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William había arrancado como un cobarde. Lo sabía y no se sentía para nada bien. Él solía enfrentar las cosas, al menos las cosas que tenían que ver con su profesión y todo el riesgo que ella suponía. Nunca evitaba a un cliente, ni los problemas colaterales que derivaban de un caso. Era pragmático e iba con la verdad por delante, aunque eso le significara perder un caso o un cliente.
Pero los sentimientos eran otra cosa. Toda su vida había tratado de evitar cuestionarse sus propias emociones, viviendo el día a día sumido primero en la escuela, luego en la universidad y finalmente en el trabajo. Sus logros académicos y profesionales habían opacado sus emociones hasta el punto de que ni siquiera se sentaba a pensar en qu&
...Durante la reunión, recibió dos llamadas de Elena y tres llamadas de Aaron. Ignoró todas hasta que finalmente terminó la reunión y pudo coger el teléfono para devolver, al menos, las llamadas de Elena. Después de todo, ella había actuado muy extraña esa mañana y ni siquiera había querido besarlo de despedida cuando él la acompañó hasta su coche.Elena atendió al cabo de unos segundos. Aunque él percibió un tono extraño en su voz, parecía estar de buen humor otra vez y lo había estado llamando para proponerle almorzar juntos. William aceptó solo porque necesitaba distraerse de la confesión de May Lehner y la mejor forma de hacerlo sería pasando el rato con qu
...May miraba la fuente de fideos instantáneos sin decidirse a darle una probada. Tenía los ojos rojos de tanto llorar y un nudo en el estómago, de modo que difícilmente podría digerir esos fideos que acababa de preparar.Después del encuentro con el profesor Fitzmore, May había resuelto irse a casa. Microeconomía era una tortura y ella no quería más eventos tortuosos en su vida. Con el rechazo de William Horvatt había tenido suficiente. Y pensar que había llegado a creer que entre ellos existía algo especial.¿Qué tan estúpida podía llegar a ser?Extendió una mano, cogió el tenedor y c
...May arribó a la facultad con tiempo suficiente para llegar al salón antes que William Horvatt y ahorrarse en bochornoso encuentro cara a cara. Sin embargo, cuando entró al salón descubrió que estaba completamente vacío a pesar de que faltaban tres minutos para el inicio de las clases.¿Acaso se había equivocado de salón?No, por supuesto que no. Era estúpido solo pensarlo.¿Y entonces? Revisó su correo institucional por si había habido un cambio a ultima hora y descubrió, por primera vez, que tenía un correo del departamento de derecho privado anunciando un congreso de derecho común para el día lu
... Era viernes al fin. May guardó sus cuadernos y lápices en su mochila, se la echó al hombro y abandonó el salón, con el firme propósito de ir a casa a echarse sobre el sofá y comer porquerías mientras veía algo en la televisión. Pero Evie tenía otros planes para ella. Había otra fiesta. Y esta vez, no sería una chafa, porque era organizada por los estudiantes de tercer año en un galpón clandestino, donde podías meter todo el alcohol que te cupiera en las manos. May recibió la noticia sin ninguna emoción, a pesar de que Evie se había esmerado en hacerlo parecer el evento del siglo. — Estoy un poco cansada, ¿sabes? — dijo, mientras caminaban en dirección a la parada de colectivos. Carol no había podido unírseles porque su maestro de microeconomía había programado u
...May contempló su reflejo ante al espejo. No estaba vestida para salir, eso estaba muy claro. Apenas había hecho algo con su cabello y llevaba puesto unos jeans desteñidos, una camiseta blanca y una chaqueta de cuero. Lo único que destacaba de su aspecto eran unas argollas doradas y un labial rojo pasión con el que había ataviado sus labios. El resto era May Lehner en un día normal de semana.Y estaba bien, ¿verdad?Bueno, probablemente a Evie no le parecería bien, pero al diablo. Era eso o no ir. Y Evie preferiría que fuera envuelta en una bolsa de basura antes que permitir que se quedara en casa.May se retocó un poco más los labi
...William se apartó como repelido por una fuerza externa y el pánico apareció en sus ojos negros.May lo contempló a él y a la puerta sin saber muy bien qué hacer. Al final, le indicó que guardara silencio, algo redundante porque William no había emitido ningún sonido, y fue hasta la puerta para mirar por el pequeño orificio. Sus amigas aguardaban del otro lado, Evie moviendo el pie impacientemente y Carol ajustándose un poco la corta falda que de seguro había sido idea de Evie.Por primera vez, May no estuvo feliz de verlas.El timbre sonó de nuevo. Luego, le siguió la voz de Evie, efusiva como era.
...Por primera vez desde que se había mudado a la gran ciudad, May decidió no ir a ver a sus padres. No podría, de todos modos. Estaba agonizando de dolor de cabeza y ahora había comenzado a vomitar otra vez.Maldito alcohol y maldito William Horvatt. Si no fuera por él, ella habría hecho su vida normal. Estaría ya en la estación de trenes, preparándose para subirse al tren que la llevaría a la casa de sus padres, a varios kilómetros de esa pérfida ciudad llena de sujetos indeseables como William Horvatt.A las doce recién dejó de vomitar y comenzó a sentirse mejor. A las una, pudo comer algo, aunque luego sintió nauseas. Y a las dos, recibió un llama
...William la vio sentada en un apartado cubículo de la biblioteca, revisando algo en su computadora portátil y frunciendo la nariz cada tanto en tanto. Al parecer, lo que veía ahí no le gustaba para nada.Tratando de pasar desapercibido, se ubicó detrás de una estanteria de libros y la espió, algo que jamás pensó que haría, mucho menos con una estudiante. Ella acababa de bajar la tapa de su laptop y se disponía a salir de la biblioteca, pues el primer bloque de clases acababa de terminar. William la observó mientras echaba descuidadamente sus materiales dentro de su mochila, sin preocuparse siquiera si estos cabían o no dentro.William deseó decirle que tuviera má