Con las manos en las espaldas y siendo esposadas, Julieta y Leticia eran obligadas a caminar, la buena voluntad que tenían hacían que esto fuera más rápido, eran unos 150 Soldados cubriendo la zona, las mujeres fueron trasladadas hasta un vehículo Militar, tanto Julieta y Leticia no mostraban temor y aquello fastidio a la Generala que se encontraba observando desde la distancia, una sonrisa peligrosa se vislumbró en el rostro de aquella mujer, una vez que el vehículo fue puesto en marcha la radio se conectó. — Lleven a las mujeres en la Tribu de la Sangre ellas serán muy bienvenidas, sangre fresca e Italiana - Julieta no daba señales de cambiar su reacción, pero había investigado las zonas más peligrosas y la Tribu mencionada era liderado por un Italiano, y efectivamente el propio Ejército entregaba a las mujeres para como ofrenda, se dice que debías de haber ofendido gravemente al Ejército para ser entregado a La Sangre por el propio Gobierno, puesto que el ejército se debe al Gobie
— ¿Mi papá? - Preguntó Alicia, ya el amanecer se sentía, no sabe a qué recursos habrá recurrido Maximus Ferran, no sabe de qué manera habrá puesto en peligro su vida, pero allí estaba caminando a pasos agigantados acercándose hasta el lugar en donde su hija estaba. — ¡Alicia! - La voz de su padre hizo que la niña saltará del asiento en que la habían colocado, por detrás de Maximus se observó a Alessio ambos niños han corrido al encuentro de su padre. — ¿Mi mamá? - la voz de la niña había temblado y Maximus cerró los puños fuertemente - ¿Vas a ir por mi mamá? - Esta vez la voz de Alicia se escuchó con más entereza. — Por supuesto que iré, pero antes tenía que ponerte a salvo a vos, Alicia Escúchame bien - Maximus volvió a levantar a su hija para colocarla por encima de una butaca, sus piernas largas y su mirada verde como la de su madre hicieron que Maximus se sienta impaciente - Si papá no vuelve prométeme que serás una buena niña. — Nunca seré buena si papá no vuelve con mamá cu
Julieta se detuvo para descansar unos segundos, pero entonces alguien la había jalado del cabello, ella no pudo ni siquiera gemir, su cuerpo cayó al suelo, la antorcha fue puesta muy cerca de sí rostro. — ¿Qué dirían los miembros de la Tribu si saben que ya tengo a la mujer que buscan? - Era un hombre de piel oscura, quizás lo único que tenía claro eran sus ojos, el pecho de Julieta sube y baja por la corrida que se había metido para huir de los que ya venían por ella - Conozco perfectamente este bosque, sé que querías llegar a la Laguna, pero preciosa aquello es imposible. Julieta quiso llevarse las manos hasta su arma, pero ante la caída esta había quedado en el suelo. — Ni siquiera lo intentes porque te quemo viva, esta noche serás completamente mía ya cuando me canse de tu cuerpo te mato - El hombre se veía bastante asqueroso y con más razón al mostrar como se acaricia los dientes con la lengua, entones Julieta sacó el cuchillo y de un salto como los que había aprendido en sus
— Es un precioso y sano varón, es Damian Ferran, nuestro tercer hijo, el niño que va a crecer bajo el manto del Ejército Internacional - Julieta cerró los ojos a punto de tirar del gatillo, pero entonces escuchó el grito desesperado a lo lejos parece ser la voz de Maximus. Todo el cuerpo de ella cayó en los brazos fuertes que eran bastante familiares para ella. — ¿Qué demonios te hicieron? - Maximus había llegado justo a tiempo, pero inmediatamente se había percatado de que ella estaba drogada, Maximus miró todo a su alrededor, vio los cadáveres, entonces supo que tenía que eliminar la droga del cuerpo de ella y para eso solamente había un antídoto, el hombre la sacó de allí, pero Julieta tenía el rostro muy rojo, y la respiración muy caliente. — Amor tócame - El hombre tembló ante las palabras de la mujer, pero antes de hacer algo más tenía que acabar con esto de una buena vez. — Hugo Martín ya se encuentra allí - el informe proviene de Lucio Ferran. — Vuelen todo en mil pedazos
Todo su cuerpo temblando, sus pequeñas manos tratando de ocultar su piel desnuda mientras las lágrimas caían por su perfecto rostro encantador, su mirada tenía mucho dolor. - Como fuiste tan ingenua de creer en aquel cuento del juramento al amor eterno - Hugo Martín observaba con desdén y con desprecio a la mujer con quien horas atrás se había casado, llevaban 2 años de noviazgo y unas horas de casado - Solamente he aceptado el juego del matrimonio contigo porque tu padre me lo ha rogado en su lecho de muerte, ya que no pude salvarlo le hice el favor además de que el 50% de las acciones de la Empresa Familiar es mía, nada más esperaré las 72 horas cuando vuelvas a Roma y tomaré cada porcentaje de tus acciones, el resto no me importa y nos divorciamos no eres una mujer para mí, es más estar en el mismo lugar que tú a mi me da asco no sabes que sacrificio era besarte, era asqueroso acariciarte, eres tan simple que ni siquiera puedes despertar deseo en mi cuerpo, vuelve a colocrte tus r
La mujer se había quedado aturdida, no obstante aquello solamente había sido por unos segundos, puesto que antes de que ella pudiera volver a parpadear un tiroteo se había iniciado en el sitio, rápidamente Julieta había sentido como la protegían, su pequeño cuerpo se acomodaba a la perfección en los brazos de la persona que la estaba protegiendo, la balacera no había disminuido en lo absoluto es más con cada minuto que pasaba parecía que todo volvía más intenso, la joven no supo ni siquiera entendía aquello que estaba ocurriendo, pero entonces su cuerpo sintió frío los fuertes brazos y el cuerpo que la protegía se había alejado de ella, Julieta se dignó a abrir los ojos que mantenía fuertemente cerrados por el miedo, al mismo tiempo que el hombre que minutos antes la había salvado empezado a disparar al 2×3 no había margen de error en sus disparos, sus guantes negros cubría la mano que tiraba del gatillo, cada disparo eran certeros, sabía perfectamente donde apuntar. — Esto es una mi
La noche se sentía fría, el estudio de Modelaje también se había sumergido en un silencio bastante escalofriante, lo único que se escuchaba era el tic tac del Reloj, Julieta se encontraba observando algunos vestidos de la casa de modas para su proximo desfile de moda la chica cerró la Laptop dejando escapar un profundo suspiro, miró por la ventana la luna brillaba, su belleza hizo que la joven se perdiera ante aquella seducción en la que la envolvía - Si tan solo todo esto fuera una pesadilla Hugo quizas estaríamos disfrutando del paisaje de la luna en Venecia — Susurró con mucho pesar Julieta. Unos segundos despues el aparato celular había sonado, su corazón se saltó algunos latidos y un pequeño brillo de esperanza se vislumbró en aquellos ojos esmeraldas que la mujer poseía al ver el nombre en el identificador de la pantalla. — ¡Amor! - Su saludo fue muy efusivo, no ocultando la emoción de recibir aquella llamada del hombre que ella amaba por ende tampoco reparo en llamarlo amor.
Maximus tomó la carpeta, el hombre carecía de impulsos emocionales, pero una sonrisa con una pasión Lobuna capaz de desnudar el Alma de cualquiera se vio en su rostro coqueto que se había ensombrecido. - Así que Hugo Martín - susurró para sí mismo — déjame a solas - Fue la orden de Maximus el subordinado obedeció rápidamente dejando al hombre a solas en aquella inmensa habitación oscura y fría, sus manos cubiertas siempre por un guante negro se posaron por encima de su pistola, abrió la cortina y dejó que la luna enfoqué ligeramente su brillo en su rostro, dejando ver el destello peligroso de su mirada - Casada con el hombre que trabaja con los que acabo con la vida de mi padre, conejita, y el trabajo sucio se paga de tu dinero, pero eres mi mujer, mi elegida nadie puede ensuciarte con sus porquerías excepto yo - Maximus salió de la habitación, unos segundos después el Rolls-Royce salió disparado de aquel terreno. Había mucho silencio la casa en dónde estaba Julieta se mantenía a o