—¿Qué? Eso no es cierto… —Afirma Lorena con mucha seguridad. —¿Por qué te mentiría? Al igual que tú y Santiago, Gregory y yo estamos muy enamorados. Es normal que queramos casarnos. —No te creo. —Deja el bolígrafo y la hoja sobre una mesa, para centrarse en ella. —Discúlpame Lorena, pero no necesito que me creas. No es contigo con quien me voy a casar. —Gregory es un hombre que solo se enamora una vez en la vida, y créeme… —La mira de arriba a abajo con desprecio. —Tú no eres ese amor. —¿Y tu sí? —La enfrenta Lucia, que no soportaba lo descarada que era. —Sabes… —Empieza a caminar en círculos, rodeando a Lucia. —Había una mujer, se llamaba igual que tú, incluso se parecía a ti, y era tan tonta como tú. Creía que había encontrado el amor en un hombre que necesitaba más que una chica buena en su vida. Lucia sabe que está hablando de ella, y siente como empieza a respirar de forma agitada ante la rabia que no puede evitar sentir. —Años llevaba junto a quien creía e
Gregory que recibe una llamada de Mariano, informándole las peticiones de Lucia, decide llamar a la mujer para saber que pretende. —¿Llamaste para decirme que no puedo tomar decisiones con tu dinero? —Le contesta Lucia de muy mala gana, sin siquiera, saludarlo. —No, llame para que me digas que planeas hacer. —¿No es obvio? Quiero que terminen debiéndome hasta la vida... O bueno, a ti... porque es tu dinero. —Deja de hablar de dinero Lucia. Ese no es el problema. Solo quiero estar seguro de que sabes lo que estás haciendo. —¡Lo sé! —Afirma la mujer, que escucha una voz en el fondo que llama con urgencia a Gregory. —Está bien. Mariano tiene la orden de hacer todo lo que le pidas. Por ahora debo irme, hablaremos luego. —¿Todo bien? —Pregunta la mujer antes de que cuelgue. —La verdad... No. La cosecha se echó a perder. He perdido millones Lucia... Millones... —¿Estás en bancarrota? —No, pero varios inversores, han decidido retirarse, y eso puede ocasionar que las
Gregory que permanece inmóvil por la sorpresa que le generó la actitud de Lucia. Termina por fijarse en la mujer que parecía bastante incómoda. —Lucia, te presento a Amanda Cassano. Ella es la administradora de este viñedo. —Le aclara y la mujer, que era delgada, bien vestida, rubia, aunque algo pálida, sonríe con amabilidad. —Es un placer conocerte Lucia, aunque debo admitir que me tomas por sorpresa. No sabía que Gregory tenía novia. —Afirma con descaro, mientras le ofrece su mano, sin quitar la amable sonrisa de su rostro, lo que no puede entender Lucia. Pues no sabe si está bromeando, o está siendo sarcástica. —Supongo que no tenías por qué saberlo. —Afirma Lucia, que también sonríe ampliamente, mientras estrecha su mano. —Después de todo, la relación es de nosotros dos. Amanda suelta su mano, sintiendo hostilidad de parte de la mujer, a quien Gregory observa muy sorprendido, pues ella jamás suele actuar de esa manera, pero es que de cierta forma se sentía molesta, y
Lorena, que había peleado con Santiago la noche anterior, gracias al reclamo que le hizo por haber hablado con Lucia, estaba furiosa. Tenía una enemiga y no se dejaría vencer ni por ella ni por nadie. Ese día se había encerrado en el antiguo estudio de su hermana. Santiago se fue a la empresa sin despedirse, evitando discutir nuevamente con la mujer que suponía cada vez que se encerraba era para diseñar, pues según ella misma, trabajar le ayudaba a liberar el enojo y la frustración. Lo que no sabía Santiago, es que si… Su novia efectivamente estaba trabajando, o más bien plagiando, pues había encontrado la agenda de Lucia, donde había cientos de diseños creados por ella desde la universidad, y eso le permitió ser contratada como la nueva diseñadora de Rose Green, pues le mostró a Santiago, varios diseños, que hizo pasar como suyos, engañando y deslumbrando al hombre con el talento que ella plagió. … Desesperada, por la renuencia de Santiago a casarse y la preferencia que most
Luego de una fantástica dosis de sexo oral por parte de Gregory, Lucia, que sentía que las piernas le temblaban tan solo con haber probado la lengua de aquel hombre tan maravilloso. Espera inmóvil y con la respiración entrecortada, el siguiente movimiento de Gregory, que se levanta, dejando ver y sentir su pene completamente erecto, con ganas de introducirlo de una vez por todas en el sexo de la mujer que apretuja con fuerza contra la pared… Abriéndose paso entre sus piernas, juguetea con ella, restregando su glande arriba a abajo, poniendo ansiosa a la mujer, que no podía aguantar las ganas de sentirlo dentro… —Gregory… Por favor… —Le pide con una voz de gata encelo que lo vuelve loco. Una vez introduce su miembro dentro de la mujer y la hace saltar a la par que él hace un esfuerzo enorme por no quedarse dentro de Lucia que estaba completamente empapada. Juguetea un poco más con ella, por el simple placer de escucharla pedir por él. Sentir que ella también lo dese
Lucia, que entiende la pregunta de Gregory, intenta ser muy sincera. —Algunas cosas cambiarán, pero seguiremos adelante. Estarás de acuerdo en que no es justo lo que me hicieron. —¿Qué cosas cambiarán exactamente? —Bueno, eso dependerá de ti. ¿Qué somos? —Le pregunta directamente —¿Qué quieres que seamos? —Quiero que seamos eso que sintamos... —Entonces no son necesarias las etiquetas, tú y yo simplemente estaremos juntos porque así lo sentimos, y a ver hasta donde nos lleva esto. ¿Te parece? —Le pregunta el hombre, que lastima un poco a la mujer, pues no entiende por qué no quiere ponerle un nombre a la relación, pero finge que todo está bien. —Sí, me parece. Sin etiquetas está bien por mí. —Afirma, lo que termina por incomodar también a Gregory, que no esperaba que estuviera tan animada al escucharlo. Lucia se recuesta, nuevamente sobre la cama, y tose un poco. —¿Estás bien? —Sí. No te preocupes… —El hombre se recuesta a su lado y la abraza. —¿Cómo es que
—Vaya, no sabía que te gustaba escuchar tras las paredes... —Le dice Mariano. —Te recuerdo que estas paredes son las de mi casa... —Sí, en efecto... —Mira hacía alrededor. —La casa es tuya, y las paredes también... pero las conversaciones de otros, siguen siendo ajenas. —Creo que deberíamos calmarnos... —Interviene Rupert que observa los ánimos un poco subidos, pero es ignorado. —Pues si la conversación está dentro de mi casa, no es tan ajena, y menos cuando se habla de mí —Afirma Macarena, que se acerca a Mariano, dándose cuenta por primera vez de lo alto que es, pues ella mide 1.78 cm, y aun así, debe levantar un poquito la mirada para verlo a los ojos. —Ok. Tienes un punto. —Abre las manos en señal de rendición el hombre que para nada pensaba dejarse ganar la partida. —Pero, no hagas tanto drama. No es como si hubiera dicho algo que no fuera cierto... —Mira a Rupert y este traga en seco, porque ambos creen que Macarena escucho toda la conversación. —¿Tanto me conoce
—Maca, realmente no pensé que te gustara Mariano. —Le dice Lucia a la mujer que estaba sentada en su habitación, con la cabeza gacha, avergonzada. —Es que… No sé qué me pasó, yo solamente quería… —¿Qué? ¿Acostarte con él? ¿En serio eres tan superficial? —Le reclama Lucia, tal como ahora seguramente debía estar haciéndolo Gregory con Mariano. —¡No! Tú me conoces, sabes que no soy él Tipo de chica que se acuesta con cualquiera. Ni siquiera sé cómo paso… pero no me pude resistir. Mariano es como una serpiente que engatusa a sus presas con la mirada —¿Es en serio lo que me dices? Macarena, tú lo has dicho, te conozco y sé perfectamente que no eres de las que se deja engatusar. —Bueno… Está bien… lo admito. Hay algo en el que me encanta. No me pude controlar. No sé… Tal vez su renuencia a fijarse en mí. No lo sé… estos días simplemente me ignoro, por más que yo lo busque para que finiquitáramos el plan, y me sentí despreciada. Se me convirtió en un reto personal… —Se encog