Apenas Isabella pudo dejar la cama, ella se inscribió en la escuela para ser un chef profesional, al principio fue difícil combinar la maternidad con los estudios, apenas salía de clases volaba para la mansión Rossi a ver a sus hijos. — Isabella, está tarta te ha quedado deliciosa, estoy seguro que vas a graduarte con honores. — Gracias chef Montgomery, esto es gracias a lo que usted me ha enseñado — La joven Rossi sonrió, la ponía muy feliz saber que estaba haciendo las cosas bien, ella aprendía cada vez más y más, su maestro el apuesto ojiverde Francés, era su modelo a seguir. Al terminar la clase todos recogieron su recetario y salieron de su amplio salón, había de todo en ese lugar para cocinar, hornos, estufas, máquinas para hacer helados, freidoras y demás, era una prestigiosa escuela reconocida a nivel mundial la Le Cordon Bleu Academy. — (Te quedó deliciosa esa tarta Isabella....) Si al chef Montgomery le das una tarta envenenada es capaz de decir que es la mejor — P
— Con mi prometido por supuesto — Amelia sabía que todos los ojos de la alta sociedad estaban puestos en ella, todos ellos seguían pensando que su compromiso con la familia Ivanov seguía en pié, así que tenía que pedir la ayuda de su ex prometido. La mujer recorrió el salón hasta quedar justo frente al empresario ruso, a quien no había visto desde aquel bochornoso momento, ese en donde la echó prácticamente desnuda de su oficina. — Señorita Estrada, que sorpresa verla por aquí — Adrián De Luca saludó por cortesía, parecía que su amigo no tenía intenciones de hablar con ella. — Recibí la invitación al igual que ustedes así que pase a saludar, Sergey, ¿Por qué estás tan serio? Oye, necesito hablarte un momento... A solas. — Lo que quieras decirme puedes decirlo delante de Adrián, mi amigo es de mi absoluta confianza. Amelia se puso roja de la vergüenza y de la rabia, pero no podía darse el lujo de hacer una escena en ese momento. — Está bien, quiero pedirte que hagamos de
DOS AÑOS DESPUES Isabella había fundado su propia empresa despues de haber estudiado por tres años para ser una chef profesional. Le había tomado un año abrir su propio restaurante ayudada por el millonario fideicomiso que sus abuelos le habían heredado y un socio muy rico. Ella al fin había logrado hacer realidad su sueño combinando su pasión con ser una madre amorosa para sus hijos. — Chef Rossi, ya está todo listo en la cocina, tenemos incluso ingredientes exóticos como la trufa negra que pidió, estoy segura que su socio Apolo Valentain va a quedar fascinado con lo que vamos a servir está noche — La asistente personal de Isabella le informaba a su jefa. — Espero que Apolo y su esposa queden satisfechos con el menú que preparamos para la apertura del restaurante. él me dió total libertad para crear el menú, así que todo debe quedar espectacular. — Así será chef, Las langostas ya están listas, el caviar, el champagne, se va a lucir como nunca. Apolo y Isabella se habían vu
Sergey se había quedado clavado en su sitio, la mujer que había buscado incansablemente cada día por años, estaba justo frente a él, ella lucía muy hermosa, se movía como toda una profesional que sabía hacer su trabajo a la perfección. El empresario la miraba con esos ojos de lobo sin perderse uno solo de sus movimientos, podía ver qué ella había tenido una buena vida sin él, que había seguido adelante y lo había dejado atrás, en cambio él... Se sentía desolado cada día más sin ella y sin sus hijos, pero... ella decía amarlo, ¿Qué clase de broma era esta? Cuando Isabella venía hasta ellos, el hombre la tomó por una de las muñecas para llevarla fuera de ahí, necesitaba conseguir las respuestas que necesitaba a todas sus preguntas y ella iba a responderle cada una. Isabella apenas podía salir de su shock, al principio se preguntó ¿Quién diablos era quien la llevaba de la mano? Más cuando olió su perfume y miro su espalda y sus cabellos, lo supo, era él, ese demonio la había encont
Sergey se llevaba dos dedos al puente de su nariz, estaba haciendo el máximo esfuerzo por no perder los estribos y hablar civilizadamente con la mujer que lo dejó y ahora se dedicaba a ser chef. — Estoy esperando que me respondas Isabella, ¿En dónde están mis hijos? — ¡No te lo diré, no tienes derecho a preguntar por ellos, que te quede claro que los niños son solo míos! Debo regresar a trabajar y te agradecería que no volvieras a acercarte a mí. — La mujer se dió media vuelta para marcharse, pero la latigueante voz del hombre se escuchó. — ¡No te atrevas a dejarme aquí hablando solo! — El aura de Sergey Ivanov era oscura, dominante, a Isabella le temblaron las piernas aunque trato de disimularlo, ella estaba a punto de responder pero unas vocecitas se le adelantaron. — Mamá, ¿Qué te está haciendo ese señor? ¡Alexander llama a seguridad, este señor está atacando a mamá! — Alexandro pidió a su hermano. Los trillizos aparecieron, eran hermosos, los tres vestían de traje co
Alexander no podía confiar así nada más en el hombre que estaba haciendo llorar a su madre, quería ir pero no iría, se dirigió a Isabella y desde ahí habló. — Mamá me ha dicho que no debemos hablar con extraños, Aleksey, Alexandro, están rompiendo las reglas de mamá, vengan aquí, si no nos dan permiso no podemos abrazar a las personas. — Papá, convence a mamá para que nos dé permiso de abrazarte — Pidió Alexandro mirando a su padre a los ojos. — Espero que cumplas tu promesa de no abandonar de nuevo a los trillizos. — Aleksey obedeció y caminó junto a su hermano hacia Isabella, pero de verdad esperaba que fuera cierta la promesa de su padre. — Vamos, se irán con Lucy a casa, apenas mamá termine de trabajar iré con ustedes... Lucy, llévatelos, y vigilalos mucho. — Adiós papá, no te olvides de tu promesa. Dos de los tres niños alzaron su regordeta manita para despedirse, Sergey por supuesto que no los quería dejar ir pero todavía tenía a la madre cerca, ella no se le iba a
Sergey enarcó una ceja, lo que estaba diciendo su gran amigo no lo sabia, él no sabía de que familia provenía Isabella. — ¿Cómo dices? ¿Una familia poderosa? Debes estar equivocado, Isabella trabajaba como mi segundo asistente, de ser como tú dices ella no habría tenido necesidad de estar en ese puesto. — Pues alguna razón tendría para trabajar para ti, ella no tiene necesidad, su familia es de las más ricas de Rusia, solo que emigraron a los Estados Unidos para expandir sus empresas. — Ella... Nunca mencionó que su familia... — Sergey se daba cuenta de que conocía muy poco sobre la hermosa Isabella, él no quería involucrar sentimientos en su relación de cama, pero terminó enamorándose de todo lo que ella era, sus bellos ojos, su transparencia, su forma de amar. — ¿Quién dirige la compañía de su familia? ¿Lo conoces? — Por supuesto, su hermano es Ismael Rossi, el actual CEO de la compañía Rossi. Sergey se mantuvo inexpresivo pero recordó que un competidor empresarial le
Isabella no tuvo otra opción que manejar hacia la villa donde vivía con sus hijos, sus padres hacia tiempos que habían regresado a Rusia, las empresas allá requerían del CEO Isaias Rossi, pero se visitaban a menudo mutuamente. En esos momentos a la reconocida chef solo le importaba su pequeño enfermo, aunque el aura de Sergey parecía sofocarla, el hombre que iba a su lado era tan imponente y ahora que los encontró no lo podía alejar de los niños por más que le pedía que se marchara, ella no podía dejar de preguntarse si estaba haciendo lo correcto al no quererlo cerca de los trillizos sobre todo al verlos abrazados a él. — Llegamos. — Un portón negro grande de madera se abrió con el control que la chef llevaba en el juego de llaves, pasaron por un pequeño jardín con pasto hasta llegar a una fuente de cabellos y unicornios, la mujer bajó apresurada al igual que el padre. El hogar era muy acogedor, la decoración elegante, fue lo que Sergey pudo apreciar mientras caminaba detrás