EL CEO Y SUS TRILLIZOS Mami es chef
EL CEO Y SUS TRILLIZOS Mami es chef
Por: Pandora
Enamorada del frío CEO

Isabella Rossi, salía de la mansión Ivanov, a altas horas de la madrugada. Su jefe le había pedido cocinar para él porque no comía de lo que los chefs que tenía a su servicio cocinaban y ella como siempre no se había podido negar

En los dos años que llevaban de relación jamás había podido negarse a nada que le pidiera, él tenía en sus manos su voluntad, sabía que era solo su amante y que no podría aspirar a nada más, que Sergey Ivanov, nunca la iba a amar aunque quería pensar que si, y es que ella lo amaba con todo su corazón, ese hombre cruel y frío lo era todo para la hermosa Isabella

El frío le helaba los huesos, Isabella trataba de mantenerse caliente en el taxi y cubrirse lo más posible con su abrigo, pero justo en ese momento un dolor en el vientre al que le siguió un sangrado que manchó su ropa la hicieron quejarse, al principio pensó que le había llegado el periodo pero algo no se sentía como siempre, sudaba frio mientras se llevaba las manos al abdomen tratando de calmar el malestar que apenas podía soportar

— ¡Ahhhh¡ Duele mucho, señor por favor lléveme al hospital mas cercano! — la mujer rubia, tenía un rictus de dolor en su bello rostro, sus ojos azul violeta expresaban miedo y angustia, las punzadas eran cada vez más fuertes, ella nunca había experimentado algo como esto nunca antes

— ¡Señorita, no vaya a morir aquí, la llevaré ya mismo a la clínica, solo... aguante un poco! — El hombre pisó el acelerador para aumentar la velocidad, pronto llegaron al West hospital, con las manos temblorosas la jóven mujer quiso pagar el pasaje pero el taxista al verla tan mal no aceptó el dinero, en cambio la ayudó a bajar para que llegara al área de urgencias

— ¡Dios! ¿Por qué duele tanto? ¡Ayuda, por favor que alguien me ayude! — Isabella, no soporto más y se desmayó antes de que pudieran llevarla a la sala de urgencias, de inmediato el equipo de enfermeros la cargó y entraron con ella para revisarla

— ¡Apresurense, la paciente tiene un sangrado, vamos, de prisa! — Se decían los enfermeros entre si, la palidez de la joven era preocupante, ella se les podía morir ahí mismo

Después de una hora el olor a antiséptico y murmullos a su alrededor fueron despertando a la secretaria, ella estaba confundida y un poco mareada, no recordaba del todo lo que le había sucedido, solo se vió ahí conectada a diferentes aparatos, cosa que la asustó muchísimo

— ¿Don... dónde estoy...? ¿Qué me pasó? — En la amplia y blanca sala, había al menos cinco mujeres más además de ella, estaba conectada a una intravenosa y a una pequeño aparato en su dedo índice que leía sus latidos y se reflejaban en una pantalla, más cuando quiso levantarse un médico llegó hasta ella

— Por favor no se levante, usted está bastante delicada, debe seguir mis indicaciones para que todo vaya bien

— ¡¿Yo?! ¿Acaso estoy enferma de algo grave? Sea lo que sea quiero saberlo, ¿Dígame que es lo que tengo? — La joven secretaria se estaba imaginando lo peor, quizás tenía una enfermedad mortal y le quedaba poco tiempo de vida

— No sé alarme, no va a morir, por lo menos no en mi guardia, pero si es bastante delicada su situación, dígame, ¿Sabía usted que estaba embarazada?

Para Isabella, escuchar esas palabras había sido como el impacto de un rayo sobre cabeza

— ¿Cómo...? No, yo no puedo estar embarazada, ¿De que habla? Me acaba de llegar el período, es... imposible... — Esto último escapó de los pálidos labios de Isabella, como un susurro, la ausencia de su periodo no la había hecho pensar en esa posibilidad, ella entró en pánico, no estaba en un noviazgo, o en una relación estable, ella solamente era la amante de un hombre poderoso que además no la amaba

— Ese sangrado que tuvo no fue el periodo, fue una grave amenaza de aborto, ¿Recuerde antes de hoy hace cuánto fue su última menstruación?

— ¡Fue... No lo sé, casi... casi tres meses, por dios, creía que no estaba reglando por el exceso de trabajo y estrés, además estaba tomando las pastillas anticonceptivas casi todos los días, usted está equivocado, vuelvan a revisar! — Isabella, estalló en llanto, no podía creer que llevara un bebé de su jefe en el vientre, Sergey, seguro iba a estar furioso con ella, siempre supo que el no estaba dispuesto a formalizar nada con ella, solo era su amante por contrato

El doloroso llanto de su paciente hizo al médico sentir pena por la bella chica, el personal también le dió una mirada con lastima, Isabella, se veía tan vulnerable y angustiada que no pudieron evitar sentir compasión por ella, pero como médico, era su responsabilidad hablarle con la verdad a sus pacientes por difícil que esto fuera

— ¡Señorita, soy ginecólogo desde hace muchos años, no estoy equivocado, usted está embarazada y en peligro de perder a los bebés que lleva en su cuerpo, así que tiene que tener los cuidados necesarios y extremar todas las precauciones si los quieren conservar, de lo contrario los va a perder, los niños no van a sobrevivir! — Las palabras del médico eran una fuerte advertencia

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