Fantasía Erótica

—Kamila, no eres... —se cortó a sí mismo, temiendo ofenderla de alguna manera o que lo tomase por un depravado.

Para variar, ella se mantuvo absolutamente muda mientras él intentaba ordenar sus pensamientos.

—Mira, no voy a traicionar la confianza de tu padre. —Al final, decidió que esa era la excusa más segura—. Él espera que yo te cuide, no que... «Que te joda la vida», pensó con ironía.

—¿Qué te aproveches de mí? —sugirió ella.

—Exacto. —Mike se metió las manos en los bolsillos para disfrazar su erección.

Kamila le dirigió una sonrisita, que a él le aceleró el pulso.

—Lo entiendo —dijo ella ruborizada—. No tienes que castigarte, Mike. Si te sirve de consuelo, no me opongo a que se aprovechen de mí. —Su voz se arrastró hacia un susurro ronco mientras sus pestañas ocultaban su mirada.

No lo estaba ayudando. Si ella se deshiciese en ese instante de la sábana, él saltaría al otro lado de la habitación para enterrar su cara entre sus muslos.

Mike apeló a sus últimas reservas de conten
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