Una llamada libera de pensar en sus problemas a Macarena, que tomaba una copa de vino a esa hora de la mañana, después de haber tomado una decisión tan radical en su vida. —¡Hola! —Macarena, ¿puedes venir por mí? —¿Dónde estás? —En la cárcel distrital. —¿Qué haces allá? —Luego te cuento. ¿Puedes venir? —Sí, en 10 minutos estoy allá. —Cuelga y sale de inmediato en busca de su amiga. *** Luego de enfrentarse a Santiago, Lucia se toma unos minutos para asimilar lo que ha pasado. Observa como sus manos tiemblan, y sus ojos se llenan de lágrimas por los nervios y la sensación de temor que no entiende por qué se apodera de ella. Se recompone, y llama a Macarena, para luego llamar al agente que lleva su caso. No tarda nada en contestar el hombre que escucha con atención la denuncia de la mujer sobre su hermana, y la intención de testificar contra Santiago y Lorena. —¿Testificar? ¿Y qué quiere testificar contra esas personas? —Pregunta de forma tranquila pero ins
Lorena, muy asustada, busca en su bolso con desespero sus documentos. —¡Maldita sea! ¡Mi pasaporte no está! Definitivamente, tengo que ir a la casa. —Enciende el auto, y a toda prisa llega a la casa que antes era de su hermana. Rápidamente, intenta armar una maleta, y empaca todo el dinero en efectivo que puede, y cosas de valor como joyas. Observa el reloj, y sabe qué ha pasado alrededor de unas dos horas desde que fue amenazada por Lucía. —No dejaré que me arruines la vida otra vez hermana. —Afirma, y saca su teléfono. Llama con desespero a varias aerolíneas, buscando vuelos que salgan de inmediato, no importa el destino, pero la alerta de una fuerte tormenta, trunca sus planes. Intenta comunicarse con el terminal de autobuses, pero nadie contesta. —¡Ja! Parece que el destino está en mi contra. No importa. Yo cambiaré el destino. Toma las llaves de su auto, y busca una ruta rápida hacia Carolina del Norte en su celular. Ha decidido, ir hasta allí en su auto, y luego to
—Entiendo, gracias por informarme. —Cuelga el teléfono el detective, que mira a Lucía y a Macarena, que permanecen muy calladas luego de declarar. —Su hermana, acaba de ser arrestada. Macarena casi salta de alegría, pero, en cambio, Lucía no puede evitar sentir pena y tristeza por alguien a quien quería tanto a pesar de todo. Jamás imaginó que la vida la colocaría en esta situación, y ahora solo hace lo que sabe que es correcto, aunque eso le rompa el corazón. Al fin de cuentas, no puede permitirse demostrar compasión, pues nadie se lo demostró a ella. —¿Cuánto tiempo cree que le darán? —Pregunta muy seria. —La condena puede ir de 2 a 5 años. Todo dependerá de la condena que el juez le aplique a Santiago Riquelme, pues primero deberá evaluar su culpabilidad. —¿Qué? ¿Por qué tan poco? —Por qué usted ha aparecido, lo que lo convierte en un intento de homicidio. Lo que significa que la acción está incompleta. —¡Ja! ¡Ósea que debí morir para que ellos pagaran una con
—¿De qué estás hablando? —Deja la copa sobre la mesa, y observa a Macarena, que gesticula con la boca, un par de palabras que no logra entender. —Un miembro muy importante de la junta directiva de Vinicius, en busca de quedarse con la presidencia, ha convocado a los demás accionistas, con el fin de convencerlos para que destituyan a Gregory, lo que podría terminar muy mal. Aunque sea el mayor accionista, su reputación puede verse afectada, lo que puede ocasionar que se le cierren varias puertas, siendo aislado inclusive de su propia empresa. El escándalo que te rodea, ahora lo salpica, y si tan solo se llega a ver involucrado con lo de tu identidad, es seguro que todo se irá a la mierda. —No te preocupes, con respecto a eso, no pienso decir nada. —¿Y acaso crees que eso es suficiente? —¿A qué te refieres? —Estuve averiguando sobre el caso, y el detective a cargo está haciendo investigaciones Lucia. Han estado contactando la clínica donde estuviste hospitalizada luego d
—Lamento venir sin avisar, ¿puedo pasar? —Pregunta el hombre que la mira fijamente, y ella, asiente mientras baja la mirada, y se da cuenta de que lleva una pequeña maleta de mano. —¿Viajas a algún lado? —Le pregunta mientras camina de espaldas a él, para que entre a la casa. —Sí, solo he venido a despedirme. —Deja la maleta en el piso, y observa a Macarena, girarse y mirarlo sorprendida. —¿Despedirte? No parece ser un viaje muy largo. —Mira la pequeña maleta, mi Rupert la señala. —Este no es todo mi equipaje. El resto está en mi auto. —¿Acaso haces esto por qué terminamos? ¿Quieres hacerme sentir culpable? —Le pregunta un poco enojada. —¿¡Qué!? ¡No! Solo quería verte, decirte que a pesar de todo aún te quiero. Eras mi amiga, y espero algún día volver a verte y poder tomarnos un café, sin sentirnos incómodos, o peor aún, ni siquiera saludarnos porque fuimos demasiado inmaduros como para entender que lo nuestro simplemente no funcionaria. —¡Tú fuiste el inmaduro! —Bro
Lucía llega al hotel Saint-Louis, un lugar en el que no tiene ningún tipo de recuerdos agradables. Sin embargo, se da cuenta de que solo es eso, un lugar. Y ahora que ha pasado, por tanto, nada puede incomodarla ya. Pregunta en recepción por la rueda de prensa que se dará en el salón de eventos de ese hotel, y de inmediato es escoltada, ya que Mariano dejó instrucciones específicas, apenas llegara. Entra por una puerta continua, que la lleva directamente a la tarima del lugar, donde es recibida por los flashes de las cámaras que la ciegan un poco. Rápidamente, saca de su bolso una USB que le entrega al hombre que la acompaña. —Coloca esto cuando te lo indique por favor, es muy importante. El hombre asiente, y Lucía, como puede, toma asiento. Sus piernas tiemblan, y carraspea un poco antes de empezar a hablar. Apenas y balbucea unas cuantas palabras cuando miles de preguntas empiezan a ser lanzadas por los periodistas. —¿Es cierto que la habían dado por muerta? —¿Usted e
—Mariano, ¿a qué horas sale el vuelo? —Pregunta de forma fría Greg, mientras aún sigue de pie frente al TV, a pesar de que la entrevista de Lucia ya terminó. —¡Eh!... Tenemos como 2 horas. —Contesta Mariano, algo confundido por su actitud. —Muy bien, te veré en el aeropuerto. —Toma su auto, y sale rápidamente del lugar. *** Lucía, que caminaba lo más rápido que podía a la salida del hotel, evitando a varios periodistas que seguían haciéndole miles de preguntas, siente un alivio enorme cuando observa a Macarena esperándola en su auto. Con un gesto que hace con la mano, le indica que se apure y suba, y esta le hace caso. Macarena arranca rápidamente el auto, y Lucía agradece por ello. —¿Me puedes decir en qué rayos estabas pensando cuando decidiste dar un corto resumen de tu vida en TV nacional? —Obviamente, volverme famosa. —Ambas amigas se miran y ríen por la gracia que les causa el comentario. —No en serio, acaso no te das cuenta de que quizá esto complique tu vid
—¿Ahora qué harás? —Le pregunta Macarena luego de salir del juicio, parada junto al auto que se encuentra en el sótano del edificio. —¿Intentarás levantar la empresa? —¿Eso sería viable? —Dirige Lucia la pregunta a su abogada que era una profesional muy reconocida en el Estado de New York, empleada en el buffet de Smith, asociados y abogados, la cual había llegado a su vida, al interesarse en su caso, pues se identificaba con la mujer, ya que ella también era una mujer muy fuerte, que se había abierto paso en el mundo laboral y personal luego de pasar por muchos desafíos en su vida. Isabella Montenegro, era su nombre. Una mujer hermosa y decidida, que quería ayudar a Lucía en todo lo que pudiera. Parecía extraño, pero sentía de cierta forma que la conocía; ambas mujeres, sentían lo mismo. —No lo creo, Lucía. Soy abogada, no empresaria, pero el estado de tu empresa económica y legalmente está mal. Levantarla sería más difícil que venderla, y eso tampoco sería fácil. —Sí, lo i