, pídele el divorcio y aléjate de él— pedía escondiendo prácticamente todo para que Ignac
Narra Matías.Me senté tras mi escritorio, encendí el ordenador moviendo el mousse y respiré honda y lentamente cuando el rostro de mi mujer invadió la pantalla. No llevaba maquillaje en aquella fotografía que hace tiempo pedí sacarle sin que ella tuviera idea y me gustó tanto que decidí ponerla de fondo de escritorio.De todas las imágenes que recolecte con los años esta es la que más me cautivo porque se ve tan distinta justo como ahora con unas cuantas pecas claras sobre su nariz la hacen parecer más joven que sus veintinueve años, que en dos meses pasaran a ser treinta. Mis ojos se deslizaron por sus facciones: la curva de sus cejas, la claridad de sus ojos azules, sus labios carnosos. Durante los momentos que me permití pensar en ellos, ansié sentirlos sobre mi piel, aunque se entrega a mí, no ha sido capaz de brindarle caricias a mi cuerpo más que la mordida de represalia de esta mañana, pero aun así para mí sus besos, aunque no son por amor son como una bendición para mi desola
Narra Matías.Lo veía rascarse la cabeza como si le costara decirme qué es lo que ha analizado y conociendo a Tobías, sé que ha de ser un plan macabro porque este muchacho está más podrido que yo en todos los sentidos, pero no me quise adelantar y me recosté de mi escritorio, crucé los brazos sobre mi pecho y del mismo modo las piernas a medida que esperaba a que se decidiera a decirme que es eso tan maravilloso que tiene en mente.— Necesitamos mantener a Juan el ex perro fiel de Miguel Martínez en la cárcel— me mira en espera de mi reacción y asentí dándole la razón.— Para eso debe cometer un delito grave para que su condena sea larga, y tú tienes este tormento llamado Sebastián—, enarqué una ceja, pero me quedé en silencio y el cuándo no me vio con plan de agregar nada siguió— nunca has pensado que si Sebastián muere te quitas un gran problema de encima— negué sin decir una sola palabra.— Matías, a pesar de que digas que no, te mueres por esa mujer, se nota la chispa en tus ojos