En la mansión Madrigal, Kara, era más que rechazada por Ulises, no le importaba para absolutamente nada su embarazo, lo que quería era deshacerse de ella y de ese niño que del que dudaba fuera su hijo

— Ulises, necesito dinero para ir de compras, está ropa ya no me queda, no puedo seguir usándola — la mujer había irrumpido en el despacho a molestar al mafioso

— Pídele a Carlos que te dé dinero, no vengas aquí a joder con esas cosas — refunfuñó el hombre

— Pero por qué estás tan de mal humor, voy a darte un hijo, a tu heredero, deberías estar contento, todo hombre quiere conocer su sangre

— Por supuesto, eso no está en discusión, pero no quiero ser padre contigo, sé muy bien la clase de hiena que eres, así que de verdad espero que ese niño sea de tu amante y no un Madrigal

— Tampoco exageres, además tú no eres una santa paloma, ¿sabes? el embarazo me tiene ardiendo, ¿por qué no me haces el amor? podemos recordar viejos tiempos — la mujer pasó una de sus manos por el trabajad