Edward estaba en la cocina bebiendo un vaso de agua mientras charlaba un poco con la mujer que atendía las necesidades de la casa. Ella se llamaba Aranza y le hablaba sobre una hija preciosa que tenía, le alagaba por ser "guapo" y le decía sin pena alguna que hacía una pareja linda con esa hija suya y que seguramente le daba modelos de nietos, pues que según serían bellísimos. Edward mantenía sus labios rectos, con ganas de fruncir el ceño. —Que te lo digo en serio. Ella es muy linda. Seguro le encanta conocerte. El guardaespaldas dio un trago más a su vaso, disimulando la mueca fea que le quería escapar de los labios—. Creo que... No es un buen momento para tener una pareja. Pero agradezco su confianza. —murmuró. —¡Ah! ¿Y cuándo será momento? —a pesar de que su tono de voz fue elevado, no pareció que se hubiese molestado en absoluto, más bien parecía divertida. Edward parpadeó casi incómodo cuando Aranza se giró a darle una mirada y después prosiguió en lo que hacía, pulió algunos
"—Por favor, por favor. Hay que escapar Edward, llévame contigo, no puedo estar un segundo más aquí. N-Necesito que... —Elouise lloró, sujetando desesperadamente el traje del guardaespaldas en sus pequeñas manos. Edward notó el dolor en el rostro de Elouise, su aliento con olor a licor. Observó a la joven recargarse en su pecho—. Sólo sácame de aquí. Edward tragó saliva—. ¿Le ha golpeado, señora? ¿Wright le ha...? Elouise soltó otro sollozo alto. Edward se quedó inmóvil—. Por favor... —sollozó ella—. Vayamos a otro lugar. No quiero estar aquí. —Por supuesto, señora." Por alguna razón, Edward terminó por hacer algo más que proteger a la joven Elouise.
Elouise observaba cómo toda la gente se acercaba para abrazar y felicitar al pelinegro de elegante traje vino tinto, sonrisa radiante y ojos de ensueño, al que sutilmente ella llamaba esposo. La castaña sostenía una copa en su mano y mantenía una mueca de disgusto.¿Cuándo había sido la última vez que Isaac le había dedicado una mirada en lo que iba de la noche?—Eh, preciosa —Robert, prometido de Lana Johnson se acercó a Elouise con una sonrisa grande y amable. Él era un hombre bastante mayor para Lana, pero la elegancia siempre lo acompañaba a todas partes y su actitud resaltaba por encima de cualquier cosa. Siempre amable, siempre educado. Elouise le sonrió con suavidad y tomó la mano que el hombre extendía en su dirección—. Quisiera una foto de recuerdo contigo y Isaac, ¿me darías el gusto?Elouise sentí
Los bonitos ojos azules de Elouise estaban brillosos cuando se acercó a la esquina donde los hombres en sus impecables trajes negros estaban. Fácilmente algunos medían dos metros, fornidos y con expresiones serias. Gafas negras ocultando sus ojos, micrófonos e auriculares como sistema de comunicación desde su pecho hasta oídos. Con postura firme y labios apretados.La joven tragó saliva parándose delante de ellos. Ni siquiera sabía si le estaban viendo. Sorbió discretamente su pequeña nariz y apartó la mirada hasta el final del salón.—¿Alguno de ustedes sabe quién es Edward? Necesito que alguien me lleve a casa y mi... Mi esposo me dijo que lo buscara a él —soltó a duras penas. Su garganta era un lío incómodo, su voz salía más aguda de lo normal. Presentía que podía echarse a llorar allí mis
La joven atrapada en sus profundos sueños se removió cuando suaves caricias aparecieron de la nada en su mejilla, molestándole lo suficiente para despertarla.Le costó bastante abrir los ojos al momento de activar sus sentidos. Con lentitud corrió sus párpados y tardó algunos segundos en poder enfocar la silueta encorvada frente a ella y analizar la situación. Aquel perfume que tan grabado tenía en su memoria, la suavidad con la que se le era entregada aquella muestra de cariño, la manera en que parecía tan natural...Elouise se desconcertó alejándose naturalmente del tacto mientras sujetaba con rapidez la muñeca del otro. Frunció el ceño casi asustada, porque recordaba aquella noche donde parecía que Isaac estaba acariciándole luego de una larga discusión pero al pasar unos segundos sus manos apretaron fuerte alrededor de su cuello, haci
El día estaba frío y las nubes cubrían el sol cuando Elouise salió por la puerta principal de su hogar vistiendo un abrigo largo junto a sus botas favoritas. Había una bufanda enredada en su cuello y unos lentes cubriendo sus bonitos ojos que estaban demasiado irritados como para ir por allí fingiendo que no había estado llorando como por las últimas... Tres y catorce horas quizás. Frente a la residencia estaba la camioneta de la madrugada anterior, a un lado de la puerta trasera estaba de pie el joven de seguridad, vistiendo tan impecable como cuando la mujer le había conocido. Traje negro, lentes oscuros y equipo de audio y micrófono visible desde su pecho hasta su oído. Elouise suspiró dando pequeños pasos que parecían ser eternos. Los demás hombres alrededor de la vivienda ni siquiera voltearon para darle los buenos días. Jamás entendería por qué Isaac y ella no podían vivir como una pareja normal con privacidad normal. Tenían tanta seguridad como algún p
Había una sonrisa grande en el rostro de Elouise. Sus ojos estaban brillantes y había un ligero balanceo inusual en sus pasos.Edward suspiró. Le iban a pagar por proteger a ese chica, no para ser su niñera. Pero si quería mantener su buena paga, debía seguir a Elouise con cuidado y en silencio desde atrás.La castaña entró en su vivienda y siguió de largo hasta la cocina donde se escuchaban algunos parloteos, Edward también siguió avanzando.Ella entró a la cocina donde pudo ver a Isaac y Deliyah, el primero estaba revisando su teléfono y la última limpiaba una mancha invisible del frente de la enorme nevera. Deliyah le sonrió al instante, Isaac sólo levantó la mirada.Pero Elouise le sonrió grande, así que Isaac lo hizo también. Y Elouise se acercó, así que Isaac abrió los brazos para ell
Elouise no tuvo que esperar mucho para poder ver el rostro confundido de suamadoesposo.El pelinegro iba saliendo por la puerta de la habitación cuando Elouise le topó de frente. Le tomó apenas dos segundos decidir de qué forma iba enfrentar aquello, y cuando lo hizo, arremetió contra Isaac, empujándolo por el pecho con todas sus fuerzas sintiendo el nudo en su garganta doler.—¡¿Cómo permites esto?! —gritó la joven con furia dejando que un par de lágrimas rodaran por sus mejillas ya que simplemente no podía evitarlo porque su corazón estaba demasiado roto para tratar de aparentar alguna nimia fortaleza—. ¡Cómo siquiera pudiste pensar en traerla aquí! ¡A mí hogar, el lugar donde duermo, donde vivo! ¡Mi casa, Isaac! ¡Esta es mi jodida casa!Quiso empujar a Isaac de nuevo, pero la situaci&oacu