Lucía, que se despierta, aterrorizada por una horrible pesadilla, busca a Gregory por toda la habitación, sin encontrarlo, por lo que decide bajar a la sala, donde escucha a Lorena, afirmar con seguridad que ha descubierto su verdadera identidad. Decidida a enfrentarla, por lo grave de la situación, es cohibida por Gregory que actúa precipitadamente, y toma del brazo a la mujer, luego de romper el papel que indicaba su parentesco. —¿Y qué se supone que piensas hacer? ¿Le dirás a la policía? Porque si eso harás, deberías contarle también que Lucía se vio obligada a fingir su muerte gracias a que Santiago y tú intentaron matarla. Los ojos abiertos de Lorena por la sorpresa parecen a punto de salir a de su rostro, y la sonrisa que, hasta hace un momento tenía, se le borra. Lucía, por su parte, se queda inmóvil, aterrada, sin poder creer lo que acaba de escuchar. —¿Qué tonterías dices? ¡¡Puff!! —Se aleja nerviosa y empieza a caminar en círculos. —No tienes algo mejor que in
Mariano, que desde que había pasado la noche en casa de Macarena, no podía dejar de pensarla y en la actitud que él percibió de ella hacia Rupert, se sentía celoso, y confundido. Siempre fue un hombre mujeriego, que no se interesaba por una mujer como se ha interesado en Macarena, y ni siquiera entendía por qué. Un romance fugaz, era lo que habían vivido. Solo sexo del bueno, debí admitir, pero seguía siendo una mujer impredecible, más terca que cualquiera que conociera, con un carácter de los mil demonios. No era alguien, de quien él se enamoraría. Siendo un poco ególatra, había conocido muchas mujeres, que podían considerarse, ser más de su tipo, que Macarena. ¿Entonces, qué era ese sentimiento que no lo dejaba dormir? Debía averiguarlo. Tenía que hablar con Macarena y si era necesario, expresarle el enredo de sentimientos que tenía. Se arregla muy temprano, dispuesto a aclarar de una vez su mente y su corazón. A punto de salir se encuentra a Gregory, a quien no le presta mucha at
Una llamada libera de pensar en sus problemas a Macarena, que tomaba una copa de vino a esa hora de la mañana, después de haber tomado una decisión tan radical en su vida. —¡Hola! —Macarena, ¿puedes venir por mí? —¿Dónde estás? —En la cárcel distrital. —¿Qué haces allá? —Luego te cuento. ¿Puedes venir? —Sí, en 10 minutos estoy allá. —Cuelga y sale de inmediato en busca de su amiga. *** Luego de enfrentarse a Santiago, Lucia se toma unos minutos para asimilar lo que ha pasado. Observa como sus manos tiemblan, y sus ojos se llenan de lágrimas por los nervios y la sensación de temor que no entiende por qué se apodera de ella. Se recompone, y llama a Macarena, para luego llamar al agente que lleva su caso. No tarda nada en contestar el hombre que escucha con atención la denuncia de la mujer sobre su hermana, y la intención de testificar contra Santiago y Lorena. —¿Testificar? ¿Y qué quiere testificar contra esas personas? —Pregunta de forma tranquila pero ins
Lorena, muy asustada, busca en su bolso con desespero sus documentos. —¡Maldita sea! ¡Mi pasaporte no está! Definitivamente, tengo que ir a la casa. —Enciende el auto, y a toda prisa llega a la casa que antes era de su hermana. Rápidamente, intenta armar una maleta, y empaca todo el dinero en efectivo que puede, y cosas de valor como joyas. Observa el reloj, y sabe qué ha pasado alrededor de unas dos horas desde que fue amenazada por Lucía. —No dejaré que me arruines la vida otra vez hermana. —Afirma, y saca su teléfono. Llama con desespero a varias aerolíneas, buscando vuelos que salgan de inmediato, no importa el destino, pero la alerta de una fuerte tormenta, trunca sus planes. Intenta comunicarse con el terminal de autobuses, pero nadie contesta. —¡Ja! Parece que el destino está en mi contra. No importa. Yo cambiaré el destino. Toma las llaves de su auto, y busca una ruta rápida hacia Carolina del Norte en su celular. Ha decidido, ir hasta allí en su auto, y luego to
—Entiendo, gracias por informarme. —Cuelga el teléfono el detective, que mira a Lucía y a Macarena, que permanecen muy calladas luego de declarar. —Su hermana, acaba de ser arrestada. Macarena casi salta de alegría, pero, en cambio, Lucía no puede evitar sentir pena y tristeza por alguien a quien quería tanto a pesar de todo. Jamás imaginó que la vida la colocaría en esta situación, y ahora solo hace lo que sabe que es correcto, aunque eso le rompa el corazón. Al fin de cuentas, no puede permitirse demostrar compasión, pues nadie se lo demostró a ella. —¿Cuánto tiempo cree que le darán? —Pregunta muy seria. —La condena puede ir de 2 a 5 años. Todo dependerá de la condena que el juez le aplique a Santiago Riquelme, pues primero deberá evaluar su culpabilidad. —¿Qué? ¿Por qué tan poco? —Por qué usted ha aparecido, lo que lo convierte en un intento de homicidio. Lo que significa que la acción está incompleta. —¡Ja! ¡Ósea que debí morir para que ellos pagaran una con
—¿De qué estás hablando? —Deja la copa sobre la mesa, y observa a Macarena, que gesticula con la boca, un par de palabras que no logra entender. —Un miembro muy importante de la junta directiva de Vinicius, en busca de quedarse con la presidencia, ha convocado a los demás accionistas, con el fin de convencerlos para que destituyan a Gregory, lo que podría terminar muy mal. Aunque sea el mayor accionista, su reputación puede verse afectada, lo que puede ocasionar que se le cierren varias puertas, siendo aislado inclusive de su propia empresa. El escándalo que te rodea, ahora lo salpica, y si tan solo se llega a ver involucrado con lo de tu identidad, es seguro que todo se irá a la mierda. —No te preocupes, con respecto a eso, no pienso decir nada. —¿Y acaso crees que eso es suficiente? —¿A qué te refieres? —Estuve averiguando sobre el caso, y el detective a cargo está haciendo investigaciones Lucia. Han estado contactando la clínica donde estuviste hospitalizada luego d
—Lamento venir sin avisar, ¿puedo pasar? —Pregunta el hombre que la mira fijamente, y ella, asiente mientras baja la mirada, y se da cuenta de que lleva una pequeña maleta de mano. —¿Viajas a algún lado? —Le pregunta mientras camina de espaldas a él, para que entre a la casa. —Sí, solo he venido a despedirme. —Deja la maleta en el piso, y observa a Macarena, girarse y mirarlo sorprendida. —¿Despedirte? No parece ser un viaje muy largo. —Mira la pequeña maleta, mi Rupert la señala. —Este no es todo mi equipaje. El resto está en mi auto. —¿Acaso haces esto por qué terminamos? ¿Quieres hacerme sentir culpable? —Le pregunta un poco enojada. —¿¡Qué!? ¡No! Solo quería verte, decirte que a pesar de todo aún te quiero. Eras mi amiga, y espero algún día volver a verte y poder tomarnos un café, sin sentirnos incómodos, o peor aún, ni siquiera saludarnos porque fuimos demasiado inmaduros como para entender que lo nuestro simplemente no funcionaria. —¡Tú fuiste el inmaduro! —Bro
Lucía llega al hotel Saint-Louis, un lugar en el que no tiene ningún tipo de recuerdos agradables. Sin embargo, se da cuenta de que solo es eso, un lugar. Y ahora que ha pasado, por tanto, nada puede incomodarla ya. Pregunta en recepción por la rueda de prensa que se dará en el salón de eventos de ese hotel, y de inmediato es escoltada, ya que Mariano dejó instrucciones específicas, apenas llegara. Entra por una puerta continua, que la lleva directamente a la tarima del lugar, donde es recibida por los flashes de las cámaras que la ciegan un poco. Rápidamente, saca de su bolso una USB que le entrega al hombre que la acompaña. —Coloca esto cuando te lo indique por favor, es muy importante. El hombre asiente, y Lucía, como puede, toma asiento. Sus piernas tiemblan, y carraspea un poco antes de empezar a hablar. Apenas y balbucea unas cuantas palabras cuando miles de preguntas empiezan a ser lanzadas por los periodistas. —¿Es cierto que la habían dado por muerta? —¿Usted e