VEINTIOCHO

...

May miraba la fuente de fideos instantáneos sin decidirse a darle una probada. Tenía los ojos rojos de tanto llorar y un nudo en el estómago, de modo que difícilmente podría digerir esos fideos que acababa de preparar.

Después del encuentro con el profesor Fitzmore, May había resuelto irse a casa. Microeconomía era una tortura y ella no quería más eventos tortuosos en su vida. Con el rechazo de William Horvatt había tenido suficiente. Y pensar que había llegado a creer que entre ellos existía algo especial.

¿Qué tan estúpida podía llegar a ser?

Extendió una mano, cogió el tenedor y c

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