Luego de una fantástica dosis de sexo oral por parte de Gregory, Lucia, que sentía que las piernas le temblaban tan solo con haber probado la lengua de aquel hombre tan maravilloso. Espera inmóvil y con la respiración entrecortada, el siguiente movimiento de Gregory, que se levanta, dejando ver y sentir su pene completamente erecto, con ganas de introducirlo de una vez por todas en el sexo de la mujer que apretuja con fuerza contra la pared… Abriéndose paso entre sus piernas, juguetea con ella, restregando su glande arriba a abajo, poniendo ansiosa a la mujer, que no podía aguantar las ganas de sentirlo dentro… —Gregory… Por favor… —Le pide con una voz de gata encelo que lo vuelve loco. Una vez introduce su miembro dentro de la mujer y la hace saltar a la par que él hace un esfuerzo enorme por no quedarse dentro de Lucia que estaba completamente empapada. Juguetea un poco más con ella, por el simple placer de escucharla pedir por él. Sentir que ella también lo dese
Lucia, que entiende la pregunta de Gregory, intenta ser muy sincera. —Algunas cosas cambiarán, pero seguiremos adelante. Estarás de acuerdo en que no es justo lo que me hicieron. —¿Qué cosas cambiarán exactamente? —Bueno, eso dependerá de ti. ¿Qué somos? —Le pregunta directamente —¿Qué quieres que seamos? —Quiero que seamos eso que sintamos... —Entonces no son necesarias las etiquetas, tú y yo simplemente estaremos juntos porque así lo sentimos, y a ver hasta donde nos lleva esto. ¿Te parece? —Le pregunta el hombre, que lastima un poco a la mujer, pues no entiende por qué no quiere ponerle un nombre a la relación, pero finge que todo está bien. —Sí, me parece. Sin etiquetas está bien por mí. —Afirma, lo que termina por incomodar también a Gregory, que no esperaba que estuviera tan animada al escucharlo. Lucia se recuesta, nuevamente sobre la cama, y tose un poco. —¿Estás bien? —Sí. No te preocupes… —El hombre se recuesta a su lado y la abraza. —¿Cómo es que
—Vaya, no sabía que te gustaba escuchar tras las paredes... —Le dice Mariano. —Te recuerdo que estas paredes son las de mi casa... —Sí, en efecto... —Mira hacía alrededor. —La casa es tuya, y las paredes también... pero las conversaciones de otros, siguen siendo ajenas. —Creo que deberíamos calmarnos... —Interviene Rupert que observa los ánimos un poco subidos, pero es ignorado. —Pues si la conversación está dentro de mi casa, no es tan ajena, y menos cuando se habla de mí —Afirma Macarena, que se acerca a Mariano, dándose cuenta por primera vez de lo alto que es, pues ella mide 1.78 cm, y aun así, debe levantar un poquito la mirada para verlo a los ojos. —Ok. Tienes un punto. —Abre las manos en señal de rendición el hombre que para nada pensaba dejarse ganar la partida. —Pero, no hagas tanto drama. No es como si hubiera dicho algo que no fuera cierto... —Mira a Rupert y este traga en seco, porque ambos creen que Macarena escucho toda la conversación. —¿Tanto me conoce
—Maca, realmente no pensé que te gustara Mariano. —Le dice Lucia a la mujer que estaba sentada en su habitación, con la cabeza gacha, avergonzada. —Es que… No sé qué me pasó, yo solamente quería… —¿Qué? ¿Acostarte con él? ¿En serio eres tan superficial? —Le reclama Lucia, tal como ahora seguramente debía estar haciéndolo Gregory con Mariano. —¡No! Tú me conoces, sabes que no soy él Tipo de chica que se acuesta con cualquiera. Ni siquiera sé cómo paso… pero no me pude resistir. Mariano es como una serpiente que engatusa a sus presas con la mirada —¿Es en serio lo que me dices? Macarena, tú lo has dicho, te conozco y sé perfectamente que no eres de las que se deja engatusar. —Bueno… Está bien… lo admito. Hay algo en el que me encanta. No me pude controlar. No sé… Tal vez su renuencia a fijarse en mí. No lo sé… estos días simplemente me ignoro, por más que yo lo busque para que finiquitáramos el plan, y me sentí despreciada. Se me convirtió en un reto personal… —Se encog
El regreso de Gregory y Lucia, fue una total sorpresa para Santiago y Lorena, que llevaban días sin hablarse, por la gran pelea que habían tenido por culpa de la mujer, que antes de irse no se guardó nada para Santiago. El ambiente tenso, se podía sentir en la mesa del restaurante en el que los habían citado con la excusa de discutir sobre el contrato que ya había sido pagado en su totalidad. Lorena llevaba un libro de bocetos que no dudo en mostrar, afirmando que se había centrado en trabajar todos estos días en el diseño de los uniformes. —Tengo varias propuestas, ya que jamás discutimos que les gustaría, pensé que tal vez podría crear varias opciones, y así sería más fácil que eligieran uno. —Sonríe ampliamente a Gregory y Santiago se da cuenta de ello, pero no dice nada, simplemente se centra en observar con dulzura a Lucia que se veía hermosa esta noche. Lorena, abre el libro sobre la mesa, y muestra el primer boceto, mientras empieza a explicarlo, y Lucia, de inme
—Estoy tan feliz... ¡Siempre supe que lo lograríamos! —Afirma Lorena que le planta un gran beso a Santiago en los labios. —Lo sé... Es que tú y yo hacemos un muy buen equipo. —Se jacta el hombre, que aún seguía interesado en Lucia, pero había preferido mantener distancia por sus negocios con Gregory y porque ella, cambió de forma radical con él, comportándose distante y formal, lo que atribuía a la tregua que había realizado con Lorena, con quien milagrosamente se trataba con cordialidad. Razón por la que Lorena, también había dejado las insinuaciones hacia Gregory, que no le daba ni la hora, y no valía la pena arriesgar todo lo que estaba consiguiendo, por ahora, pues seguía pensando que Lucia era muy poca cosa para un hombre tan importante. La relación de Santiago y Lorena estaba mejor que nunca. No había discusiones, ni peleas sin sentido. El sexo seguía siendo bueno, y los dos tenían un ego tan grande que atribuían su éxito a ellos mismos. Lorena, alegando que gracias a
—El investigador también averiguo que Santiago es un apostador empedernido, incluso por eso lo echaron de su trabajo. —¿¡Qué!? —¿No lo sabías? —No... Él me dijo que renuncio para hacerse ayudarme en Rose Green... —Explica sorprendida. —No fue así. Lo echaron porque tomó dinero de la caja menor sin permiso para pagar sus deudas de juego. —¿Juego? Pero eso no es posible... Él nunca ha ido a un casino. Que yo sepa no tiene ningún vicio... —Te equivocas Lu. Es un apostador nato, pero lo hace de forma clandestina y privada. Muchas personas de clase alta, para no ser vistos, van a reuniones privadas, donde apuesta y juegan toda la noche. La mayoría de esas reuniones ocurren en hoteles y las disfrazan como conferencias. No se como Santiago lo hizo, pero se relacionó con varios jugadores, y lleva años haciendolo. —Dios... —Lo curioso es que, se sabe cuidar muy bien. El investigador tuvo que ser muy hábil para conseguir esta información. Lorena parece que tampoco sabe nad
Lucia, que observaba fijamente el techo de su habitación mientras estaba tendida en la cama boca arriba, no dejaba de pensar en todo lo que había sido su vida. Repasaba y repasaba cada momento que vivió al lado de su esposo y su hermana, y solo entonces, se dio cuenta de que siempre hubo señales, pero ella simplemente estaba muy conforme en su mundo mentiras y no quería verlas. Toc-toc, se escuchan un par de toques en la puerta... —¡Adelante! —Indica sabiendo que es Gregory. —¿Quieres hablar? —Pregunta el hombre desde la puerta sin entrar, luego de pensar por un largo rato como debía actuar, llegando a la única conclusión de que solo quería apoyarla. Lucia se levanta rápidamente de la cama, y se sienta, dándole toquecitos al colchón para indicarle que se ubique junto a ella, pues hasta ese instante en que Gregory le pregunto si quería hablar, fue que cayó en cuenta de que posiblemente su actitud podía estar afectándolo a él, al no saber que sentía o porque estaba tan pens