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El demonio Rodríguez

El resto de la tarde el pequeño Emill y el gato Rodolfo, estuvieron jugando con la bella Alejandra, el niño la ayudaba a olvidarse del motivo de su presencia en esa casa, jamás se había sentido tan asustada y en paz al mismo tiempo, ese pequeño le daba un poco de valor, sobre todo cuando le decía que él la iba a proteger.

Alejandra fue a tomar una ducha a su habitación, Emill se quedó en su habitación.

— Rodolfo, ya te dije que no puedes acaparar a mamá, ella debe quererme primero a mí y mucho, tengo que lograr que se quiera quedar en la mansión y ser mi mami, pero va a ser muy difícil porque papá es muy malhumorado, las mujeres le huyen asustadas.

En ese momento se escuchaba el bastón que se había vuelto como otra extremidad más para el apuesto Deeguel Rodríguez, él llegaba a serciorarse que su pequeño hijo estuviera bien.

— Emill, ¿ya repasaste tu lección? — preguntaba el CEO, su alta figura vestida en un traje hecho a medida, con las manos enguantadas y unos tatuajes que le sobresalían apenas en el cuello, se encontraba en la puerta de la habitación del niño.

— Papá, ¿ya terminaste de trabajar? ya repasé la lección, de todos modos no era nada difícil, lo que me enseñan no me sirve de nada, yo no soy como los demás niños de mi clase.

— Eso ya lo sé, pero debes ir a la clase que es de acuerdo a tu edad, y el jardín de niños es por ahora lo que corresponde.

— ¿Y qué crees que voy aprender bailando y cantando? es ridículo que tenga que estar haciendo esos desfiguros.

— Ahh... Emill, después de mi cirugía voy a enseñarte personalmente lo que debes aprender, ya no falta mucho, Jhon se está moviendo con eso, pronto volveré a ver de nuevo.

— Hmm... sobre eso, tal vez te estás apresurando un poco, debes encontrar el donante adecuado, no puedes quitarle los ojos a cualquier persona, debe ser de preferencia un hombre

El padre se quedó unos momentos en silencio.

— ¿Preferirías que me quedara ciego para siempre?

— Por supuesto que no, quiero que papá me conozca como soy, pero no quiero que dañes a la persona equivocada.

Deegal de sintió descubierto, pero eso no era posible, nadie le había dicho nada a su hijo, estaba seguro de eso por qué quien se atreviera a contarle de sus planes, simplemente estaría cavando su tumba, más el hombre no se andaba con rodeos.

— Haré lo que tenga que hacer para recuperar la vista, son cosas de adultos Emill, no debes inmiscuirte.

— Entiendo... papá, en la escuela no soy bien visto por qué no tengo una madre, necesito una mamá que dé lo que las mamás dan a sus hijos, te diría que me consigas una pero... no te ofendas, tienes muy mal carácter, las mujeres te ven y se asustan, no es que seas feo, es que pareces un demonio, a este paso me voy a quedar sin una madre para siempre, por eso he decidido buscar una yo mismo, pronto te la presentaré para que te cases con ella y me des una familia.

El poderoso CEO no daba crédito a las palabras de su hijo, le había dicho demonio, no apto para una relación y que él mismo se encargaría de solucionar la situación, pero que niño tan descarado.

— Ya te dije que después de la cirugía las cosas van a cambiar, ¿ya te has duchado? — el CEO no veía pero podía oler que el niño estaba limpio, Alejandra lo habia ayudado a darse una ducha y ponerse ropa cómoda, Emill no tenía niñera porque recién había renunciado, cometió el error de fijarse en el CEO, una noche se le sentó en el regazo pensando que le.iba a corresponder, pero el Rey Black se la quitó de encima y la hecho a los gritos.

— ¿Quieres jugar con Rodolfo y conmigo un rato? parado ahí parece que viene a llevarme el diablo.

— Emill, cuida tus palabras, soy tu padre, que no se te olvide, iré a darme una ducha, te espero en el comedor para la cena, y no mal acostumbres a ese gato, ya te he dicho que no debe dormir en tu habitación — el CEO comenzó a encaminar sus pasos hacia su habitación, ya tenía memorizados los pasos.

— Rodolfo se queda... — el niño dijo bajo pero su padre si lo escuchó, el hombre dejó escapar un suspiro, su hijo le había heredado el carácter y eso no tenía nada de bueno.

— Bajo la ducha, Deeguel, recordó el accidente en el que fue perseguido por los Sorrento, como sintió su cuerpo lleno de golpes y por último un gran impacto en su cabeza que le quitó la vista, esos recuerdos le amargaban la existencia, él que siempre fue tan orgulloso y arrogante, el mejor en lo que hacía, asediado por las mujeres, pero terminó en la oscuridad y abandonado por la madre de su hijo.

Un golpe secó se escuchó, el CEO desquitó su rabia con las baldosas.

Alejandra que pasaba por la habitación para ir a buscar a Emill, lo escuchó, se quedó estática por unos momentos, dudaba en entrar para saber que había pasado, quizás alguien ahi dentro necesitaba ayuda.

pero... y si era él, el demonio Rodríguez, el que se encontraba ahí dentro...

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